
En realidad solo es curiosidad; pero cuánto me gustaría saber a quien se le ocurrió nombrar a Bibiana Aído de ministra de algo, de cualquier cosa; de lo que sea.
Si formar gobierno fuera hoy un arte, la consagración del artista sería poner al frente del ministerio de defensa a una anti española confesa. ¿Y el virtuosismo? Pues el virtuosismo del arte de organizar un gobierno bien podría ser crear un ministerio de la igualdad y ministrar a la menos ministrable de todos y todas, a no ser que se pretenda que la ministrable iguale a las mujeres feministas, desigualando al resto de las mujeres y a todos los hombres que no se confiesen homosexuales, nacionalistas y/o progresistas de pro.
Su tropelía léxico sintáctico semántica ha tenido el mérito de quitarle un poco de hierro a estos últimos días en los que ya esta llamando a la puerta lo que bien pudiera ser la peor legislatura de la democracia, en lo social, en lo político y por descontado, en lo económico. Y da igual que no queramos abrir y dejarla pasar porque lo que se dice entrar, entrará de todos modos.
Que Bibiana haya dicho miembros y miembras tiene su relativa importancia. Que después lo haya justificado asegurando que se lo pegaron en centro América, donde dice ella que es de normal uso, cosa que es mentira, si tiene algo más de importancia. Pero que pretenda por último que
No me irrita tanto que se columpiara primero al compás de su feminismo esquizoide, ni que haya tomado por tontos y tontas a los españolos y españolas. Pero que justifique in extremis su patinazo extendiendo las sospechas de machismo rancio a una institución del estado ya me parece elevar el listón de la mediocridad y de la mala intención hasta cotas que, como mínimo nadie superará hasta, digamos… el próximo mes.
Me alivia bastante la contestación de los académicos, manifestando que “siempre tenemos locos pidiendo cosas peregrinas” y espero con un cierto regusto de venganza lo que escriba sobre el asunto Pérez Reverte en alguna de sus colaboraciones, a quien no considero esencialmente estoico ante la proliferación de esta clase de personajes tan políticamente correctos y correctas.
Una cosa sí me preocupa de este último numerito de progresista a sueldo. Esto no es un hecho aislado. Ella es una militante más en esa cantera interminable de revolucionarios totalitarios y compulsivos que por progreso entienden cargarse diccionarios, abrir mezquitas, cerrar iglesias, respetar velos, quitar bíblias… y dividir. Sobre todo dividir. Dividir a fuerza de palabras, conceptos y leyes absurdas sobre las que nadie pierde el tiempo en pedir y que nos imponen porque hay que removerlo todo. Hay que agrietar muros y debilitar cimientos. Poco a poco, pero constantemente.
En fin. Que
Y hablando de currículum, tendré que reconocer que, al menos, Bibiana no lo ha inflado para parecer más meritoria, como sí hizo algún otro ministro. A ella no le hace falta. Criada bajo la falda de la subvención y la componenda chavista, de la que parece haber asimilado hasta la capacidad de emitir palabros, ha saltado por el escalafón como nadie. Ha pasado de bancaria de prácticas a ministra de igualdad haciendo horas extras fomentando el flamenco. Oroel nos presenta el currículum de marras. No lo aceptaría ni
Si es que, ya se sabe… ista, ista, ista…