Yo les llamo hipócritas porque hacen lo contrario de lo que dicen que debemos hacer. Bajo el disfraz de artistas de cualquier género, son personas que imponen modas y pautas de comportamiento empujados por la codicia. O que, falsamente, se arrepienten de sus actos para levantar sus ventas y su fama. Hay muchos; pero no seré yo quien confeccione una lista. Me basta con tener claro quienes son y con hablar de ellos cuando creo que debo hacerlo.
También hay hipócritas en política. Muchísimos. Quizás lo dé la profesionalidad del cargo, o mejor dicho, el querer permanecer en el cargo a toda costa. Pero estos son los más fáciles de detectar, incluso para sus permisivos votantes.
Sin embargo, los más disimulados son, en bastantes ocasiones, los que viven del cuento. Del cuento de defender un modo de vida “libre” y “moderno” que, o bien les lleva a ellos también a la catástrofe – como tantos casos que conocemos – o que ellos mismos se ocupan de sostener como escaparate sin permitir que su propia vida privada se les desmande.
El ejemplo de hipócrita al que me refiero hoy es Madonna. Sus habituales excentricidades, dirigidas a mantenerse en la cima del mundo musical, han suscitado normalmente la indignación de algunos colectivos. Desde que el día que descubrió que podía utilizar sus conciertos y videoclips como herramienta de provocación, no ha parado de crear polémica a su alrededor.
Por descontado, ella es muy libre de hacer lo que quiera. O mejor dicho en esta ocasión, es muy libre de promover lo que quiera. Como cualquier persona, tiene derecho a expresarse, a elegir y a decidir. Lo que me choca en este tipo de personajes es que usen su proyección ante el público para procurar manipular en beneficio propio o en el de quienes manejen sus finanzas y sus campañas.
Que Madonna tome partido por uno u otro candidato de la campaña presidencial de los Estados Unidos, no debería tener nada de particular. Cualquiera debería ser libre de apoyar a su candidato preferido. Pero lo que no cuadra, a poco que se tenga memoria, es que la cantante, por un lado, vaya de progresista, fomentando la homosexualidad, el lesbianismo, la burla hacia las creencias cristianas, la supuesta analogía entre McCain, Hitler y Mugabe, la realidad de las bondades de Al Gore y su calentamiento global venido a menos y reconvertido en cambio climático, y, al mismo tiempo, haya preferido la educación de un colegio de monjas para internar a su hija.
No sé si me doy a entender. No se trata aquí de decir que Madona sea buena o mala, conservadora o progresista, mejor o peor cantante. Es que me parece que esto es un ejercicio de cara dura en toda regla. No oculto que no me gustan sus canciones. Quizás, y bromeando como me dijo un amigo hace tiempo, lo malo de hablar bien inglés es que entiendes las letras de las canciones. Y sus canciones no me gustan. No me gusta lo que invitan a hacer a un buen montón de adolescentes y de adultos a punto de convertirse en frikis del estilo de crónicas marcianas. No me va ese mundo de ambigüedad en el que lo bueno puede ser malo mañana, dependiendo de una moda y de una tendencia dirigida por un tipo que te dice que este año se llevan los pantalones campana con cuadros y topos, pero que nunca ves que él los lleva puestos. Esta es mi postura en cuanto a este tipo de artistas. Y no pasa de ser eso; mi modo de ver. Pero me rechina que esta mujer haga política, comparando con los nazis a quien nada tiene que ver con ellos y metiéndose de lleno en el “demodé” movimiento ecologético y rentabilísimo de Al Gore.
No me encaja en el perfil de progre, la señora Madonna. No la veo yo en ese papel. Creo que se sitúa más en el de los oportunistas. En eso sí que cumple el perfil. Como Jagger, de los Rolling Stones. Toda una vida cantando y comportándose a favor del amor libre y del uso indiscriminado de las drogas, para acabar aceptando ser un Sir, de manos de Su Graciosa Majestad y llevándose un cabreo respetable porque su hija adolescente quedó embarazada. Adolescente que, también, acabó internada en un colegio de monjas.
Lo que habrá que ver en los próximos meses es si la puesta en escena de Madonna logra perjudicar a McCain o, por el contrario, causa el efecto contrario y moviliza más votos a su favor. Quien sabe. En España, hablar de orgasmos democráticos dio resultado.
Supongo que ella promueve la libertad de decidir, en mi caso actuo igual, estoy a favor de que no se obligue a la enseñanza religiosa por ejemplo, y a todas las alternativas sexuales, sociales o religiosas por nombrar algúnas y en cambio yo si tengo a mis hijos dando esta asignatura y a su vez forma parte, en este caso la mayor, de la parroquia de mi barriada.
ResponderEliminarY si madonna se hubiese decantado por la candidatura repúblicana, para mi seguiría siendo todos los calificativos que has puesto, o sea ella es provocadora por naturaleza comercial y así le va muy bien.
PD. Gracias por añadirme a tu brogrol.
Ya veo por donde vas. Creo que lo entiendo y si es así estoy de acuerdo.
ResponderEliminarComo se puede ir por el mundo promoviendo una serie de cosas, pero metes a tu hija en un colegio de monjas para que esté a salvo de lo que promueves.
Lo que no sabía es que Mick Jagger es Sir. Joder que morro, no? Que clásico nos ha salido...
No es incoherencia. Es el doble lenguaje de la izmierda (o de los oportunistas). Como Montilla, que ahoga a todos sus escolares en el catalán, pero manda a sus hijas al colegio alemán, para que estén a salvo de sus políticas liberticidas.
ResponderEliminarEn este caso, la incoherencia es de las monjas. Si yo fuera la madre superiora de ese colegio, ni por asomo se matricularía la hija de Maddona.
Caminando yo por una calle de Almería con mi novia, tuvimos que socorrer a una persona que estaba desorientada, con elevado grado de embriaguez, tirada en el suelo y en medio de la carretera. Vino a ayudarnos una señora mayor; el resto de las personas, pasaba de largo...y una de esas personas que pasó de largo y que nos miraba con desprecio es uno de los pesos fuertes de IU en Almería.
ResponderEliminarCon ello quiero decir que la hipocresía es una constante de nuestra sociedad y que la vemos en las altas esferas pero también en el día a día.
Saludos y muy acertado el post.
¿Y los anamanueles, victorbelenes, sabinas y bosés españoles? Aquí también tenemos un amplio surtido de hipócritas.
ResponderEliminarSi al final esta gente es como toda esa gente de la prensa rosa casposa, es igual. Creo que si se limitan a trabajar les da algo.
ResponderEliminarBueno, en honor a la verdad, en todas partes cuecen habas, y el que esté libre de culpa que tire la primera piedra.
ResponderEliminarHaciendo un sano ejercicio de autocrítica, hay que admitir que también existían (y existen, y existen) aquellos que se dan golpecitos de pecho ante los altares mientras mantenían relaciones paralelas, amantes, a las que colocaban en un pisito y les dedicaban con esmero las horas que no compartían con sus esposas...; o los que alardeaban de la exquisita educación que estaban proporcionando a sus hijos, mientras llevaban a sus hijas a Londres para que no saliese a la luz el desliz de la niña...; y multitud de ejemplos que no nos serán difíciles de recordar.
La hipocresía no es exclusiva de una ideología u otra, una època u otra, un país u otro. La hipocresía, la doble moral, la mentira, la conveniencia, el interés, es algo que nos acompaña siempre y desde siempre.
Lo que sí puede ser que vaya con los tiempos es la tolerancia con que los "espectadores" (¿hasta qué punto somos meros espectadores porque no alcanzamos el pastel?) contemplamos a nuestros ídolos. La capacidad de justificar los errores de nuestro propio grupo afín mientras caemos como losas sobre los errores del otro grupo...
Son contados los casos de personas íntegras. Lamentablemente, los unos porque ya han demostrado no serlo, los otros porque sencillamente no se sabe, no han tenido ocasión... y veríamos qué pasaba entonces...
Por eso, antes de tirar la primera piedra...