Conocí a F. Petricek en Tarragona cuando su patria,
Él no asistió al parto. Digamos que, como la madre de Gila, Petricek estaba fuera cuando nació
Petricek apareció en España como turista de veinte y pocos años, con planes de quedarse todo el tiempo posible. No le importaba trabajar recogiendo fruta o barriendo calles. No quería volver a casa. Tenía miedo de que su tierra pasara por una guerra civil, como Bosnia. Porque, si había guerra, él tendría que luchar. Era sargento de la caballería blindada. De “tanketos”.
El caso es que Petricek quería iniciar en España una nueva vida huyendo de una posible guerra que, afortunadamente, no sucedió. Una de las muchas cosas que me contó acerca de la vida tras el Telón de Acero trataba sobre el adoctrinamiento político que tenían que soportar los estudiantes de cualquier edad. Los profesores repetían las consignas constantemente y en cualquier asignatura. Una de esas consignas era que en
Hoy recuerdo nuevamente a mi amigo checo, y aquéllas cosas que me contaba de su vida en un país comunista, mientras leo que Hugo Chávez pretende ser presidente de Venezuela a perpetuidad.
Supongo que estos ramalazos de creerse uno imprescindible para conducir un país son inherentes al totalitarismo, del color que sea. Un totalitarismo que se mezcla con absolutismo para crear el tipo de dictador omnipresente que gobierna sobre todos los poderes de un estado, anulándolos.
Para Chávez, la verdadera y única libertad que necesitan los venezolanos es la que él encarna. El gran líder que aparece continuamente en televisión para indicar a los venezolanos cómo deben pensar, qué desean ver y a quién tienen que escuchar. Y para que no quede ninguna duda de sus intenciones, este hombre fascinante (como dijo el supuesto actor Sean Penn en su visita al país) ha decidido que los últimos resultados electorales en Venezuela, con el avance de la oposición en las ciudades más importantes, no van con él; otro síntoma del síndrome del hombre imprescindible.
Lo de Chávez es un no parar de despropósitos políticos, por no hablar de los pisoteados derechos civiles de miles de ciudadanos que piensan distinto al régimen. Nacionalizaciones, cierre de medios de comunicación críticos, apoyo al terrorismo y narcotráfico en países vecinos, régimen policial, militarización… cometiendo en su propio país los mismos errores que han llevado a tantas tierras a la miseria, al crimen y a la desesperación, siguiendo anteriormente los mismos pasos.
Puede que este Hugo Chávez pase a la historia retratado como un Luis XIV caribeño, el estado soy yo, con peluca y medias blancas, posando como un drag queen de época, aló presidente, icono de lo que él llama “Socialismo del siglo XXI”. Se lo merece, si queremos añadir aunque sea una sola sonrisa al asunto. Lo que no tiene ninguna gracia es que a
La imagen que al final has dibujado de Chávez es impagable. Me recuerda a un personaje grotesco de "Piratas del Caribe". Ahora que eso de que éste u otro dictador piense en los vengan detrás (para arrear o que les arreen, que se les da una higa), ahí Mike, has patinado. Ellos no piensan más que en sí mismos.
ResponderEliminarMagnífico post,mike.
ResponderEliminarLa verdad,es que lo de Venezuela tiene toda la pinta de acabar en una confrontación civil fratricida de consecuemcias dramáticas.
Aunque tengo que reconocer que hoy te has salido, Mike, no deja de quedarme un regusto amargo al constatar que en muchos países sus ciudadanos están en manos de auténtico psicópatas.
ResponderEliminarVenezuela es un polvorín al que solo le falta la chispa, ya se encargará Chávez que salte por los aires, después de ver los últimos resultados.
ResponderEliminarSaludos
Chávez sabe que los dictadores siempre gozan de buena salud, y él quiere vivir muchos años. Pero algo me dice que los venezolanos acabarán por no pagar la receta.
ResponderEliminarEstá excelente. Y te diré, el nos advirtió cuando apenas comenzaba su primera gestión y dijo "El Estado soy Yo", en carta a la extinta Corte Suprema de Justicia (Ahora TSJ).
ResponderEliminarMuchos no le dieron importancia y ya ves.
Abrazos, ya luego lo relacionaré.