
Existe la sensación general de que el Juez Tirado ha recibido solamente un tirón de orejas por parte del Consejo General del Poder Judicial, y poco más.
Por mi parte, no puedo evitar asociar la sanción de 1,500 € al Juez con un corporativismo contumaz. No me importa que el CGPJ se haya sujetado a derecho y haya aplicado el reglamento. Me preocupa que, con este ligero castigo, vuelve a ponerse de manifiesto que, dependiendo de quien esté en el punto de mira, las consecuencias derivadas de una negligencia no merezcan ser estudiadas con más detalle, no solo por procurar restituir el daño en lo posible, sino por castigar al responsable y dar ejemplo a la sociedad.
Facil es caer en la tentación de decir que si el asesino de Mari Luz hubiera estado cumpliendo condena, tal y como le correspondía, ella estaría aún viva. Lo más penoso es que eso es cierto. No trato con ello de culpar explícitamente a dicho Juez de la muerte de esta niña y el subsiguiente sufrimiento de sus familiares. Lo que no puedo ignorar es que la inacción del juez fue un factor determinante en la tragedia posterior, debido al inapelable argumento de que si el asesino hubiera estado en la cárcel no habría podido matar a la niña.
Es pues necesario que reflexionemos (he insistido muchas veces en ello) acerca de las consecuencias de que pueden derivarse de casos como este, que ha ocupado a la opinión pública en estos meses.
Las personas de a pié, las que no estamos relacionados ni metidos en los ámbitos decisorios de nuestra sociedad, debemos regirnos por la lógica que nos dicte la razón, procurando que esta razón no deje en ningún momento de ser paralela a la moral y la ética necesarias para valorar las circunstancias de un hecho. A los ciudadanos nos resulta bastante complicado digerir estos casos cuando acuden a nuestras mentes comparaciones inevitables. Pongamos por caso una tragedia como el accidente de barajas de este año. Dejando al margen el tremendo número de víctimas, hay un detalle de las informaciones que han trascendido hasta hoy que llama poderosamente mi atención. El juez encargado del caso quiere dejar claro si una negligencia fue la causante del desastre. O lo que es lo mismo, quiere averiguar si existe la posibilidad de que un descuido en los procedimientos de revisión standard del avión antes de cada vuelo hubiera podido causar el fallo que llevó al avión a caer en el momento del despegue. O, simplificando más aún, el juez necesita saber si algúno de los técnicos responsables pudo comenter un error no solo al revisar, sino también al dejar de revisar algún detalle necesario que, de haberse comprobado, hubiera evitado la tragedia posterior.
El CGPJ sanciona con puñado de Euros un descuido que ha costado la vida de una niña, y puede que en el reglamento escrito al que se sujeta el Consejo esté penalizada con esa cantidad esta negligencia o descuido, pero no deja de ser un feo reflejo de la realidad judicial y de otros varios aspectos de nuestra sociedad el veredicto en sí. La ciudadanía y el parlamento se muestran en indignado desacuerdo con esta resolución, que supone incluso un desprecio a la familia de la asesinada Mari Luz y un claro ejemplo más, para quienes sí nos interesamos por las consecuencias de nuestros actos, de que existen ciertas élites que se protegen entre sí para minimizar los daños que puedan sufrir por sus propias “inacciones”.
Hoy por tí, mañana por mí.