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Hoy la noticia fue la detención del
impresentable asesino infanticida Josu Ternera. Todos sabemos sobradamente
quién es y no merece la pena hablar de él más de lo necesario, así que lo único
que diré del asunto hoy es que sobre personajes de este tipo lo que pienso
ahora es exactamente lo mismo que hace treinta años; que soy firme defensor, y
hasta las últimas consecuencias, de la cadena perpetua sin posibilidad de
remisión de condena, y de la pena de muerte.
Y hoy también ha sido noticia que el
socialista Eguiguren, otro indeseable blanqueado por el paso del tiempo, en
cuanto ha conocido la noticia de la detención de ese criminal, se ha apresurado
a calificarle como “héroe de la retirada” por el supuesto papel del terrorista
en la “desaparición de ETA”.
¿Por qué opino que Eguiguren es un
indeseable? Precisamente, y como escribí recientemente en otro artículo sobre
Rubalcaba, tengo mucha memoria. La que parece haber perdido gran parte del
pueblo de esta gran nación que es España; memoria que siempre ha preferido
acallar el partido socialista. Como hoy, que más de un periodista afín al PSOE
trata de disculpar las palabras de Eguiguren matizándolas de un modo que
tampoco tiene disculpa.
Así que, en lugar de seguir escribiendo,
prefiero rescatar y un artículo de Enrique de Diego del año 2006 en la revista Época, año en
el que aún tantas cosas estaban frescas en el recuerdo de mucha gente que hoy,
con el paso del tiempo que aturde tantas conciencias y convierte en piedra a
tantos corazones, parecen haber desaparecido definitivamente.
Junio de 2006, revista Época. Eguiguren el pacificador
maltratador, por Enrique de Diego
“El PSOE es el único
partido europeo que admite en sus filas a un condenado judicial por violencia
de género. No sólo Jesús Eguiguren ocupa la presidencia el PSOE vasco y ha sido
el que ha llevado la iniciativa de las negociaciones desarrolladas con Arnaldo
Otegi, durante dos años, en un caserío-restaurante de Elgoibar. El 12 de abril
de 1992, su esposa, Asunta Zubiarrain, le denunció por malos tratos y, a raíz
de ello, el entonces vicepresidente del Parlamento vasco fue condenado a 17
días de arresto menor.
La primera negociación, la
familiar, como es notorio por sentencia firme, no le salió bien a Jesús
Eguiguren. Los hechos probados en la sentencia establecen que el dirigente
socialista golpeó a su mujer con las manos, un paraguas y un zapato en el
contexto de una fuerte discusión conyugal suscitada por la sospecha de que
Jesús Eguiguren mantenía relaciones sentimentales con otra mujer.
De acuerdo con la
sentencia del juez Fernando Andreu, el secretario general del PSE-PSOE de
Guipúzcoa, Jesús Eguiguren, produjo a su esposa hematomas y contusiones en las
zonas parietal y occipital del cuero cabelludo, en los hombros, brazos, codos,
manos, glúteo y muslos, lesiones que tardaron en curar un total de 20 días y
que no dejaron secuelas.
La paliza estuvo precedida
por una discusión iniciada sobre las 22 horas del 10 de febrero de 1992, en el
momento en el que el dirigente socialista regresó a su domicilio. Asunta
Zubiarrain expresó a su marido, airadamente, las sospechas que albergaba sobre
su supuesta infidelidad conyugal, y de las recriminaciones iniciales pasó a los
insultos reiterados a la vista de que Eguiguren se negaba a darle explicaciones
al respecto.
El juez relata que al día
siguiente Asunta Zubiarrain comunicó a la letrada Carmen Torres su deseo de
separarse legalmente de su marido y, aconsejada por ésta, acudió un día más
tarde a un médico de cabecera, que certificó las lesiones.
Según señalan a ÉPOCA
compañeros suyos de partido, la primera esposa de Eguiguren, de cuyas
cualidades líricas se hacen eco –“era una Ainhoa Arteta”-, es descrita en el
terreno político como una persona con ideas “próximas a Batasuna”, cuando no
militante de la formación ahora ilegal. De esta diferencia de opiniones
“derivaban” –apuntan- “buena parte de las desavenencias conyugales”.
La condena de Jesús
Eguiguren aparece señalada en la biografía de la Agencia Efe en dos versiones.
En la más reciente ha desaparecido del texto general, pero se refleja en el
resumen de datos relevantes, aunque no se hace constar el nombre de la esposa
denunciante y maltratada, como sí se hacía en una versión anterior. En la
nueva, se destaca la dimisión de la vicepresidencia del Parlamento vasco (no
del escaño, que nunca abandonó) más que la condena por una cuestión tan
relevante y que genera una elevada sensibilidad social.
Este caso plantea el
debate sobre la relación entre vida privada y vida pública. Es muy posible que
su condena haya afectado a Eguiguren y precise buscar un gran acontecimiento
que lave su pasado, una especie de síndrome del maltratador pacificador.
También sobre la doble
moral de los progres. Hasta el momento, se desconoce una sola
protesta del lobby feminista del PSOE contra la grave incoherencia que
representa para la línea política del partido el mantener al frente del PSOE
vasco a un político convicto y confeso de malos tratos.
CRÍTICAS TRAS LA SENTENCIA
Aunque las mujeres
socialistas han mirado y miran hacia otro lado ante el caso de su compañero
Jesús Eguiguren, la Federación de Mujeres Separadas y Divorciadas pidió la
salida de Jesús Eguiguren de la vida pública, a raíz de la condena por
violencia de género.
La presidenta de la
Federación de Mujeres Separadas y Divorciadas, Ana María Pérez del Campo,
anunció una investigación sobre las listas de candidatos y amenazó con impugnar
las que incluyeran a personas condenadas por malos tratos a sus cónyuges. “De
nada sirve, dijo, que se hagan campañas de sensibilización y se firmen
convenciones de derecho, si luego da cobijo a los maltratadotes y no se les
denuncia públicamente”.
También la Asociación de
Mujeres Juristas Themis pidió, en la Comisión mixta (Congreso-Senado) de
Derechos de la Mujer, que fueran excluidos de la vida política aquellas
personas que ejercen violencia contra las mujeres, y en especial contra
aquellas que tienen cargos de representación o institucionales. “mientras haya
políticos que en su vida privada haban de la violencia una práctica habitual, no
podrá erradicarse esta lacra social”.
Una veintena de
asociaciones feministas hicieron público un comunicado en el que expresaban,
con explícita referencia de Jesús Eguiguren, entonces vicepresidente del
Parlamento vasco y presidente de la Comisión de Derechos Humanos, que debían
ser destituidos de sus cargos y privados de su militancia los políticos que
hubieran agredido a sus mujeres, como era el caso de este político socialista,
con sentencia firme.”
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