¿Estamos ante
el fin del bipartidismo en España? Todo apunta a que sí… momentáneamente. Dependerá del empeño que pongan los partidos emergentes en demostrar que
merecen estar donde están ahora, y de la capacidad del PPSOE en seguir
gobernando un país al que ha parasitado durante tanto tiempo.
El PP de Rajoy
ha sufrido un castigo espectacular aunque, desde mi punto de vista, hubiera
merecido perder aún más votos. Confieso que no puedo comprender cómo, a pesar
de esta legislatura de gobierno Popular, más las dos anteriores de oposición,
aún hay más de siete millones de españoles que le confían su voto.
Aún así, la “estrategia del miedo a la izquierda” no ha
funcionado con tanta fuerza como esperaban los asesores del Partido Popular. El
descalabro de este partido no admite matices. Pasar de 186 a 123 diputados es
el resultado de la traición del PP de Mariano Rajoy a sus votantes de 2011 y
puede que sea el primer paso hacia la desaparición de esta formación política
tal y como la hemos conocido hasta ahora.
De acuerdo a
mi experiencia con votantes y dirigentes del Partido Popular, me atrevo a decir
que en los anteriores 11 millones de votos de 2011 ha pesado mucho más el “completo”
incumplimiento de Rajoy respecto a su programa electoral que los numerosos y
abultados casos de corrupción que han ido saltando casi a diario a las portadas
de la prensa y a los informativos de radio y televisión. He podido comprobar in
situ cómo a los votantes del PPSOE les importa un pimiento que sus políticos
sean, literalmente, unos intrigantes, ladrones, o traidores a sus supuestos
principios (Todo junto en no pocas ocasiones) Con las excusas más dispares, y a
veces sin necesidad de excusas, muchos de esos votantes seguirán entregando su
voto a su impresentable favorito. Solo en ocasiones; en pocas ocasiones, la
mayoría de los que se acercan a las urnas son capaces de castigar a “sus
partidos”. Y una de esas escasas ocasiones se ha dado ahora, Con un Partido
Popular que ha incumplido al 100% su programa electoral, y que, por añadidura,
ha seguido desarrollando el programa del socialista Zapatero en algunos puntos
clave al no derogar ni una sola de esas leyes que Mariano Rajoy prometió
derogar si llegaba a La Moncloa con mayoría absoluta.
Los resultados
actuales hacen necesaria una renovación profunda del Partido Popular, pero esto
no sucederá. Sus actuales líderes no parecen trabajar ni por el interés de la nación
ni por la defensa de ciertos valores que, hace ya años, aglutinaban a los
votantes de centro derecha en un proyecto por el que entendían que merecía la
pena la lucha política. Hace casi una década que Rajoy avisó de sus
intenciones. “Los conservadores, que se vayan al partido conservador. Los
liberales, que se vayan al partido liberal.” Y Rajoy acabó por convertir al PP
en un partido socialdemócrata tan parecido al PSOE, que el 40% de sus votantes
ha terminado por huir en masa.
La otra cara
del bipartidismo, el PSOE, pierde 20 escaños en el congreso (de 110 a 90). Y, a
pesar de las voces socialistas que tratan de paliar tan mal resultado consolándose
en que el PP ha perdido más, lo cierto es que Pedro Sánchez no ha logrado lavar
la cara a un partido socialista que sigue pagando por los desmanes de un
Rodríguez Zapatero como nefasto presidente de gobierno y un Pérez Rubalcaba
como infame fontanero de las cloacas socialistas y estatales durante su pasado
mandato.
Sánchez se
presentaba como renovador de un PSOE que no está por la renovación y como azote
de la corrupción representando a un partido que institucionalizó dicha
corrupción en España durante los 13 años de Felipe González y los 7 y medio de
Zapatero. Nuevamente, el PSOE ha querido vender un producto basado en un
político “todo imagen” con escaso (por no decir inexistente) equipaje de logros
anteriores. Esta estrategia funcionó en 2004 con la marca ZP, en circunstancias
muy diferentes. Pero, en la actualidad, ya no ha sido suficiente poner ante
nuestros ojos el mismo producto: un chico alto y delgado que va de simpático y
que se permite acusar a otros de corrupción como si él representase a un
partido inmaculado revestido de santidad progresista.
Ante semejante
escenario, no es difícil llegar a una triste conclusión. Si la máquina de
clientelismo y corrupción que es el PPSOE quiere mantener sus privilegios y
prebendas, ambos partidos tendrán que pactar, aunque sea de forma discreta y
puntual para no escandalizar a lo que queda de sus crédulas bases. Es el único
modo que tienen para evitar que Podemos les ponga en evidencia constantemente.
De hecho los “barones” del PSOE han avisado ya a Pedro Sánchez. No quieren pactos con Podemos.
¿Ciudadanos? Creo
que Albert Rivera ha cometido algunos errores de bulto que le han restado
credibilidad. Por ejemplo, permitir que varias de sus listas se llenasen de
trepas y arribistas de otros partidos que se hallaban en caída libre,, como ha
sucedido en Zaragoza, donde el esfuerzo de los primeros militantes de Cs, que
durante años batallaron por hacer presente este partido en la vida política de
la ciudad, se vio relegado por los paracaidistas del PAR que, una vez asentado
Ciudadanos, decidieron ingresar en masa y desbancar a los anteriores dirigentes
naranjas locales sin que la dirección nacional se haya dignado pronunciarse al
respecto.
Además, el
propio Albert Rivera estuvo falto de reflejos en el debate a cuatro celebrado
hace unos días. No supo aprovechar, como sí lo hizo Pablo Iglesias, el hecho de
que un partido nuevo puede tener mucho que reprochar a quienes gobiernan sin
tener que sufrir a cambio ataques por hechos del pasado.
Con ciudadanos
se equivocaron las encuestas y las previsiones de todas estas pasadas semanas.
Ha conseguido mucha menos representación de la que le auguraban, y concretamente
en Cataluña no ha logrado ser la gran alternativa contra el independentismo. Así
que está por ver si Albert Rivera será capaz de reconocer su fracaso y corregir
el rumbo de un partido que se presentaba como la esperanza moderada para
votantes populares y socialistas desengañados por sus partidos. La situación
actual de Cs será de simple espectador. Su formación parlamentaria no será
decisiva ni para PP ni para PSOE.
Podemos ha
conseguido 69 escaños y, numéricamente, es el gran triunfador de la jornada
electoral, al superar con creces todas las previsiones de esa mayoría de
fracasadas encuestas que han tratado de dirigir el voto hacia uno u otro lado.
Pablo Iglesias
ha sabido moderar su lenguaje cuando era necesario hacerlo, entrando así en el
juego político de decir lo que la gente quiere oír, y ha conseguido transmitir
uno de sus principales argumentos de campaña: Podemos puede ser alternativa al
PSOE, y más aún ahora que casi ha conseguido fagocitar por entero a Izquierda
Unida. Para Iglesias y sus próximos compañeros congresistas se abre ahora un
periodo en el que tendrán que demostrar si realmente defienden intereses
generales para España (Esa España de la que tanto se avergüenza Iglesias si nos
atenemos a sus declaraciones de estos últimos años) o si van a ser el soporte
que los nacionalistas necesitan en el congreso para conseguir sus objetivos. Particularmente,
yo espero escuchar sus propuestas sociales y económicas, pero a priori me quedo
con la segunda opción de las anteriores. Podemos hará el juego a los
nacionalistas, como táctica para poner contra las cuerdas al PSOE y envenenar
así posibles intenciones de pacto entre socialistas y populares. Hace escasas horas Pablo Iglesias ha mostrado su primer movimiento.
Vistos los
resultados electorales, no son pocos los que ya apuestan por una próxima
convocatoria de elecciones. No se debe perder de vista que tal cosa es una
posibilidad real puesto que, a priori, los posibles pactos se presentan muy complicados.
Pero hay un detalle que ha pasado inadvertido para la gran mayoría. UPyD
desaparece del Congreso y la primera consecuencia es que abandona todas las causas judiciales por corrupción en las que se había personado. El desastre iniciado por el personalismo de Rosa Díez se
ha materializado en la debacle de un pequeño partido que hizo unas cuantas
cosas bien y que marcó un ejemplo que ninguna otra formación ha querido seguir.
Y a nadie parece importarle. Muchos corruptos estarán más tranquilos a partir
de hoy.
Hola Mike. Me ha parecido una lectura de la situación muy razonable. Sobretodo agradezco que se huya de posturas dogmáticas y partidistas, poniendo a cada uno en su lugar, sin mostrar ningún tipo de favoritismo a unos ni criticas gratuitas a otros. Un placer.
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias,, Lino!!! Cuanto tiempo!!! Que pases buenos días en compañía de los tuyos.
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