
Uno de los puntos calientes del planeta vuelve a entrar en ebullición, pero en esta ocasión, a los cocineros expertos en recetas de manipulación y agitación no parecen interesados ni siquiera en hacer un caldo.
La ciudad de Tsjinvali, en la republica de Georgia, ha sido arrasada por El ejército ruso como por una apisonadora gigantesca. Hasta el momento de escribir este post se valora el número de víctimas mortales en alrededor de tres mil, sin tener aún una cifra aproximada de heridos y desplazados por la guerra. Georgia – que está pagando con sangre sus deseos de occidentalizarse - ha anunciado un alto el fuego unilateral que Rusia ignora para seguir con su escarmiento, dejando claro quien manda e la zona. Los llamamientos de Naciones Unidas para el cese de las hostilidades han resultado inútiles. Rusia es miembro del consejo de seguridad, así que dichos avisos no tienen ningún poder de intercesión. Putin sigue teniendo bula de la izquierda y la progresía europeas para hacer lo que le venga en gana cada vez que se le antoje, como lo demuestra, en el caso de España, la ausencia del panorama actual de los líderes del calentamiento mediático.
Algo parecido sucede con estos juegos olímpicos de Beijing, hipócritas y huérfanos del espíritu que deberían promover.
Que Moratinos asegure ser – él y su clan – los europeos mas amiguísimos del régimen chino, ya es una garantía de que dicho régimen no es precisamente un faro de las libertades fundamentales. Siempre habrá quien diga que afirmar tal cosa es exageración, pero yo siempre argumento que hay que quedarse con los resultados y los hechos, antes que las palabras previas. Zapatero y sus ministros llevan más de cuatro años cultivando su alianza de civilizaciones con países donde los derechos humanos no existen o están supeditados al capricho del dictador de turno.
¿A que podemos achacar esta ausencia de los progresistas? ¿Vacaciones? ¿Conveniencia?
Como era de esperar, después de tantas y oportunas maniobras y manifestaciones cuando Zapatero las ha necesitado, Hoy no hay pancartas en las calles. Ni artistas con el dedo en la ceja. Ni periodistas aprovechando la muerte de sus compañeros para acosar a un Presidente. Ni movilizaciones por las víctimas de la represión china, ni por las víctimas de Georgia, ni plataformas ad hoc para denunciar lo que está pasando.
La progresía no está, ni se le espera. Contra esta guerra no toca protestar. No mueven un dedo por los reprimidos chinos. Es más gratificante ir al Coto de Doñana, o a la costa gallega a incumplir la ley de costas, o a vivir del cine americano e imperialista, o a buscar jineteras a cuba.
O eso, o es que Blanco no ha encontrado aún el modo del culpar de ambas situaciones a la derecha española. Estará bajo de forma.