
Son tan viejas como la misma humanidad. Y muchas veces funcionan. En realidad no importa cuantas veces se repitan, ni los argumentos que se utilicen para ponerlas en marcha, porque si están bien diseñadas, lo difícil es que no funcionen.
Realmente podemos aprender mucho de esta crisis por la que estamos pasando. (Más nos vale que aprendamos algo, porque lo realmente difícil está aún por llegar)
Durante estos últimos años hemos vivido el enrarecimiento casi absoluto de la vida política española, que ha salpicado en mayor o menos medida a la práctica totalidad de la vida política del país. Y una ce las características que más me llamó la atención durante todo este tiempo fue la capacidad de los lideres del Partido Socialista, cliente de las mejores agencias de publicidad nacionales, para manipular a la opinión pública a su antojo en asuntos tan importantes y críticos como los atentados del 11-M, la catástrofe del Prestige o la guerra de Irak, que tanto daño hacen a la imagen del Partido Popular, incapaz de reaccionar cuando se ve acusado. Aunque más que esa facilidad para movilizar a masas increpantes, llama mi atención lo que sucede en estos días.
Todos nos hemos hartado de proclamar que el gobierno de España ha ocultado desde hace tiempo la llegada de la crisis y la gravedad de esta. Nos ha parecido aberrante que posteriormente, sumergidos ya en dicha crisis, Zapatero y sus ministros siguieran negando lo evidente; lo que cualquiera podíamos ver a la hora de hacer la compra, de pagar la hipoteca o de llenar el depósito de gasolina. Pero ya ha llegado el momento en el la crisis no se puede ocultar, ni renombrar con extraños calificativos. La cortina ha caído y la evidencia está a la vista de todos. Me refiero a la evidencia de la manipulación y la mentira manifiestas.
Entonces, ¿Qué es lo que se debe hacer ahora, según el manual de estrategias políticas del gobernante aventajado? Muy sencillo. Si el paso anterior era la negación del problema, recurriendo incluso a la descalificación de quien denunciaba dicho problema, el siguiente paso es, culpar a otro. Y a ser posible, que sea el culpable al que se ha culpado en el paso número uno.
Mientras Solbes declara obviedades y vaguedades en el congreso y en ruedas de prensa, Pepe Blanco explota el filón que el paso número dos ofrece en un país como el nuestro.
Blanco abre el manual del intoxicador y recita las claves del paso número dos, poniéndoles nombres propios. Dice que la crisis es culpa – entre otros - de George W. Bush, del PP y de la guerra de Irak. Nótese que si la crisis no existía hace apenas una semana, hoy sí existe. Y es muy grave. Y tiene culpables. El vicesecretario general del PSOE descubre, además, que en España la crisis solo puede ser afrontada con éxito por el Presidente Zapatero y el Vicepresidente Solbes, pues son las personas idóneas para ofrecer certidumbre y soluciones. ¿Han ofrecido certidumbre y soluciones alguna vez? No. ¿Son capaces de ofrecer tales cosas? Hasta ahora, no lo han sido.
Ante la acusación del PP de falta de previsión del gobierno, el Sr. Blanco no plantea alternativas. En lugar de hacerlo, contesta que fueron los populares quienes no tuvieron ninguna previsión cuando decidieron apoyar la invasión de Irak. Ante estas consabidas y gastadas acusaciones, las reacciones del partido de pseudo oposición se podrían calificar de pólvora mojada.
Así que, si añadimos a estas preclaras declaraciones las que ha añadido Solbes hoy, pidiendo a los “sectores sociales” un esfuerzo conjunto para afrontar esta grave situación económica, pero sin ofrecer ninguna medida concreta y eficaz, podemos esperar, sin temor a equivocarnos, que cada vez que alguien decida echar en cara a Zapatero su incapacidad, oír que la crisis es culpa de la oposición, de Aznar o de la guerra de Irak, y que la oposición, si sigue en su papel de ausente, entretenida en mirar las nubes, no sabrá sacar partido de la deriva de este gobierno, que será la deriva de ese barco cargado de optimismo del que hablaba Zapatero y que parece hacer agua por todas partes.
Dos avisos a navegantes:
Cosas que no vimos en décadas pasadas, las vemos ya hoy. Colas de parados en las oficinas de empleo, de madrugada, haciendo noche para pedir número en cuanto se abran las puertas.
Y dos. Cada vez se contradicen con mayor frecuencia y claridad los ministros de industria y de economía y hacienda. Mal síntoma. En el puente de mando del barco del optimismo no tienen las cosas claras. No se ponen de acuerdo sobre qué rumbo tomar.
El pueblo español tendrá la responsabilidad, en las siguientes elecciones, de valorar si la estrategia de Zapatero, Blanco, Solbes y el resto de este nefasto gobierno, ha funcionado o si, por el contrario, habrá llegado el momento de ponerlos donde se merecen.
Aunque… si la responsabilidad de un pueblo se mide por el resultado de sus decisiones…