Hace más de un año me preguntaba si el Partido Popular sería capaz de asimilar que tiene más de diez millones de votos, según las últimas generales, y comprender la responsabilidad que conlleva el tener en su mano la representación de tantos electores. Evidentemente, este último año ha servido para constatar que el Partido Socialista puede estar bien tranquilo con respecto a la oposición. Los populares han tenido sobradas oportunidades para comerse crudo al Gobierno y no han tenido el deseo, o el coraje, o una combinación de ambas cosas, para llevarse por delante a esta especie de desastre natural que gobierna este país.
El plan de financiación autonómica de Zapatero, tratado únicamente con las comunidades autónomas donde más rentabilidad política suele conseguir el Partido Socialista, es una más de las muchas y abiertas declaraciones de intenciones del Presidente del Gobierno: Sólo gobierna para los suyos y para los que puedan ayudarle en algún momento dado. El resto de los españoles que viven en las demás comunidades son ciudadanos de segunda o tercera, lo mismo que para
Zapatero reparte dinero para premiar a aquellos que más se han distinguido en atacar a cualquier principio o cosa que representa a España. Ha avalado con sus desiguales ayudas a quienes persiguen lo español y elevan el nacionalismo sectario, xenófobo y pro-terrorista. Ha demostrado con hechos que, en este absurdo estado español de funcionariado triplicado, parásitos subsidiados durante décadas, ministros y ministras iletrados y erráticos y revanchismo oportunamente teledirigido, resulta más valioso ser un socavador del estado del que se alimenta y usar los recursos y los impuestos de un gaditano o un gijonés para abrir embajadas bananeras de la “Catalunya sojuzgada por el españolismo criminal”, que procurar la verdadera estabilidad entre las autonomías con el fomento del crecimiento de las más débiles para conseguir, entre otras cosas, el fin de su dependencia del dinero recaudado en otras.
Ante este panorama, un jefe de oposición, con visión de interés general del estado en el que vivimos, se habría opuesto más allá de unas simples declaraciones de desacuerdo. Pero Rajoy no es el estadista que necesita la oposición, ni la mitad del electorado español, ni España. Si lo fuera, todas las comunidades autónomas gobernadas por el Partido Popular estarían en pie de guerra para recordar a Zapatero que el anterior plan de financiación autonómica, en tiempos de Aznar, fue consensuado con todas las comunidades y para intentar forzar una negociación cuyos resultado impidiese que los socialistas, los que llevan la solidaridad y la igualdad por banderas, sigan acrecentando el abismo que existe entre los recursos, prebendas y derechos de unas comunidades frente a otras.
Mariano Rajoy renuncia a ser líder en el momento que más falta hace liderar una alternativa. Con su retirada, si es que alguna vez estuvo presente en este asunto, condena a las comunidades autónomas gobernadas por el PP y a sus ciudadanos (incluidos a quienes votaron al solidario PSOE) a aceptar una financiación escasa, mientras Carod Rovira, un político independentista que más parece una anomalía espacio-temporal de la galaxia del nacionalismo rancio que un gobernante de todos los ciudadanos que viven en Cataluña, alardea de haber hecho tragar sus propias condiciones al Gobierno central de Rodríguez Zapatero, afrentando de este modo al resto de españoles.
Están claras las preferencias de Zapatero y su gabinete de sabios. Al final, siempre coinciden con las de los mayores enemigos del Estado de Derecho. Por cierto, es de suponer que los sindicatos tampoco se movilizarán ante esta situación.
La imagen del inicio es una captura del blog de Oroel.
Mal camino llevamos. Pero si hay algo que podemos aprender de la historia de España...es que esto puede salir por cualquier sitio. Es muy triste, pero es así. Por cierto, me alegra ver que Monserrat CAballé también es una "retrógrada", cada vez somos más. Yo, además, me incluyo dentro de los ignorantes absolutos, porque no he entendido todavía lo de "ser vivo", haré un master en vocabulario de Aído-resto del mundo!
ResponderEliminarAmigo Mike:
ResponderEliminarDudo mucho que los diez millones de personas que votamos al PP en 2008 le votáramos hoy en día. Probablemente serían algunos menos; y es casi un milagro que con el grado de acoso mediático, blogosférico y etc. que sufrimos la gente que nos definimos "genéricamente de derechas", la base social del PP no se haya desmoronado. Tal vez quede alguna esperanza...
Saludos,
Aguador