Dados como definitivos los resultados de las elecciones andaluzas, se me
ocurren varias incógnitas que no tardarán en despejarse.
El PSOE andaluz cosecha el peor resultado de
su historia, pero cumple con lo esperado: mayoría simple que le obligará a
pactos para poder gobernar. Renueva los 47 escaños, pero perdiendo más de
160.000 votos respecto a 2012. Mayoría simple, que la candidata socialista
celebra y vende como si hubiera conseguido una aplastante e histórica mayoría
absoluta.
No deja de llamar mi atención que la corrupción de
cientos de imputados (líderes incluidos), incontables millones de Euros
desaparecidos, y el anclaje ya tradicional de la comunidad autónoma en las
peores cifras económicas europeas durante 30 años parecen no ser suficientes
motivos para que los votantes andaluces castiguen definitivamente a los
socialistas. Lo que demuestra que el voto cautivo, el voto de agradecimiento a
la subvención, al PER, al enchufismo y al saqueo sistemático sigue pesando lo
suficiente como para alcanzar mayoría simple en una comunidad autónoma de casi
8.5 millones de habitantes.
EL PP consigue 33 escaños de los
anteriores 50. Pierde cerca de medio millón de votos, sufriendo la debacle
anunciada y esperada. No parece haber extrañado a nadie semejantes resultados.
Ni a los propios Populares. ¿Le ha pasado factura al Partido Popular su
incumplimiento sistemático de programa electoral, y los cada vez más numerosos
escándalos de corrupción? Parece que sí. Pero, volviendo al párrafo anterior,
que nadie se llame a engaño. Si el PP, con lo que ha demostrado ser, no ha
podido tejer su propia red de corrupción en Andalucía es simplemente porque no
ha tenido ni tiempo ni ocasión. Es decir, que no tiene un colchón corrupto
suficientemente grande como para amortiguar caídas estrepitosas. En cualquier
caso, No será extraño que en Madrid se desate una nueva batalla, quizás más
ruidosa que las anteriores, entre Soraya Sáez de Santamaría, cuyo candidato
impuso valiéndose de su posición en el partido, y Mª Dolores de Cospedal, a
quien le arrojaron su candidato al contenedor de los deshechos con el pretexto
de que llevaría al PP andaluz a la catástrofe que, precisamente, ha cosechado
el candidato impuesto por la todopoderosa Vicepresidenta del Gobierno central.
Tiempo para las puñaladas de frente y los “te lo dije”.
Podemos logra 15 escaños como primer
resultado en elecciones andaluzas, y creo que caben perfectamente dos
conclusiones paralelas:
Primera; no está nada mal conseguir 15 escaños siendo un
partido emergente que nunca antes había estado presente en el parlamento ni en
la vida política andaluza. Es todo un mérito, si obviamos que la candidata de
podemos no se ha distinguido precisamente por tener argumentos sesudos ni
demasiadas propuestas aceptables y si despejamos lo que hay justo detrás de
esta candidatura experimental y que planteo en el siguiente párrafo.
Y segunda; Que si bien Podemos se ha presentado por
primera vez a estas elecciones, no ha logrado alcanzar esos 20 – 23 escaños que
le auguraban varias encuestas de diferente pelaje y condición, a pesar de que
tanto sus líderes nacionales y en menor medida su candidata local, han
disfrutado desde los inicios del fenómeno Podemos de una publicidad insistente,
diaria, machacona y casi siempre dirigida a beneficio del propio partido por
ciertos medios a los que solo les ha faltado pasear bajo palio a Iglesias,
Monedero y otros como la iglesia católica hacía con Franco en las primeras tres
décadas de la dictadura.
Además, la aparición de Ciudadanos, partido al que no
pocos simpatizantes del Partido Popular han convertido automáticamente en
alternativa de voto, ha contribuido a diluir el curioso efecto consistente en
que una parte de dichos simpatizantes del PP estaban dispuestos a votar, como
castigo, a Podemos; el único partido que aglutinaba el descontento de no pocas
tendencias, aún siendo manifiestamente izquierdista radical.
Ciudadanos irrumpe en escena como la
otra novedad, pero con una diferencia frente a Podemos: prácticamente no tenía
presencia en las encuestas hasta hace unos 3 meses, durante los cuales su
ascenso ha sido sorprendente. Ha cumplido también con las expectativas que le
marcaban la mayoría de encuestas, con 9 escaños. Presencia suficiente como para
poder ser decisivo en algunos momentos de la incipiente etapa política que se
iniciará en breve tiempo. C’s demuestra en estas elecciones que es alternativa
y que tiene mucho que decir en este año electoral.
Izquierda Unida baja de 12 a 5 escaños.
Durante buena parte del escrutinio estuvo a punto de no obtener representación
parlamentaria. Poco que añadir. Un partido que bramaba contra la corrupción
socialista, que posteriormente dio su apoyo al PSOE para desplazar a la lista Popular
más votada en 2012 a cambio de unos cuantos cargos y formar un gobierno de
coalición PSOE-IU que ha seguido sosteniendo la corrupción, estaba condenado a
semejante resultado o a algo peor. Su escaños han sido absorbidos por Podemos,
quedando en una posición tan insignificante que no parece que vaya a tener la
más mínima influencia en la vida parlamentaria andaluza.
¿Y, a partir de ahora, qué?
Que, conforme se sucedan los acontecimientos, tendremos
la oportunidad de recordar lo que unos y otros políticos han declarado en
precampaña.
¿Apoyará Podemos la investidura de Susana Díaz como
presidenta socialista de Andalucía? Siendo el PSOE un partido que se define
como de izquierdas (¿?), Podemos no debería tener excesivos problemas en
hacerlo. Pero no olvidemos que, si bien con mucha menos saña que al PP, han
calificado repetidamente al Partido Socialista como parte de la “casta
corrupta”, no hablaría mucho a favor de la coherencia de Podemos el ofrecer un
apoyo abierto para formar gobierno. Estoy convencido de que eso restaría
expectativas de voto para las siguientes elecciones municipales y autonómicas
de mayo, por un efecto de desengaño, en una parte de simpatizantes que tienen a
Podemos como referente en el altar de la revolución ciudadana. Además, hay otra
variable que merece la pena tener en cuenta. ¿Un apoyo más o menos directo de
Podemos al PSOE andaluz, ataría de manos al socialista Pedro Sánchez ante Pablo
Iglesias en la política nacional?
En una situación similar está Ciudadanos. Albert Rivera
pone como condición a un hipotético apoyo a los socialistas que Susana Díaz
fulmine a los anteriores presidentes autonómicos, Chaves y Griñán, imputados en
casos de corrupción. Una opción que
considero improbable, porque sería como reconocer que la cabeza del PSOE-A y el
gobierno andaluz ha sido partícipe de esa brutal corrupción que, si solo
hablamos de cifras, deja de momento a los chanchullos del PP como simples
raterías de mercadillo.
Izquierda Unida pasa a ser, prácticamente,, un cero a la
izquierda. ¿Pero, y el Partido Popular?
Es el que más curiosidad me provoca. ¿Hará efectivo un
apoyo, aunque solo sea de investidura para la presidenta socialista, que
demostraría a todos que el PPSOE es una realidad y que su interés primordial es
mantener sus parcelas de poder frente a los nuevos partidos que ya se presentan
como alternativas a tener en cuenta?
En breves semanas se abrirá el telón y comenzará la
representación. Esta vez con nuevos actores. Pero está por ver si el argumento
aportará muchas o pocas novedades. No descartemos que Susana Díaz decida
aprovechas la debilidad de la codicia humana y “tiente” a algunos Ciudadanos o
a otros Podemos con consejerías bien pagadas en un gobierno de coalición.
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