
ETA ha asesinado al empresario Ignacio Uría, hace unas horas, en Azpéitia. Considero mi deber expresar mis condolencias a su familia y amigos en este momento terrible. Que Dios les bendiga y les fortalezca para sobrellevar esta tragedia.
Desde mi posición de modesto blogger, quiero transmitir también a todos los que tienen a bien visitar El Republicano Digital mi particular argumentario acerca de la realidad de la banda asesina y sus circunstancias. Argumentario sustentado sobre mis propias conclusiones, fortalecidas durante muchos años y de las que, lo reconozco, es prácticamente imposible apearme.
A ETA no le importa la vida de una persona.
A ETA no le importa la vida de una persona vasca.
A ETA no le importa el sufrimiento de los familiares vascos y amigos vascos de una persona vasca recién asesinada por los asesinos vascos.
A ETA no le importa la estabilidad laboral de trescientos trabajadores, posiblemente vascos la mayoría de ellos.
A ETA no le importa que pueda haber alguna víctima proetarra cuando ha puesto bombas indiscriminadamente por la geografía vasca.
A ETA no le importan ni los niños muertos en atentados, ni los niños que han asistido al asesinato de sus padres.
A ETA no le importa el desarrollo económico de las Vascongadas, del País Vasco, de Euskadi, de Euskal Herría, o como quiera que sea que hay que llamarle a esa tierra ahora para que a uno no le etiqueten de facha o de antivasco.
A ETA no le importa la pésima imagen comercial exterior que tienen las Vascongadas, el País Vasco, Euskadi, Euskal Herría, o como quiera que sea que hay que llamarle a esa tierra ahora para que a uno no le etiqueten de facha, imagen ganada a pulso y con todo mérito.
A ETA no le importa el daño económico, demográfico y social que ha ocasionado, durante las pasadas cuatro décadas al provocar el éxodo de doscientos mil vascos a otras regiones españolas desde las Vascongadas, desde el País Vasco, desde Euskadi, desde Euskal Herría, o como quiera que sea que hay que llamarle a esa tierra ahora para que a uno no le etiqueten de facha o de antivasco.
A ETA no le importa ni uno solo de sus presos repartidos por la geografía española, excepto los pocos que son más representativos para la banda asesina.
A ETA no le importa el impacto medioambiental que pueda ocasionar una línea ferroviaria por el territorio.
A ETA no le importa el mayor o menor apoyo y connivencia recibidos por parte de formaciones políticas vascas tales como el PNV, EA, Nafarroa Bai, y tantas otras.
Y a quienes creen que ETA es la libertadora de las Vascongadas, del País Vasco, de Euskadi, de Euskal Herría, o como quiera que sea que hay que llamarle a esa tierra ahora para que a uno no le etiqueten de facha o de antivasco, les digo que son unos miserables que ponen sus “esperanzas políticas” en manos de una banda asesina que se les llevará por delante, también a ellos, sin pestañear.
En contrapartida, a ETA sí le importan algunas cosas.
A ETA le importa poder vivir sin trabajar, comiendo de los chantajes, de las muertes y de la palabrería independentista.
A ETA le importa no crear demasiados problemas en Francia, porque ni la gendarmería ni la Sureté ni el Servicio Secreto se anda con tonterías de derechos humanos y cosas por el estilo, tratarían a ETA como banda terrorista, defenderían ante todo la seguridad y unidad nacional y le volarían los morros a tiros en unos meses.
A ETA le importó que Aznar no pudiera llegar al gobierno y plantarles cara de modo eficaz, e intentaron freírlo. Los años posteriores confirmaron los temores de ETA.
A ETA le importó sobremanera que Aznar no volviera a ganar las terceras elecciones y les diera el golpe de gracia que estaba cercana a recibir. Y los años posteriores les dieron la razón de nuevo. Revivieron, aunque traicionando a quien le hizo el boca a boca.
A ETA le importa ETA y nada más que ETA. Fundamenta su supuesto ideario en palabras y teorías de tarados paranoides del hecho diferencial y en otros tantos talibán del RH, para acusar al “Estado Español” de represión mientras la sangre inocente le llega hasta el cuello.
Y para respetar la memoria del fallecido y el dolor de la familia, me abstengo por hoy de recordar algunas declaraciones de ciertos políticos que, durante esos pasados años, nos han tachado de crispadores a millones de ciudadanos que no tragamos con negociaciones ni diálogos inútiles.