Gaspar Llamazares formalizó su dimisión como Coordinador General de Izquierda Unida este pasado fin de semana. El lugar elegido para tal evento fue la asamblea asturiana del partido.
Quizás el mérito de Llamazares, sin haberlo pretendido, haya sido demostrar a una sociedad cómoda y relativista que los planteamientos comunistas, con todas sus connotaciones, ya no arrastran a tanta gente.
Puede que los electores le hayan hecho saber a Llamazares que su servilismo hacia el Partido Socialista y al nacionalismo radical vasco les ha abierto los ojos, dándose cuenta de que si IU existe para eso, entonces su existencia es inútil. Supongo que también pueden haberse dado cuenta que no tiene ningún futuro apoyar a una ideología que se muestra abiertamente favorable a las atroces dictaduras que aún existen en el mundo – y a sus prácticas y resultados – cuando ya ha tomado el poder de la izquierda otra línea, digamos, menos agria, más moderna y dispuesta a apoyar los mismos principios, disfrazándolos de progreso y tolerancia.
Además, no nos engañemos, a nadie le interesa hoy día en un país occidental una ideología que, como resultado de sus máximas en contra del individualismo, la iniciativa privada y la libertad, predica un igualitarismo atroz que niega todo lo anterior, cortándolo de raíz. No en esta sociedad en la que el individuo vive de los créditos, se entrampa en un piso, una casa de verano, un par de automóviles, y se siente realizado adquiriendo el modelo más grande de TV plana que se pueda permitir o el teléfono móvil de última generación con el que pueda presumir más y mejor.
El caso es que Izquierda Unida ha desaparecido casi totalmente de la representación parlamentaria. La formación que Julio Anguita dejó con más de veinte diputados ha tenido que refugiarse en el grupo mixto. Desde el inicio de su mandato, Gaspar Llamazares ha colocado una y otra vez, con sus declaraciones y decisiones, en el ridículo más absoluto y en el descrédito ético a la formación que ha liderado. Los apoyos continuados a los proetarras, las iniciativas absurdas y el silencio cómplice con el PSOE han provocado la fuga de votos hacia la posición más rentable; la socialista.
¿Asume su culpa Gaspar Llamazares? No parece que sea así. En la asamblea asturiana ha sido ovacionado, puño en alto. Parece que le agradecen los servicios prestados. Es fácil culpar ahora al sistema electoral, que castiga a algunos partidos y territorios a la vez que favorece a otros, pero esta misma ley es la que está en vigor desde la transición cuando el PC, y posteriormente IU, tenían muchos más diputados en el Congreso.
Al demérito de Llamazares hay que añadir – siempre bajo mi punto de vista – la labor de desgaste continua desde el Partido Socialista, que ha sido el principal beneficiado de semejante descalabro. En muchos municipios, las concejalías ocupadas por gente de IU han pasado a ser del PSOE en las últimas elecciones municipales. Y ya se sabe que, cuando dicho partido agarra bien el poder, ya sea por mayoría absoluta o bien gracias a formaciones bisagra que, en muchos casos acaban fagocitadas por los socialistas en las urnas, es muy difícil que lo suelte.
En conclusión. La renuncia de Llamazares se ha confirmado, como no podía ser de otro modo, pero ha pasado desapercibida en estos días de inquietudes bursátiles, declaraciones de Pepe Blanco obsesionado con Aznar y un Presidente Rodriguez Zapatero llamando a las puertas de un club al que despreció en el pasado, ofendiendo a la bandera de unos, llamando, con desprecio, derechista a un francés que acabó ganando sus elecciones y fracasada a otra que hizo exactamente los mismo: convertirse en presidente de su país.
Ahora, sumergido todo el país en esta crisis que la derecha inventaba para crispar, puede tener alguna opción el sucesor de Llamazares, aunque lo dudo mucho. Creo que estamos asistiendo a la desaparición definitiva de la izquierda comunista en el congreso. Poco le faltó en las últimas elecciones generales. Y, aún cuando los ciudadanos ven reducidos sus ingresos y peligra el pago de la hipoteca y la cesta de la compra, ya está el Partido Socialista y su todopoderosa máquina de propaganda para lanzar a aire las promesas populistas que mejor puedan calar entre la gente. El tiempo lo dirá.
Quizás el mérito de Llamazares, sin haberlo pretendido, haya sido demostrar a una sociedad cómoda y relativista que los planteamientos comunistas, con todas sus connotaciones, ya no arrastran a tanta gente.
Puede que los electores le hayan hecho saber a Llamazares que su servilismo hacia el Partido Socialista y al nacionalismo radical vasco les ha abierto los ojos, dándose cuenta de que si IU existe para eso, entonces su existencia es inútil. Supongo que también pueden haberse dado cuenta que no tiene ningún futuro apoyar a una ideología que se muestra abiertamente favorable a las atroces dictaduras que aún existen en el mundo – y a sus prácticas y resultados – cuando ya ha tomado el poder de la izquierda otra línea, digamos, menos agria, más moderna y dispuesta a apoyar los mismos principios, disfrazándolos de progreso y tolerancia.
Además, no nos engañemos, a nadie le interesa hoy día en un país occidental una ideología que, como resultado de sus máximas en contra del individualismo, la iniciativa privada y la libertad, predica un igualitarismo atroz que niega todo lo anterior, cortándolo de raíz. No en esta sociedad en la que el individuo vive de los créditos, se entrampa en un piso, una casa de verano, un par de automóviles, y se siente realizado adquiriendo el modelo más grande de TV plana que se pueda permitir o el teléfono móvil de última generación con el que pueda presumir más y mejor.
El caso es que Izquierda Unida ha desaparecido casi totalmente de la representación parlamentaria. La formación que Julio Anguita dejó con más de veinte diputados ha tenido que refugiarse en el grupo mixto. Desde el inicio de su mandato, Gaspar Llamazares ha colocado una y otra vez, con sus declaraciones y decisiones, en el ridículo más absoluto y en el descrédito ético a la formación que ha liderado. Los apoyos continuados a los proetarras, las iniciativas absurdas y el silencio cómplice con el PSOE han provocado la fuga de votos hacia la posición más rentable; la socialista.
¿Asume su culpa Gaspar Llamazares? No parece que sea así. En la asamblea asturiana ha sido ovacionado, puño en alto. Parece que le agradecen los servicios prestados. Es fácil culpar ahora al sistema electoral, que castiga a algunos partidos y territorios a la vez que favorece a otros, pero esta misma ley es la que está en vigor desde la transición cuando el PC, y posteriormente IU, tenían muchos más diputados en el Congreso.
Al demérito de Llamazares hay que añadir – siempre bajo mi punto de vista – la labor de desgaste continua desde el Partido Socialista, que ha sido el principal beneficiado de semejante descalabro. En muchos municipios, las concejalías ocupadas por gente de IU han pasado a ser del PSOE en las últimas elecciones municipales. Y ya se sabe que, cuando dicho partido agarra bien el poder, ya sea por mayoría absoluta o bien gracias a formaciones bisagra que, en muchos casos acaban fagocitadas por los socialistas en las urnas, es muy difícil que lo suelte.
En conclusión. La renuncia de Llamazares se ha confirmado, como no podía ser de otro modo, pero ha pasado desapercibida en estos días de inquietudes bursátiles, declaraciones de Pepe Blanco obsesionado con Aznar y un Presidente Rodriguez Zapatero llamando a las puertas de un club al que despreció en el pasado, ofendiendo a la bandera de unos, llamando, con desprecio, derechista a un francés que acabó ganando sus elecciones y fracasada a otra que hizo exactamente los mismo: convertirse en presidente de su país.
Ahora, sumergido todo el país en esta crisis que la derecha inventaba para crispar, puede tener alguna opción el sucesor de Llamazares, aunque lo dudo mucho. Creo que estamos asistiendo a la desaparición definitiva de la izquierda comunista en el congreso. Poco le faltó en las últimas elecciones generales. Y, aún cuando los ciudadanos ven reducidos sus ingresos y peligra el pago de la hipoteca y la cesta de la compra, ya está el Partido Socialista y su todopoderosa máquina de propaganda para lanzar a aire las promesas populistas que mejor puedan calar entre la gente. El tiempo lo dirá.
Estuvo cuatro años de mamporrero de ZP,haciéndole oposición a la oposición, y manteniendo su obsesión enfermiza con Aznar.
ResponderEliminarAl final,Zapatero le robó la cartera y el electorado,tomando posiciones aún más radicales que las que sostenía la propia IU.
Por abdicar,abdicaron hasta de la defensa de los trabajadores, y la prueba es que CCOO está silente y muda,entregado al pesebre con la que está cayendo.
Patético.
Mike, no dejas títere con cabeza.
ResponderEliminarNo todos los socialistas somos tan perversos, algunos continuamos en la límea marxista-engeliana, y valoramos al individuo per se, único aunque con problemas similares, que no iguales y propugnamos una revisión de las tesis económicas en la que se conjugen lo bueno de todas, que todas tienen algo bueno, con un modelo de crecimiento real, sostenible equitativo con todos los hombres y todos los pueblos y basado en el respeto al medio ambiente real, no esas vainas que nos venden como ecologismo. El verdadero ecologismo genera más puestos de trabajo que cualquier industria, el problema es que los beneficios económicos son menores y a más largo plazo, y hemos montado una sociedad en base a la satisfacción inmediata, vacía de contenido que hasta que no se vea con el agua al cuello no va a querer cambiar. Despues vendrá el" Kaos" y tendremos que volver a luchar por el "Logos" pero por ahora lo que que impera es el "logo" de las marcas.
Se Bueno y Peca Mucho.
Con esos puños en alto... parece más facho que bueno pues...
ResponderEliminarUn abrazo
Hoy se mofaban en la televisión de su última campaña electoral y la verdad es que no es para menos.
ResponderEliminarSaludos
Por los políticos siento poco respeto, la verdad. Sin embargo hay dos personajes de nuestra historia reciente por los que siento una gran admiración: Leopoldo Calvo-Sotelo, quien hubiera sido, de haber tenido ocasión de demostrarlo, el mejor presidente de la democracia española, y Julio Anguita, uno de los personajes más lúcida y noblemente coherentes de nuestra escena política. He dicho admiración, aunque es casi veneración lo que siento por ellos. A cierta distancia coloco a Vidal Quadras, de quien me decepcionó su falta de iniciativa en el último congreso del PP. Quizás no tuvo o no pudo reunir los apoyos necesarios. Nadie los logró, parece, salvo Rajoy.
ResponderEliminarJulio Anguita no hablaba de igualdad, creo, sino del problema clásico que dio origen al socialismo... o al comunismo: la justa distribución de la riqueza, o más exactamente la justa remuneración de los medios de producción. Es el problema clásico, irresuelto, en cuyo empeño por resolverlo fracasó de forma trágica el comunismo y se esforzó con relativo éxito la socialdemocracia. Bajo el gobierno de Zapatero no sólo se ha producido uno de los más dramáticos y rápidos deterioros económicos posibles, tanta es su incompetencia, sino la más grave grieta social registrada en España desde hace décadas. Nunca en toda la historia de España ha sido menor la participación de los salarios en la formación del PIB que bajo Zapatero, por debajo incluso que el resto de países europeos más capitalizados que el nuestro.
El problema de Izquierda Unida es que se ha olvidado de ese problema irresuelto y todavía vivo, agudizado por la incompetencia y frivolidad de ese falso socialista que es Zapatero -dejémoslo en progre o, mejor, en pseudoprogre- y se ha dejado arrastrar por la corriente del progresismo, inventando derechos y libertades, mientras que las clásicas y elementales se deterioran y pisotean, apoyando al terrorismo y aliándose con partidos y doctrinas tan próximas a la ultraderecha como el nacionalismo y abrazando todo aquello que pareciera antiespañol, por progre. Un camino erróneo, que no resuelve ningún problema, sino que los crea. No es extraño que los votantes, los más lúcidos, le hayan ido abandonando.
No olvidemos que el sindicalismo en sus orígenes y la lucha por la justa distribución de la riqueza es lo que humanizó el liberalismo extremo y escasamente humano de los albores de la Revolución industrial. Y que ese liberalismo, quién lo diría, ha vuelto de la mano de un régimen dictatorial, que se dice comunista sin serlo, como es el chino. Pero esa es otra historia.
Vemos un escenario donde la cultura europea, y todo lo que conlleva, está en peligro. La cultura occidental y sus valores están al borde de la desaparición. Si no ponemos remedio pronto, seremos exterminados en muy poco tiempo. Es irónico pensar que hay muchos europeos que desean este exterminio de cultura y forma de vida. Y me gustaría ver sus caras si algún día un yidahista obliga a sus hijas a vestir un burka (esto ha ocurrido en lugares como Afganistán o Irán. España, Europa entera, no sería una excepción). Seguro que no les hará mucha gracia.
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