
Esta mañana he tenido una conversación muy interesante con un catalán de origen judío que ha tenido ciertos problemas con algún vecino, desde que se inició la última guerra en Gaza. Un hombre que no se mete con nadie, que se dedica a su familia y a su trabajo, tiene que soportar insultos por el hecho de ser lo que es. Su vecino, que nunca antes le había saludado ni dirigido la palabra, le insultó en la calle cuando salto a los medios la noticia que relataba el ataque de la aviación israelí contra la escuela de la ONU en Gaza. Le grito desde el otro lado de la calle “sois unos asesinos de niños”.
Ya en mi casa, mientras leía de nuevo la noticia de la escuela de la ONU en cuestión, he llegado a un link que comenta la detención, por parte de la policía irakí, de Shamira Ahmmed Jassim. Esta mujer ha confesado ser reclutadora de mujeres para atentar como suicidas contra cualquier objetivo que se les indicase. La táctica de reclutamiento se basaba en hacer a estas mujeres desgraciadas a los ojos de su sociedad y religión. Para ello, ordenaba violarlas. Posteriormente, ella se presentaba a las victimas y les ofrecía la posibilidad de “redimirse” ofreciéndose como suicidas para la causa de la guerra.
Tras el impacto lógico de esta noticia, que me ha dejado clavado en mi sillón, frente al monitor, he sentido la necesidad acuciante de compartir con todos ustedes mi opinión sobre un aspecto de la guerra de Irak que parece pasar desapercibido para muchos, con o sin intención.
Siempre ha llamado mi atención la curiosa forma de contabilizar el número de muertos y heridos desde que se inició
Parece que, inevitablemente, la manipulación mediática de estas tragedias se convierte en propagandismo barato. Barato, pero eficaz.
Los partidarios de Hussein, empeñados en recuperar el poder a cualquier precio, han provocado miles y miles de muertos y heridos con sus bombas y terroristas suicidas. Pero la tragedia latente que existe bajo este “movimiento de liberación”, que no pretende otra cosa que recuperar el mando de un país a que tuvo dominado por el terror durante tantos años, mantiene a buena parte de la población silenciada por la mordaza del miedo y la amenaza.
Práticas como