Quizás
estemos hablando de un viejo truco. Distraer a la gente con situaciones obvias
mientras uno logra otro objetivo importante.
Soy un
apasionado y poco menos que inútil aprendiz de trucos de magia. De la única magia
que me gusta. La manipulación. Siempre me pareció más atractivo un elaborado y
bien presentado truco de cartas que hacer desaparecer un tigre del interior de
una jaula.
Alguien me
enseño hace ya bastantes años que en magia se emplea un recurso muy habitual,
sobre todo en la manipulación de cartas o pequeños objetos. Es lo que algunos
magos americanos llaman “falsa dirección”. Consiste en atraer la atención del público,
sutilmente, hacia el gesto de una mano, un bolsillo o una caja que parece que
tiene truco, mientras el mago realiza el verdadero truco.
En muchas
negociaciones comerciales o de cualquier índole también se usa algo parecido. Si
uno quiere conseguir 10, empieza pidiendo 25 para ir rebajando sus supuestas
pretensiones.
Fue en la
primavera pasada cuando comentaba con un profesor de instituto acerca de la
asignatura de Educación para la
Ciudadanía. Él, como yo, estaba absolutamente en contra de
EpC. No podía concebir entonces cómo el gobierno de Zapatero, mediante ciertas
enseñanzas, podía estar empeñado en desnaturalizar a los niños en contra del
principio de autoridad de sus padres, además de enseñarles tópicos políticos y
opciones sexuales contrarias a lo que se les podía enseñar en el hogar.
Hablábamos
ambos del impacto mediático que estaba consiguiendo el debate sobre ciertos
manuales para esta asignatura. La mayoría de los comentarios, en los diarios,
radio y televisión, hacían referencia a las referidas cuestiones familiares,
sexuales, antioccidentales y antireligioesas.
Pero, tal y
como se puede leer en Libertad
Digital, Los manuales más representativos de EpC también buscan el
aleccionamiento antiliberal y anticapitalista.
Resultaría
demasiado simple leer en alguno de estos manuales que el comunismo es una
ideología que ha sido perseguida desde el principio de su existencia. Pero si a
esto le sumamos que las críticas de esta asignatura son directas y constantes
contra el mundo empresarial, mientras se describe a los sindicatos como los buenos
y salvadores de la clase obrera, el efecto sobre el niño es mayor. Y a un niño
al que le enseñan estas cosas en su clase, no lo imagino en su propia casa consultando
los diarios para comprobar que los sindicatos españoles, al servicio de un
presidente que les pidió cariño, se manifestarán no contra los culpables de la
inacción contra la crisis, sino contra los empresarios.
Uno de los
pocos frentes en los que se podrá luchar contra esta asignatura, medida y
calculada al gusto del gobierno socialista, es nuestro propio hogar. Los padres
no debemos esperar a que nuestros hijos nos cuenten qué les han enseñado hoy en
clase. Debemos interesarnos cada día por ello. Y si llega el caso, debemos
saber explicarles la realidad, y por qué algunos libros intentan educarles en
contra de los principios correctos que pueden ayudarles a conducirse en sus
vidas.
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Hola Mike, como anda todo por aquellos lados del planeta, aca no muy bien como sabras, sobre todo mas al Sur con uno que quiere Guerra ¿?
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