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Me resulta realmente difícil comprender a
una sociedad que la mayoría de las veces reacciona con las vísceras en lugar de
analizar con el cerebro lo que sucede.
Desde que Jordi Évole ha anunciado que abandona
el programa de televisión Salvados, en las redes sociales hay una euforia
comparable a la que se vivió al final de la segunda guerra mundial. Solo falta
que la gente salga a las calles y que un marinero bese a una enfermera para
inmortalizar la foto en Life. Leo algunos
comentarios de gente que se siente como liberada de una dictadura, y otros que
no le desean precisamente lo mejor a este comunicador, como si vieran cumplida
una venganza esperada durante mucho tiempo.
Parece que no comprenden que, con y sin
Évole, Salvados seguirá siendo Salvados. Un programa progre de un canal de
televisión progre cumpliendo el cometido progre de convertir a la gente en un
rebaño progre.
Si no recuerdo mal, yo he visto solamente
cuatro programas de Salvados durante todos los años de emisión del programa. No
pude acabar de ver dos de esos cuatro, por una cuestión de higiene moral, ética
y política. Los otros dos, que sí ví completos, me parecieron un perfecto
ejercicio de manipulación, no solo de la entrevista en sí; también del
entrevistado que, por otra parte, tampoco parecía molesto por ser manipulado.
Otros programas, ni siquiera quise verlos comenzar porque creo que en
periodismo no todo vale, y que entrevistar a ciertos personajes, sobre todo
cuando conviene dejarles expresarse para que influencien a la audiencia contra
ciertos partidos políticos, ideologías o contra la propia nación, es
concederles una carta de naturaleza social que no les pertenece.
Évole se marcha, a buen seguro que para
emprender algún otro proyecto a su estilo. Se ha enriquecido haciendo un
programa con buenos índices de audiencia durante más de diez años. Ha podido
crear su propia compañía de producción y como todo progre que pasa a ser
empresario, se convierte en un jefe que paga sueldos de porquería con contratos
basura. Exactamente lo mismo que criticaba cuando, antes de ser progre
adinerado y empresario, tan solo era un progre dirigido por otros progres más
influyentes.
En realidad, no creo que haya motivos
para alegrarse. No creo que el canal de televisión en el que aparece Salvados
vaya a permitir un cambio de línea política en el programa. Ya pondrán a un
recambio que garantice que Salvados siga siendo lo que ha sido hasta ahora. Uno
de los espacios de referencia para no pocos españoles que creen que información
es lo mismo que aleccionamiento y que disfrutan siendo aleccionados.
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