La pasada semana me comentaba un amigo de Caracas que es muy difícil entender por qué un dictador puede llegar a tener tanto apoyo de la población. Comentábamos el caso de Chávez y Venezuela, donde es fácil encontrar a gente que le tiene como a un salvador que llevará al país a una posición paradisíaca de bienestar y convivencia nunca soñadas.
Hablando del caso de Chávez, cualquier persona medianamente inteligente y que no pertenezca a esos partidos que son incapaces de condenar regímenes como el que él pretende conseguir, sabe que no sucederá tal cosa. Venezuela está abocada a un desastre financiero y social, tal y como es el fruto de cualquier dictadura bananera dirigida por un anormal de semejante especie.
Contesté a mi amigo que yo prefería simplificar la respuesta a sus dudas sobre la supuesta dificultad en comprender porqué tantos están encantados con la “revolución bolivariana”. En mi opinión, todo aspirante a dictador conoce perfectamente los métodos idóneos para poner de su parte al mayor número de apoyos.
Después de siglos de revueltas, guerras y vertiginosos cambios de gobierno, hay países en centro y sur América en los que buena parte de la clase militar añora un poder que la democracia (caso de que esta exista realmente)les arrebató y actualmente les limita a las funciones que realmente deben ejercer. Militares de gorra de plato con visera hasta la punta de la nariz, gafas de sol impenetrables y bigote como cepillo de barrer. Malas imitaciones de un cadete de West Point con unos toques de Pancho Villa. Galones y condecoraciones a granel y banda en diagonal cruzando la barriga cervecera. O barriga de ron, que hay gustos para todo. Estos son los más indicados para reclutarlos en defensa del régimen, no importa si este es marxista o fascista, mientras ellos puedan lucir sus uniformes y sus colts al cinto y sus cuentas bancarias en las Cayman. Nómbrales comandante y los tendrás agradecidos hasta que seas derrocado por el siguiente traidor a la causa.
De modo que el dictador ya tiene las armas de su parte. Ahora hace falta la base de su militancia. Las clases más desfavorecidas. Las que no tienen nada material que perder y a las que puedes contentar con unas gorras y unas camisas con los colores de la revolución correspondiente. Unas cuantas consignas bien planificadas, dirigidas hacia alguna potencia extranjera y a la clase intelectual disidente, unos puntes de historia que sirvan para levantar los ánimos del victimismo, y, sobre todo, que asimilen el sentimiento de que son importantes para su líder y de que todo se hace por y para ellos.
Para completar el cuadro, el salvapatrias debe rodearse de una nueva clase intelectual entregada a la causa y capaz de emplear cualquier medio para imponer la nueva verdad. Normalmente, esta clase está conformada por periodistas, escritores, filósofos y añadidos de medio pelo que constantemente hablan y escriben a la orden de la voz de su amo. El resto de puestos a cubrir se llena de arrivistas y trincones desesperados por llenarse los bolsillo y ávidos de una parcelita de poder. La nueva verdad se impone sobre los restos de una realidad que se diluye en la memoria de los que creen haber salido de pobres gracias a la revolución sin darse cuenta de que siguen comiendo el mismo menú, duermen en la misma cama y siguen sufriendo las mismas carencias.
En el caso de la “República Bolivariana de Venezuela” el resultado de esta formula se cumple inexorablemente. La ignorancia, la ausencia de libertades, la falta de preparación de los que apoyan al imitador de Castro, la ocultación de la realidad y la aplicación de un sistema político cuyos antecedentes son exclusivamente ruinosos conducen al país a la ruina material y moral. La ruina material será asumida por los adoradores de Chávez como la consecuencia de las maldades de las potencias extranjeras. Es un argumento que funciona. En Cuba, los castristas creen en esa hipótesis desde hace medio siglo y no les ha ido mal.
La otra ruina, la ruina moral, será culpa de todos los que estén en contra de Chávez, dentro y fuera de Venezuela. Y los partidarios del dictador asumirán con naturalidad que la ausencia de libertades y la manipulación de la información son necesarias para la salvación del pueblo.
Siempre es igual. Es la vieja historia de las dictaduras.
Ah, pero ¿hablabas de Venezuela?
ResponderEliminarCon cada párrafo me parecía más y más que te referías a España. Menos en lo de los uniformes, claro.
Un abrazo.
Lo de Venezuela es el reflejo perfecto de lo que el marxismo y el populismo pueden producir:la dictadura perfecta,que adobada de talante es lo que Zapatero pretende instaurar en España.
ResponderEliminarAl final,Venezuela la fractura social alimentada y exarcebada por la terrible crisis económica,acabará en una confrontación civil.
A mí no sé qué me parece más terrible, la existencia de estos gentuzos o, como dices, el que la gente les apoye.
ResponderEliminarLo que podemos considerar como catastrófico es que a esta gente se le haya dado a elegir entre la democracia y eso, y hayan elegido lo segundo.
¡Saludos!
Lo que sucede hoy en día en muchos países es fruto de las imperfecciones de la democracia. No se vota al mejor, sino al más demagogo. A mayor incultura del pueblo, peor calidad democrática. Es la triste realidad, en mi opinión.
ResponderEliminarCreo que la clave está en el populismo aplicado a un elevado número de población inculta y medios de comunicación con una manipulación las 24 horas.
ResponderEliminarSaludos
Tiene vd. toda la razón, Mr. Mike!! Lo peor es que se está viendo que es pan para hoy y hambre para mañana. Son ya muchos años de financiar el voto con petrobolívares...es la historia del populismo hispanoamericano!!
ResponderEliminarVuelvo para decirte que tienes unos premios en mi blog y que, si te apetece, pases a recogerlos.
ResponderEliminarun abrazo.