
Biel ha perdido la oportunidad de romper con la imagen de comparsa del PSOE que el PAR arrastra desde hace ya tanto tiempo.
La militancia del Partido Aragonés se siente decepcionada. Muchos han sido los que han creído en la filosofía del partido en lo que se refiere a la gestión de los recursos hídricos en Aragón. Muchos han trabajado dura y desinteresadamente en campañas electorales y actos públicos, para transmitir a todos los aragoneses el sentimiento – no falto de razón – de que hace falta en esta tierra un partido fuerte y con el suficiente número de votos para tener la presencia necesaria en las instituciones. Y ha sido un trabajo arduo, porque, a pesar de que Aragón es una de las comunidades autónomas que menos le debe al centralismo y que más ha sido perjudicada durante los últimos tres siglos, no existe una conciencia popular propia de personalidad histórica.
He escrito en varias ocasiones, y he sido muy criticado por ello, que es muy fácil engañar al pueblo aragonés. Y sigo manteniendo la misma idea, porque en estos últimos meses esta misma idea se ha fortalecido a raíz de todo lo ocurrido con el trasvase del Ebro a Barcelona.
A toro pasado, y con suficientes datos publicados, la situación queda de la siguiente forma:
Meses antes de las últimas elecciones generales, Zapatero pone en práctica una vez mas su consabida táctica de ocultación de información. En esa ocasión, negocia en secreto un futuro trasvase desde el delta del Ebro hacia Barcelona, ciudad que se encuentra ya en alerta por escasez de agua de boca. Dicha alerta se oculta desde las instituciones y desde el propio gobierno central, porque podría ser un duro golpe a los resultados de gestión nefastos de las administraciones catalanas, lo que podría suponer un duro golpe para el Partido socialista Catalán. No olvidemos los escándalos sucedidos con las infraestructuras barcelonesas durante la pasada legislatura.
A cambio de esconder bajo la alfombra el problema del agua de Barcelona, ZP promete a sus amigos Catalanes llevar agua del Ebro e iniciar las obras necesarias al poco tiempo de finalizar la campaña electoral. Es decir: todo estaba atado y bien atado.
Cuando salta la noticia de la necesidad de agua para Barcelona y la urgente realización de un trasvase, poco importa para algunos líderes políticos sus promesas y discursos anteriores. Marcelino Iglesias, Presidente de Aragón, queda a los pies de los caballos cuando los medios le recuerdan las grandilocuentes afirmaciones de su jefe de Madrid durante la campaña y las suyas propias, asegurando que dimitiría si se faltaban a las promesas hechas a los aragoneses. Su reacción fue la única que se puede esperar de un gobernante socialista. Ignoró sus propias promesas y, para cubrirse las espaldas, encargó un informe jurídico sobre la legalidad del trasvase, del que se atrevió a decir con antelación que no reflejaría ninguna ilegalidad sobre el “desvío de caudal a Barcelona”. Opinión anticipada que era en sí toda una declaración de intenciones y una coacción a la justicia; practica habitual de los gobiernos socialistas desde el inicio de la democracia.
Estoy seguro – me encantaría equivocarme – que esta situación de mentiras y falsas promesas no supondrá un grave problema para el partido socialista. La historia reciente nos enseña que, generalizando, el electorado de izquierdas es altamente manipulable por su falta de criterio. No importa lo falsa, indigna o inútil que pueda ser la gestión de los gobernantes de su partido, porque sus votantes se venden fácilmente ante un buen paquete de promesas populistas. Así que Marcelino Iglesias, una vez que pase la tormenta, volverá a brillar rutilante mientras se hace fotos en
Pero para el Partido Aragonés las consecuencias pueden ser muy distintas. Militantes y simpatizantes no entienden por qué Biel permanece callado. El partido que más se ha significado a la hora de defender los intereses de Aragón, no mueve ni un dedo ahora. El gobierno catalán tantea la posibilidad de comprar excedentes de agua a los agricultores, lo que significa abrir la puerta a la futura especulación y mercadeo de un recurso natural necesario, y el Partido Aragonés no se manifiesta. Quienes dieron su voto a Biel hablan de decepción. Hablan de políticos que primero miran por su despacho y coche oficial. De políticos que no arriesgan sus prebendas cuando realmente hay que dar