No me interesan en absoluto las candidaturas ni los
programas electorales que puedan presentar PSOE, PP o IU. Llama mucho más mi
atención lo que puedan hacer y decir los partidos emergentes.
Considero mucho más interesante, política, social y
económicamente para la nación los movimientos y estrategias del resto de las
formaciones.
Mientras UPyD trata de solventar su problema interno de
disensión entre varias facciones, partidarias, más o menos, del personalismo de
Rosa Díez, Ciudadanos se afianza en las encuestas y gana terreno entre
simpatizantes de centro derecha y centro izquierda hartos de la corrupción, la
inacción y la mediocridad del PP y PSOE, quienes han demostrado con creces que
su máximo interés es conservar el poder como medio para preservar el medio de
vida de sus castas corruptas.
El afianzamiento de Ciudadanos está provocando un
fenómeno con el que, hasta hace unos meses, no contaban ni el Partido Popular
ni Podemos.
Por un lado, el voto del miedo que el PP esperaba
acaparar ante la llegada de la ultraizquierda tiene ahora otra opción. Si los
planteamientos de Albert Rivera siguen en la misma dirección, muchos votantes
del PP desengañados con Rajoy pensarán en Ciudadanos como una nueva alternativa
de centro que pueda acomodarse mejor que UPyD a los antiguos programas
electorales de Aznar.
Por otro, Podemos, ante la aparición de Ciudadanos como
alternativa viable, tendrá que afinar sus mensajes, (y no vendría mal que
algunos de esos mensajes fueran más realistas y menos demagogos) si aún pretende
capturar votos de los centristas que no están dispuestos a repetir su confianza
en los dos partidos mayoritarios, corruptos e inútiles para resolver problemas
con eficacia.
Seguramente, los estrategas de Podemos ya habrán pensado
en estas nuevas posibilidades. Aunque, de momento, lo único que se aprecia al respecto es la
necesidad de sus dirigentes de meter a Ciudadanos en el mismo saco de basura
con el que definen a los partidos mayoritarios.
Para ello, aludirán al “pasado ultraderechista” del
Albert Rivera; lo que demostrará que la muchachada de Pablo Iglesias sigue
estando bien surtida de la demagogia de la que han hecho gala hasta ahora.
Me sorprendió mucho, hace un par de meses, que alguien me
sugiriese ser yo catastrofista por mis opiniones sobre Podemos. Me sorprendió
porque no logro entender muy bien cómo se pueden defender las propuestas, sean o
no más o menos radicales, de quienes han dado su apoyo y han obtenido cierto tipo
de beneficios de dictaduras feroces como la venezolana. Me sorprende que en
España haya personas siempre prestas a aborrecer los desmanes de la
ultraderecha, cosa que me parece no solo aconsejable; también loable, pero que
ante los desmanes de la ultraizquierda se muestren más o menos “tolerantes”. Me
sorprende que no se analicen bien las raíces de las propuestas políticas, o que
se quite importancia a propuestas abiertamente totalitarias.
En cualquier caso, creo que tanto el PPSOE como Podemos
tienen un nuevo problema con el que no contaban. Hay un nuevo tipo en la
ciudad, como dijo un personaje de película. Y por el bien de la democracia en
España, y por la necesidad de alternativas asumibles para esa democracia,
espero que ese nuevo tipo haya llegado para quedarse.
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