Clase Política, con escasas excepciones, viene a ser el perfecto antónimo de honradez. Es una realidad aplastante y prácticamente inamovible en España. Es algo asumido. Se lleva dentro. Como algunos dicen de los toros, el fútbol, la paella, la música o el ser borde porque se lleva en los genes.
Hay muchas formas de identificar dicha realidad. La de la Clase política, digo. Tomemos a un político tipo. Si no tenemos uno cerca, podemos sustituirlo con algo parecido, como un periodista político, por ejemplo. Aunque esto es como las recetas de cocina. Mejor acudir al componente natural antes que al sucedáneo. Y para hablar de políticos, solo hay otro producto nacional equiparable por sus características prácticamente idénticas: el prototipo de sindicalista.
El político – excepto las escasísimas excepciones, insisto – es humano. Pero no parece estar hecho de carne y huesos. Su facilidad para flotar por encima de las malas circunstancias de la sociedad le define como hecho de corcho. Siempre se mantiene arriba, si entendemos por arriba esa superficie que está por encima del común de los mortales que le sufragan su estilo de vida y sus prebendas. No importa lo que diga o haga. Si es un buen político, si flota, no llegará a tocar fondo nunca, a no ser que esto le convenga a otro corcho mayor que necesite de la ruina y la desgracia del primero para justificarse.
Ayer contemplé con hastío, tres pedazos grandes de corcho que aparecían en los noticiarios de los canales de TV. Tres ejemplos de libro. Cada uno flotaba sobre su particular charco; pero ninguno se hundía entonces, y no parece que vayan a hundirse hoy en este raro océano de voto sorprendente y fidelidades partidistas a prueba de hambre y desempleo.
Leire Pajín, la siempre sobreactuada e impostada, cantaba la internacional puño en alto, evitando mirar a la cámara, digna, seria, sentida. Entonaba el himno de una de las ideas políticas que más muertos ha aportado durante el pasado siglo XX, como si creyese realmente todo eso de la clase obrera, la lucha final, los parias de la tierra y la famélica legión. Y lo cantaba bien próxima a otro corcho; el nuevo Inquisidor General del Estado, Vicepresidente cuarto del Gobierno, Cándido Méndez, Azote de ricos, empresarios, patronal y clases medias, Comandante en Jefe de liberados y sindicalistas inmóviles pero cariñosos con Zapatero. Méndez, corcho de chaleco antibalas del Gobierno Socialista, siempre dispuesto a defender los derechos de los trabajadores protegiendo a quienes sostienen políticas de empleo ruinosas y convocando a la movilización contra los que pueden crear puestos de trabajo.
En otro noticiario flotaba la Señora Salgado, corcho supuestamente responsable de la economía de la nación. Su propuesta sobre los Presupuestos Generales del Estado, propuesta demente que revivirá el desastre de los de este año en curso, ha sido aprobada con la ayuda del PNV y CC, quienes dicen no estar de acuerdo con la propuesta, pero la votan favorablemente por “responsabilidad institucional”. La Señora Salgado, otra delegada que no hace sino cumplir los deseos de Zapatero sin poder aportar nada propio, justifica su momentáneo hundimiento durante el debate en el congreso con el comportamiento “machista” de Mariano Rajoy, que la arrolló discursando no a su posible agilidad dialéctica, sino por ser hombre. Machismo que la sube nuevamente a flote porque escapa de la quema como una víctima, Ya se sabe que las alusiones al machismo son mejores que una zodiac para que el agua no le llegue al cuello a una política inútil.
Y también ví a un Mariano Rajoy, corpulento como un alcornoque, todo corcho, sin que las olas de la galerna que vive España le pasen por encima y le recuerden que él es el jefe de la oposición, al menos para los que aún creen que existe oposición. Flotando inmóvil, sin atreverse a “politizar” con su presencia una manifestación de más de un millón de personas que clamaban por el derecho a vivir del más inocente de todos, el no nacido. Sin decidirse a tomar partido y liderar lo que un creciente clamor social pide. Una manifestación que proteste contra un gobierno incapaz, que prefirió no ver la crisis que nos venía encima como un alud que nos ha enterrado mucho más profundamente que a otros que ya están asomando sus cabezas a la luz. Un gobierno que repite mensajes de recuperación que nunca se cumplen y que falla estrepitosamente en sus previsiones.
Las que no son de corcho, son las más de 900.000 familias que no pueden atender a sus gastos básicos. Que no pueden pagar su hipoteca, o su factura eléctrica, o del gas. Las familias que no tienen claro, cada día 1, cómo llevarán comida a sus casas a partir del día 20. Las familias que conocen mil recetas de macarrones con tomate y que procuran que un litro de leche les dure tres días, porque el menú diario no da para más. Estas familias no son de corcho. Son de piedra. Y saben bien lo que es estar en el fondo y ver la vida desde abajo. Por el pleno empleo. Motivos para creer.
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Lo que más me indigna es la salida con el machismo de la Vicepresidenta económica, en este país ya se sabe a qué hay que aferrarse cuando uno pierde y es mujer.
ResponderEliminarSaludos
La ministra calladica esta mas guapa Que sea mas copetente y ni se agarre al machismo, que no es cierto
ResponderEliminarUna certera descripción de los males que nos abruman, si señor.
ResponderEliminarLo raro es que esos políticos no se vayan al fondo, con la cara de piedra que tienen.
Dios santo, que imagen ... parece una maa copia de "Saturno devorando a sus hijos"
ResponderEliminarSi Goya levantara la cabeza...