
Las aficiones del Barcelona y del Bilbao abuchearon al rey y al himno nacional. Será todo lo patético que quieran. Todo lo indignante que pretendan. Pero no entiendo de qué se extrañan. Estamos en España, el país que se autolesiona a diario. Que elige a los gobernantes más vacíos y soporta y alimenta a la sarna de los políticos más arrivistas y parásitos de occidente.
Esta vez ha sido una sonora pitada al rey y al himno en un estadio. Antes fue la quema de fotos del mismo rey, rey de algunos españoles, pero jefe de este estado partitocrático. Quema de fotos que acabó con la absolución de los anormales que las prendieron fuego con la excusa de ser antimonárquicos, pero que igualmente arrasan con comercios, mobiliario urbano y propiedades ajenas para protestar contra el “sistema”. Sistema que les garantiza derechos hasta tal punto que todo les sale gratis; incluso el comportarse como animales de bellota. Alguna otra vez, a un diputado nacionalista se le calienta la boca y arremete contra la casa real con argumentos de taberna. ¿Qué diferencia hay?
¿Pero qué podíamos esperar de una final de
Al Barcelona (y al Bilbao en menor medida) le disculpan hasta sus aficionados del resto de España; que los hay en gran número, cosa que no acabo de comprender. Hace meses me decía un zaragozano, culé fanático, que yo exageraba. Que su equipo no era antiespañol. Tan solo sus directivos, que se mostraban muy catalanistas. Le pregunté qué me podría suceder si yo asisto al Nou Camp con una bandera española para ver jugar al Barça contra un equipo francés, por poner un ejemplo. No me contestó entonces y aún sigo esperando que lo haga. Hoy no lo ha hecho. Ha evitado hablar del asunto.
La censura practicada por TVE1, evitando retransmitir el momento de la pitada de los independentistas, no es más que eso. Un ejercicio de censura. Volvemos a los tiempos de González y Calviño, pero en versión del buen talante y de negación de la crisis. Yo, como republicano, me he manifestado en contra de este tipo de manifestaciones gamberras. Soy republicano por convencimiento y corazón, no por que me lo imponga un líder que vive de alto standing mientras sus militantes están en la indigencia moral e intelectual. Pero sí tengo clara una cosa en cuanto a la familia real. Viven como viven gracias a los impuestos que pagamos los españoles. Por el hecho de “representarnos”, disfrutan de privilegios poco menos que feudales, en un país que presume de una constitución que defiende la igualdad de todos los españoles. De modo que debería asumir que sufrir críticas también va en el sueldo. Con todo esto, no deja de ser paradójico que sea la propia izquierda, la misma izquierda que se encargó de aumentar el presupuesto de la casa real, la que se afane en proteger la imagen de rey, aislándole de la crítica de un modo ridículo. Aunque, pensándolo bien, más paradójico es aún que nos gobierne un rey de izquierdas. Ni siquiera nos privamos de eso, en España. Un toque exótico como hay pocos.
Hoy es destituido el director de deportes de TVE1. En serio; ¿alguien cree que la iniciativa de censurar el momento del himno partió de él? ¿Y ofrecer posteriormente las imágenes cortadas, pero con el sonido editado para que no apreciáramos la pitada, forma parte de su amor desmedido por la monarquía?
Dicen que ganó el futbol. Que el partido fue bueno. No sé. A mi, lo que me rechina desde hace años es ver que un equipo de estos llega a la final y no hay un directivo coherente con sus propias opiniones que se niegue a jugar por un campeonato españolista y monárquico.
Reconozcámoslo. Si en el Barça mandara Carod Rovira y en el Bilbao Ibarretxe, todo sería más radical, pero nos reiríamos más a gusto.
En cualquier caso, mis felicitaciones a los aficionados del Barça que sean personas de bien, tengan el color político que tengan. Su equipo es una máquina implacable que ha elevado el listón del Dream Team de los 90.