
José Luis Rodríguez Zapatero ha desvelado, por fin, uno de los enigmas que más ha tenido en vilo al mundo occidental durante el último año. La crisis económica – inexistente hasta hace un mes, e invento de los enemigos de la democracia – tiene un único culpable.
Fiel a su estilo demagógico, que tan buenos resultados le ha dado durante estos años, ha acuñado una de sus frases lapidarias, de esas que piden escultor y granito suficiente para perpetuarlas a pié de monumento.
"Que nadie tenga ninguna duda, ya hay un consenso amplio de dónde se sitúa el origen de la crisis: en EEUU y las hipotecas subprime". Y después de semejante sentencia, definitivamente, me reafirmo en mi convencimiento de que estamos siendo gobernados por un absoluto demagogo.
Coincide un buen número de expertos en economía en que sí, que la crisis de las hipotecas subprime fue uno de los detonantes que hizo estallar el barril de la economía. Coinciden también en que la concesión de dichas hipotecas, en condiciones tan tentadoras, a tanta gente que no podría hacer frente a sus correspondientes pagos ante la más mínima complicación, ha sido un tremendo error en el cálculo de riesgo por parte de las entidades de crédito. Y coinciden también en que, dentro de cada país, se han dado condiciones que han acelerado, o cuando menos, ayudado, a que la crisis se haya ido acentuando con el paso del tiempo.
Una vez convencido Zapatero de que la crisis es real, a buenas horas, mangas verdes, y habiendo descubierto también al culpable, decide que es preciso “el máximo esfuerzo común de
Declaró además, ya que estaba en racha, que el sistema financiero español está resistiendo muy bien, y reiteró sin ningún pudor que es gracias al buen hacer del Banco de España, al contrario de lo que está sucediendo en otros países y sus respectivos bancos centrales.
Pero, si bien ZP olvidó añadir a semejante análisis simplista alguna solución o propuesta consecuente, Felipe González, desde el diario El País, pretendió llegar más allá en su valoración de la situación económica actual, aduciendo una completa serie de topicazos al uso sobre el capitalismo y la economía de mercado.
Confundiendo González la realidad con su propia doctrina, aseguró en su articulo cosas tales como que un año después del comienzo de la crisis del sistema financiero de Estados Unidos y su rápido contagio a otras áreas centrales, seguimos sin diagnóstico y, por tanto, sin terapia. Como frase vacía de contenido puede quedar muy bien para justificar una colaboración en el periódico de sus amigos, pero ha olvidado decir que lo que describe es exactamente lo que está sucediendo aquí, en casa: que llevamos un año viéndolas venir, sin que el gobierno haya tomado medidas ni haya querido prever las consecuencias para no verse afectado electoralmente, estrategia esta de la que participó el propio Felipe González durante la última campaña electoral.
La política española parece haberse anclado en el esperpento y en la aceptación de la mediocridad y la ineptitud, no solo en lo que ha declaraciones y comentarios absurdos se refiere; también en la justificación de lo que es injustificable, por parte de quienes, por simple cuestión de decencia y vergüenza propia, mejor harían en permanecer callados. Mientras a José María Aznar - al que se le podrá echar en cara muchas cosas excepto la eficacia de su gestión económica - se le reprocha cada vez que aparece en algún medio, exigiéndole silencio, Felipe González, que inició su andadura con la mayor expropiación conocida en España y finalizó con la corrupción y el enchufismo extendidos por todo el país, se le permite decir cuanto le venga en gana.
No deja de ser curiosa la selectiva memoria colectiva de nuestra sociedad. En cualquier caso, menos mal para Zapatero que Rajoy está al quite, con su extraño don de la oportunidad y sus especiales opiniones, como la última de mezclar en el mismo saco dos realidades tan distintas como el número de extranjeros que cobran el paro con la cantidad de españoles que trabajan en la vendimia francesa, y que ha permitido al Presidente salirse por la tangente y acusarle de racismo. Que el PSOE rinda honores ya a Rajoy y que le otorgue el nombramiento de segundón vitalicio de Zapatero. Se lo merece.
El artículo de Felipe González en El País. Es para no perderselo.