
Ha fallado un detalle en la jornada inaugural del congreso del sindicato UGT. La indumentaria de Rodríguez Zapatero no era la más adecuada. Hubiera estado más acorde un traje de domador, a la antigua usanza del circo.
De nuevo tenemos ante nuestros ojos – y quien no quiera verlo tiene un verdadero problema – la constatación de la inutilidad de sindicatos como la UGT en una situación de tanta gravedad como la que está viviendo España. Si alguien tuvo alguna duda en el pasado en cuanto al verdadero objetivo de dicho sindicato, y otros, en esta época que vivimos tiene
El pasado Lunes me comentaba un conocido, empleado en una fábrica que ya ha despedido a 35 trabajadores, que pidió la baja de afiliación a su sindicato a principios de Enero. El motivo, que yo expresaré sin citar literalmente sus palabras, es que se siente engañado y utilizado. “Pues, amigo – le contesté – debes ser la excepción”
Me sorprenden las declaraciones del presidente del gobierno, en verdadero baño de multitudes durante el inicio de este congreso, cuando pide “cariño” a los asistentes. Lo que no me sorprendería es que se lo dieran. De este país me lo espero todo. Y no lo digo de broma.
Hace ya mucho tiempo que cesé en el intento de convencer a más de uno de que es posible criticar al presidente Zapatero sin hacerlo desde el partidismo. “Es que tú eres de derechas” me contestaban a menudo, cuando yo exponía mis razones contra las políticas del gobierno. Y con eso zanjaban
Con los sindicatos sucede igual ahora. En realidad, desde que yo recuerdo, siempre fue de este modo, pero esta crisis-recesión parece ser más grave que cualquiera de las vividas anteriormente, lo cual no parece ser suficiente motivo para que se movilicen quienes dicen, y cobran por ello, defender los intereses de los trabajadores.
Creo que a estas alturas, nadie duda de que a José María Aznar le habrían montado una huelga general, habrían invadido el Parlamento con las pancartas – cosa que a Pepe blanco solo le pone si pancartean los suyos – y habrían aprovechado para llamarle asesino y arrojarle a
Zapatero ha concluido su intervención en el congreso de este modo: “Sentirme uno de vosotros supone un timbre de honor y e inmensa alegría” Y con esto, todos contentos. Habría que preguntar a los transportistas si ellos sintieron, durante su pasada huelga, que el presidente del gobierno y los responsables de los sindicatos eran de los suyos, todos ausentes a la hora de dar la cara.