
No he encontrado imagen mejor que uno de los chistes gráficos del genial Canalsú.
Quienes hayan visto la genial película de animación “Los Increíbles”, sabrá de qué estoy hablando. Aparece un personaje que, amparándose en su poder, intenta amedrentar al protagonista de la historia, que de superhéroe a pasado a ser un oficinista nostálgico. El personaje mandón en cuestión disfruta abroncando al prójimo desde su propio pedestal. Como es pequeño de estatura, apoya sus reprimendas apuntando con el dedo índice y alzándose bajo las puntas de sus pies.
Cada vez que aparece el vicesecretario general del PSOE, Sr. Blanco, en televisión, recuerdo por asociación de gestos al personaje de aquella película.
Pepe Blanco acompaña sus invectivas y sus discursos manipuladores apuntando con el dedo, entornando los ojillos, agarrándose con ambas manos al púlpito y elevándose intermitentemente sobre la punta de sus pies. Y como el Guerra de antaño, con la misma mala intención, pero sin llegar ni de lejos a la facilidad de palabras de aquél, disfruta del aplauso entregado del auditorio que, también como antaño, disfruta más oyendo amenazas e insultos que ideas y planes de futuro.
Pero ahí acaba todo parecido entre el vicesecretario y salvador de la campaña de Barak Obama con el muñequito de ficción.
Pepe Blanco desafía a los hechos, a la memoria y a la inteligencia de los españoles. Se permite hacerlo porque los resultados electorales le avalan. Los votantes no se preocupan por la categoría moral de sus políticos; antes prefieren el circo, las descalificaciones y las soflamas chavistas.
Así que, con el poder que concede el pueblo entregado, y que ayuda a ocultar en gran medida las carencias personales, el Sr. Blanco ha vuelto a culpar a discreción, haciendo un flaco favor a los ciudadanos con su capacidad de manipulación que solo convence a los sin criterio.
Cuando escuché ayer en los informativos un extracto de su último discurso en el congreso del PSOE, en el que afirmaba que “Aznar arrojó a REPSOL al mercado”, no pude por menos que recordar – y comentar con mi esposa, para que me confirmara mis recuerdos – que cuando vivíamos en Tarragona capital, durante el año 93, conocimos a algunos trabajadores de REPSOL Explotación y REPSOL Trasiegos. Varios de ellos habían recibido propuestas de prejubilación con condiciones económicas de ensueño.
Uno de ellos, en concreto, era un alto cargo de los departamentos de contabilidad. Con poco más de cincuenta años, y todo un sueldazo, la dirección le proponía una prejubilación con sueldo completo durante el resto de años, hasta llegar a los sesenta, más una cantidad, entonces, de varias decenas de millones de pesetas.
Fue él quien nos contó, durante una comida en su casa de campo cerca de Reus, que REPSOL estaba reduciendo las plantillas de empleados para sanear la empresa, de cara a una posible venta o fusión.
Yo no tenía ni idea de ese asunto, pero a raíz de conocerlo, presté más atención a las informaciones relacionadas con REPSOL, que eran ciertamente habituales en televisión, radio y prensa, no solamente por dicho asunto de su venta; también por la conflictividad laboral que existía en algunas instalaciones de otros lugares de España.
En definitiva. Que el Sr. Blanco no ignora, y por lo tanto miente al respecto, cuando asegura que el Partido Popular fue el “culpable primero” de que REPSOL (que estaba en vías de privatización mucho antes de que Aznar fuera presidente del gobierno) corra el riesgo ahora de que una de las empresas rusas que ha crecido bajo la tutela de Vladimir Putin y las mafias excomunistas pueda adquirir un número significativo de acciones con el que controlar parte del sector energético español.
Siendo como es el problema real, y muy serio, que REPSOL no debe verse controlada por capital extranjero y menos aún de la calaña de quien pretende comprar, la guinda del pastel que es la manipulación de Blanco, junto con el recientemente adquirido respeto por el mercado del presidente Zapatero, no debe pasar desapercibida tampoco, precisamente porque España no necesita – y los españoles en conjunto deberían darse cuenta de ello – aprovechados que viven de la política y que la convierten en un mero instrumento de enriquecimiento y notoriedad personal.
De nuevo, y hasta la saciedad, se comprueba que Pepe Blanco miente. Y se comprueba también que en política, tal y como funciona la maquinaria en nuestra sociedad, el mentiroso, el manipulador y el servil tienen muchas posibilidades de llegar a lo más alto. Mientras esto siga sucediendo, tendremos que soportar y mantener a personajes que, a pesar de sus escaso merito y cualidades, podrán encaramarse sobre las puntas de sus pies, alargar la mano y llevarse hasta las uvas de Samaniego, aunque no estén maduras.
Quienes hayan visto la genial película de animación “Los Increíbles”, sabrá de qué estoy hablando. Aparece un personaje que, amparándose en su poder, intenta amedrentar al protagonista de la historia, que de superhéroe a pasado a ser un oficinista nostálgico. El personaje mandón en cuestión disfruta abroncando al prójimo desde su propio pedestal. Como es pequeño de estatura, apoya sus reprimendas apuntando con el dedo índice y alzándose bajo las puntas de sus pies.
Cada vez que aparece el vicesecretario general del PSOE, Sr. Blanco, en televisión, recuerdo por asociación de gestos al personaje de aquella película.
Pepe Blanco acompaña sus invectivas y sus discursos manipuladores apuntando con el dedo, entornando los ojillos, agarrándose con ambas manos al púlpito y elevándose intermitentemente sobre la punta de sus pies. Y como el Guerra de antaño, con la misma mala intención, pero sin llegar ni de lejos a la facilidad de palabras de aquél, disfruta del aplauso entregado del auditorio que, también como antaño, disfruta más oyendo amenazas e insultos que ideas y planes de futuro.
Pero ahí acaba todo parecido entre el vicesecretario y salvador de la campaña de Barak Obama con el muñequito de ficción.
Pepe Blanco desafía a los hechos, a la memoria y a la inteligencia de los españoles. Se permite hacerlo porque los resultados electorales le avalan. Los votantes no se preocupan por la categoría moral de sus políticos; antes prefieren el circo, las descalificaciones y las soflamas chavistas.
Así que, con el poder que concede el pueblo entregado, y que ayuda a ocultar en gran medida las carencias personales, el Sr. Blanco ha vuelto a culpar a discreción, haciendo un flaco favor a los ciudadanos con su capacidad de manipulación que solo convence a los sin criterio.
Cuando escuché ayer en los informativos un extracto de su último discurso en el congreso del PSOE, en el que afirmaba que “Aznar arrojó a REPSOL al mercado”, no pude por menos que recordar – y comentar con mi esposa, para que me confirmara mis recuerdos – que cuando vivíamos en Tarragona capital, durante el año 93, conocimos a algunos trabajadores de REPSOL Explotación y REPSOL Trasiegos. Varios de ellos habían recibido propuestas de prejubilación con condiciones económicas de ensueño.
Uno de ellos, en concreto, era un alto cargo de los departamentos de contabilidad. Con poco más de cincuenta años, y todo un sueldazo, la dirección le proponía una prejubilación con sueldo completo durante el resto de años, hasta llegar a los sesenta, más una cantidad, entonces, de varias decenas de millones de pesetas.
Fue él quien nos contó, durante una comida en su casa de campo cerca de Reus, que REPSOL estaba reduciendo las plantillas de empleados para sanear la empresa, de cara a una posible venta o fusión.
Yo no tenía ni idea de ese asunto, pero a raíz de conocerlo, presté más atención a las informaciones relacionadas con REPSOL, que eran ciertamente habituales en televisión, radio y prensa, no solamente por dicho asunto de su venta; también por la conflictividad laboral que existía en algunas instalaciones de otros lugares de España.
En definitiva. Que el Sr. Blanco no ignora, y por lo tanto miente al respecto, cuando asegura que el Partido Popular fue el “culpable primero” de que REPSOL (que estaba en vías de privatización mucho antes de que Aznar fuera presidente del gobierno) corra el riesgo ahora de que una de las empresas rusas que ha crecido bajo la tutela de Vladimir Putin y las mafias excomunistas pueda adquirir un número significativo de acciones con el que controlar parte del sector energético español.
Siendo como es el problema real, y muy serio, que REPSOL no debe verse controlada por capital extranjero y menos aún de la calaña de quien pretende comprar, la guinda del pastel que es la manipulación de Blanco, junto con el recientemente adquirido respeto por el mercado del presidente Zapatero, no debe pasar desapercibida tampoco, precisamente porque España no necesita – y los españoles en conjunto deberían darse cuenta de ello – aprovechados que viven de la política y que la convierten en un mero instrumento de enriquecimiento y notoriedad personal.
De nuevo, y hasta la saciedad, se comprueba que Pepe Blanco miente. Y se comprueba también que en política, tal y como funciona la maquinaria en nuestra sociedad, el mentiroso, el manipulador y el servil tienen muchas posibilidades de llegar a lo más alto. Mientras esto siga sucediendo, tendremos que soportar y mantener a personajes que, a pesar de sus escaso merito y cualidades, podrán encaramarse sobre las puntas de sus pies, alargar la mano y llevarse hasta las uvas de Samaniego, aunque no estén maduras.
Insisto. La viñeta de Canalsú, para enmarcarla.