El escándalo de corrupción del municipio de
La clase política está en boca de todos. Curiosamente, aún no he oído a nadie que diga que no paguen justos por pecadores, pero es bien cierto que, conforme pasan los años y salen a la luz más corruptelas, la balanza de la opinión pública se inclina sin remisión hacia el lado que asegura que todos los políticos, o prácticamente todos, son unos corruptos, al menos en potencia.
¿Y los ciudadanos? Pues siento decirlo de este modo, pero una buena parte también parecen corruptos en potencia. Me baso en las opiniones de muchos lectores de prensa digital y blogs que, ya sea por defender a su formación política preferida, o por propio convencimiento, son capaces de excusar a “sus corruptos” con el pretexto de que otros ya robaron antes.
Quizás no es lo más malo que haya quienes piensan de ese modo. Quizás lo peor es que haya tantos que sostienen con sus votos a sus políticos corruptos, y que manifiestan abiertamente su aberrante concepción del bien y del mal. Los ejemplos más claros, los más insultantes para cualquier conciencia que guarde un mínimo de sensibilidad, son los de cualquier nacionalista que aliente la violencia y los asesinatos contra quienes no son nacionalistas. Cuantos más mueran mejor. Pero si uno de sus terroristas revienta, son capaces de homenajearle con una calle a su nombre, mientras acusan de fascismo a los que han puesto heridos, mutilados y muertos en una lista pavorosa e interminable. En España tenemos cientos de miles votantes que mantienen el lado público del terror a costa de los presupuestos del estado de derecho del que se aprovechan sin ningún escrúpulo.
Pero hay otros ejemplos de “principios morales o éticos elásticos” que deberían preocuparnos también.
No pocos opinan que el caso de la alcaldesa de
Hay pareceres para todos los gustos pero, qué lástima, el que no se oye tanto en la calle es el que defendemos muchos menos de los que deberían. Que se tire de la manta. Aquí y en toda España. Caiga quien caiga, sea de donde sea y presida lo que presida. Desgraciadamente, cuando opino de este modo , casi siempre hay alguien que contesta “es que los otros también han robado…”.
Como si disculpar a unos o a otros pudiera solucionar algo.