
“Los tiempos cambian”
He oído esta frase cientos de veces. Siempre me ha parecido una excusa de quien no quiere comprometerse con la defensa de ciertos valores y principios que considero son inalterables desde el principio de los tiempos. Inalterables, dignos, correctos y necesarios.
Por desgracia hay quien usa estos principios como estandarte para sus propios fines, sin importar el uso que se haga de ellos siempre y cuando sea suficientemente rentable.
He leído este fin de semana un informe cuya resultados deberían provocar escalofríos a un ser humano normalmente constituido.
Según este informe, durante la década de
Con semejante panorama, la previsión que ha hecho el Instituto de Política Familiar se cifra en 232.000 abortos por año. Cerca de un cuarto de millón de vidas de no natos que acabarán en un cubo de deshechos, sin nombre ni reconocimiento ninguno. Vidas humanas – por muchas vueltas y maniobras dialécticas progresistas – que no alcanzarán a nacer, a crecer y a tener las oportunidades que cualquier ser humano merece por el solo hecho de serlo. Vidas de los que ciertamente son los más débiles e indefensos. Vidas que no tienen ninguna importancia, ni siquiera estadística, para quienes presumen constantemente de estar al lado del débil y del desfavorecido.
Hoy, la frase “los tiempos cambian” se aplica a todo. A la permisividad cada vez mayor con el aborto, a la necesidad de algunos sectores de justificar el consumo indiscriminado de ciertas drogas, a mirar hacia otro lado ante manifiestos casos de corrupción. Para mí, esta frase no es más que la afirmación del consentimiento con todo lo que sucede. Y en el caso que me ocupa en este post, consentimiento, aunque sea por omisión, con el genocidio de casi un cuarto de millón de no natos.
¿Es esto política social y progresista? O es que la defensa de la vida del inocente le etiqueta a uno como derechista, retrogrado y enemigo de los avances sociales? ¿Qué entiende entonces el gobierno socialista, su partido y sus medios afines por avances sociales?
Que lo digan bien claro, sin eufemismos ni subterfugios. Que expliquen lo que entienden por avance social a la hora de enviar a seres humanos no nacidos a la muerte.