La prensa no se pone de acuerdo. Para unos, Rajoy aplastó
a Sánchez en el debate sobre el estado de la nación. Para otros, Sánchez
demostró que puede ser alternativa a Rajoy. Y lo mismo sucede en otros medios
de comunicación. En radio y televisión cada uno favorece a su preferido, desde
los informativos a las tertulias.
Caso aparte, pero dentro también del mismo circo
político, es el numerito de Podemos, con su líder Pablo
Iglesias dirigiéndose al presidente Rajoy como si estuviera dentro del
hemiciclo, participando del debate.
En mi opinión, el discurso de Iglesias no dejó de ser
otra payasada mediática dirigida a contentar a sus incondicionales. Mezcló
críticas constructivas con populismo de manual y añadió unas briznas de
victimismo social del estilo de “nosotros tendríamos que haber estado en el
debate”. Pues no, Sr. Iglesias. Usted no pertenece a ninguna formación política
electa. De modo que no tiene por qué estar en ese debate.
Rajoy presumió de haber encarrilado el país en la buena dirección
para salir de esta brutal crisis. Los medios afines al PP llevan dos meses
hablando de los buenos resultados que parecen verse en el horizonte. Un
horizonte que la gente de a pie aún no ve. Sánchez contestó con el pesimismo
conveniente a un partido de oposición, y no aportó soluciones concretas que puedan
ser vistas con esperanza por una mayoría de ciudadanos. Ninguno de ellos hizo
verdadero hincapié en la corrupción generalizada de la política y de sus
ramificaciones en instituciones y demás ámbitos públicos. Y si lo hubieran
hecho (dejando al margen algún pequeño escarceo ocurrido durante la sesión)
tampoco hubiera sido creíble. Hoy ya es bien patente, y desde hace tiempo, que
esta legislatura ha sido la tercera del zapaterismo y que el bipartidismo en
realidad no existe; que es una gran patraña que trata de disimular, sin apenas
conseguirlo, que el PPSOE existe como partido único y monolítico.
Particularmente, los resúmenes del debate que he visto
estos dos días me han parecido lamentables. En resumen, no he visto otra cosa
que un presidente de gobierno que ha mentido y estrujado a sus votantes y un
líder de la oposición socialista que olvida que su propio partido, con el
nefasto José Luis Rodríguez Zapatero al frente, fue el gestor que se negó
durante años a reconocer la existencia de una crisis rampante, y que se rodeó
de un equipo de incapaces para formar uno de los gobiernos más absurdos (pero
bien colocados a posteriori) de la historia de España.
Como anécdota, me quedo con la despedida del
independentista catalán y su “nos veremos en la ONU” (extraño afán
por lo internacional y las embajadas mientras el president de la generalitat
continúa con su política de recortes en sanidad) y la afición de la verbalmente
incontinente Celia Villalobos por el Candy Crush en su puesto de
excelentemente bien remunerado trabajo. Sin comentarios.
0 comments:
Publicar un comentario
Cualquiera es libre de opinar aquí. Pero quien opine será responsable de sus palabras.