Antonio Miguel Carmona es otro político al uso. Es decir, sirve a una causa que no es la del bien común. Sirve la causa de una ideología de partido; y sirve a la causa del poder y la manipulación que, en este caso concreto, se identifica con el Partido Socialista Obrero Español; la formación política de oscuro pasado histórico que, desde los inicios de la democracia, acumula más corrupción e iniquidad que cualquier otro existente desde el periodo de la Transición hasta hoy.
Durante esta espantosa crisis sanitaria de la
pandemia del Covid19 no solo se está poniendo de manifiesto lo mejor que mucha
gente lleva dentro. También para desgracia de otros, aflora la bajeza de
quienes llevan años viviendo de la política hasta el punto de que parezca que
han vendido hasta sus almas a los oscuros intereses de los partidos políticos
y, por extensión, a quienes los financian y dirigen desde la sombra.
En plena polémica por la adjudicación de 15
millones € de dinero público por parte
del gobierno PSOE-Podemos a varios canales de televisión en el oportuno momento
en que la popularidad del mismo gobierno está por los suelos, la izquierda
mediática contrataca, para tratar de salvar la maltrecha imagen del Ejecutivo
mediante dos frentes, los medios de comunicación amigos y directamente siervos de
la izquierda, y el ejército de activistas a sueldo que se mueven por las redes
sociales acusando a la oposición de fabricar noticias falsas mientras ellos
mismos, tanto los activistas como los medios entregados al poder, también las
crean a diario.
En semejante mundo de manipulación y
desinformación, Antonio Miguel Carmona es ya todo un clásico. Tertuliano
habitual de no pocos canales de televisión y programas de radio (además de ser
director de un medio digital), Carmona es el perfecto ejemplo de político sin
escrúpulos respecto a la verdad y fidelidad completa a la posverdad bien retribuida.
Equivalentes a él los hay en la derecha pero, para mí, a quien más me recuerda
de los vendidos en el otro lado es a Maruenda, director del diario La Razón,
también habitual tertuliano, y ultrapelota vasallo de Mariano Rajoy.
Como suele pasar en la izquierda, a la que sus
votantes suelen perdonan no solo sus errores, sino que además miran para otro lado
cuando sus políticos quedan públicamente como lo que verdaderamente son,
Carmona tiene a sus espaldas un amplio currículum de meteduras de pata que, sin
embargo, no es un obstáculo para que siga siendo requerido por la maquinaria PSOE
para aparecer en los medios. En realidad, para Carmona esto es un rentable modo
de vida. Ha demostrado ser más válido para el partido socialista como uno de
sus agentes en los medios que como político, en cuyo campo no ha cosechado
demasiados éxitos y sí unos cuantos fracasos motivados por su escaso tirón para
convocar votantes y por sus históricas meteduras de pata ante micrófonos
abiertos, como aquélla con la que se estrenó cuando comentó que la movilización
de masas propiciada por la propaganda socialista ante el desastre del carguero
Prestige había resultado ser tan exitosa, que si era necesario para el futuro
habría que hundir otro barco.
En el siguiente vídeo, que lleva tiempo
circulando por las redes, Antonio Miguel Carmona reconoce orgulloso que él es mucho
más que un tertuliano que opina. Es un tertuliano teledirigido por los líderes del
PSOE, quienes en ocasiones le bombardean con mensajes de Whatsapp durante la
emisión de las tertulias para indicarle qué debe decir y en qué momento debe
hacerlo. Con semejante ejemplo, ¿realmente queda algún espectador que crea que
en las tertulias de los medios los políticos y periodistas debaten por el
interés de España, y no por el del partido y la empresa audiovisual que les
paga?
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