
Dos asuntos me han parecido importantes hoy y no me puedo resistir a hacer algunos comentarios.
Uno, la ilegalización y disolución de ANV, por parte del Tribunal Supremo, me sabe a poco.
Más allá de de las consecuencias, tales como la prohibición de ocupar cargos e instalaciones en empresas públicas y la congelación de subvenciones, no parece que la sentencia pueda llegar hasta la raíz del problema real; que los proetarras no deberán devolver sus actas de concejales y podrán seguir gobernando en 43 municipios del País Vasco y Navarra. O lo que es lo mismo; se les priva de medios, pero podrán seguir haciendo su voluntad en muchos pueblos y ciudades.
Una vez que sea efectiva la disolución de ANV, los ediles que representan a este grupo proterrorista tendrán que ejercer sus funciones a título individual, lo que les debería impedir participar, por ejemplo, en comisiones municipales, con la consiguiente pérdida de dietas y otras asignaciones económicas. Tengo verdadera curiosidad por ver si, como hace no mucho tiempo, los concejales de IU, PNV y otras formaciones nacionalistas incumplirán la ley con su habitual impunidad y apoyarán explícitamente a los concejales de ANV para que puedan seguir haciendo su voluntad, tal y como sucedió tras la ilegalización de HB.
No puedo dejar de pensar que, si se hubieran hecho mejor las cosas en un pasado cercano, no habríamos tenido que pasar por esto otra vez. Estamos pagando las consecuencias del gran error político que facilitó que ETA volviera a tener representatividad pública, además de recuperar dinero y medios para seguir atentando contra cualquiera que no comparta su ideario.
Creo que a muchos ciudadanos nos hubiera satisfecho más que todos estos ediles hubieran desaparecido de los ayuntamientos y juntas donde tienen representación. No sé hasta donde puede llegar la aplicación de la ley en esto, pero el saber que, aunque no cobren del dinero de los impuestos que pagamos todos, seguirán ocupando sus puestos políticos no me da mucha esperanza de que la ilegalización de ANV vaya a surtir mucho efecto práctico en la convivencia de muchos municipios.
Y dos, hoy me he sentido verdaderamente agradecido de que ningún informativo de radio o televisión me haya recordado cada hora de que la hija mayor de los príncipes de algunos españoles haya asistido por primera vez al colegio. Ayer acabé saturado de eso. Tan importante noticia aparecía a cada momento en cualquier canal. Y no estoy hablando solamente como republicano; también como ciudadano. Me parece un verdadero acto de servilismo y el que los medios se hayan ocupado de esta niña como si realmente fuera uno de los eventos fundamentales del día.
Ya sé que el pueblo necesita y adora tener ídolos a los que admirar y pagar por ver, como puedan ser los artistas, o pagar por mantenerles en un status y ritmo de vida de cuento de hadas, como es el caso de cualquier familia real que se precie. Ya lo sé, pero no lo entiendo. Me alegro que la niña crezca sana y que comience a recibir educación, pero no comparto el afán por el espectáculo del que se lucran no solo principies y reyes, amén de revistas y otros programas sucios. No estoy de acuerdo con eso, porque me sale caro, como a cualquiera de los habitantes de este país que no pertenecen a la élite que mantenemos y aprobamos.