
Hace muchos años que sostengo que el Barça es una de las herramientas más usadas por las instituciones y los medios catalanes para aleccionar a los ciudadanos es un catalanismo cada vez más radical y omnipresente.
Catalanismo que se manifiesta por igual entre los radicales de izquierda como entre aquellos que se visten de derecha moderada, como CiU, y que en los últimos años se han quitado esa careta de moderación y gesto ponderado para mostrar sus intenciones independentistas mas abiertamente, tratando así de recuperar los votos perdidos en 2004.
Durante los años que viví en Cataluña pude observar a menudo cómo en los espacios infantiles del los canales de televisión autonómicos el abuso de la imagen y los símbolos del Barça eran realmente apabullantes. Una táctica preparatoria para que, una vez llegados a la adolescencia estuviesen suficientemente mediatizados para identificar como anti catalán todo aquello que no fuese simpatizante del Barça. Ni que decir tiene, que el otro equipo barcelonés, el Español, no aparecía prácticamente en esos medios. No interesaba.
Defender semejante teoría me valió en alguna una ocasión que mas de uno dejara de hablarme. Al fin y al cabo yo era uno venido de fuera que no entendía nada del “hecho diferencial”
Afortunadamente, también pude comprobar in situ que existe otra Cataluña donde la gente se preocupa mas por su vida diaria, por su trabajo, sus vacaciones… Y ví que todas esas inquietudes independentistas, de supuesta nación, de pueblo sojuzgado por el centralismo mesetario… no calaban en la mayoría de los ciudadanos.
Pero conforme pasa el tiempo mas convencido estoy de que es cierto lo del aleccionamiento acerca de la identidad catalana, no solo a los adultos; también a los niños. Hoy se vé ya muy claro, después de tres décadas de insistencia diaria sobre todas esos conceptos.
El paso definitivo para politizar definitivamente y sin retorno al Club Barcelonés, uno de los mejores equipos de fútbol de España, fue el nombramiento como presidente al Señor Laporta; que no escondió en ningún momento sus opciones políticas ni sus intenciones. Se ponía fin a una política de ambigüedad que una buena parte de la directiva de club practicó durante mucho tiempo, esperando el momento adecuado para barrer cualquier tendencia que no fuera totalmente nacionalista y, por tanto, a ciertos directivos que no se significaban necesariamente con dicha política de exclusión.
Hoy, inmersos como estamos ya en una sociedad que tiende a politizar todo aquello que toca, que convierte en asunto de buenos y malos cualquier tema público, o que degrada hasta el ridículo y el absurdo cualquier principio correcto y edificante, hay ya toda una generación de catalanes educados bajo el aleccionamiento anti español por parte de varias instituciones y que, mal que le pese a más de uno reconocerlo, han crecido bajo la influencia mas o menos poderosa del victimismo político de ciertos partidos y manipulación histórica tan interesada como la que pudo existir durante la dictadura franquista.
¿El Resultado? En mi opinión, un daño social irreparable basado en aquel famoso dicho, “el que venga detrás, que arree”; nivel de conocimiento escolar más bajo de lo que correspondería a una comunidad autónoma de sus características, posicionamiento del nacionalismo aún en segmentos de población nacidos de inmigrantes que pretenden hacerse perdonar su origen, y el consabido victimismo político, histórico y económico de unos dirigentes que no han dudado en perjudicar gravemente los intereses de otras comunidades autónomas, favorecidos por su propia influencia en la política nacional de la que reniegan diariamente y a la que califican poco menos que de “invasora”.
Y para muestra, la siguiente noticia:
http://www.lanacion.es/?p=2071
http://www.elconfidencial.com/cache/2008/03/25/3_laporta.html