Hace poco más de un año una madre
fue denunciada por los profesores de su hijo. Ella, en un momento de nervios,
dio un cachete a su incontrolable hijo y éste se golpeó fortuitamente la cara
El mal comportamiento habitual
del niño fue reconocido por la juez en la sentencia, pero ella prefirió ignorar
las circunstancias del caso. Condenó a la madre a 45 días de cárcel y a
permanecer separada de su hijo durante un año y medio.
La repercusión mediática de esta
desmedida sentencia fue tal, que la madre no tuvo que cumplir la condena. Su
hijo, ya entonces de difícil carácter y con un comportamiento casi fuera de
control, apareció en varios canales de televisión pidiendo que no le separaran
de su madre. Que lo sucedido no era para tanto.
Lo que realmente me preocupaba de
toda aquella situación, basándome en mi experiencia con algún caso similar, era
la posible reacción del niño con respecto a los acontecimientos que entonces
estaban viviendo él y su madre.
Por lo que pude leer y ver en los
medios, el muchacho se ajustaba al perfil de adolescente o preadolescente
narcisista y egoísta hasta el extremo de no tener en cuenta ni respetar los
sentimientos, necesidades ni opiniones de las personas de su entorno;
concretamente sus padres y demás adultos que, en circunstancias normales,
ejercerían sobre el natural papel de autoridad y liderazgo. En otras palabras,
y adecuando la definición a la casuística de nuestros días, un chico egoísta,
desobediente, desnaturalizado y potencial delincuente.
Yo apuntaba que, para un adolescente
de estas características, una sentencia condenatoria contra su propia madre
supondría algo parecido a una confirmación casi expresa de su completa
impunidad frente a los adultos. Y así ha sucedido.
Hoy he vuelto a ver en televisión
a la madre y al padre del muchacho. Desgraciadamente para ellos, mis temores se
han cumplido, como era de esperar. No se puede decir a un adolescente
problemático que, gracias a una desafortunada interpretación de la ley, puede
complicar a voluntad la existencia de quienes le rodean.
Sus padres piden a las
autoridades que recluyan a su hijo en un centro de internamiento. Que no pueden
controlarlo. Que, a pesar de su escasa edad, sale y entra de su casa cuando a
él le apetece, o que a veces pasa días enteros sin regresar, que bebe y fuma,
lo que casi invariablemente le conducirá al consumo de otros tóxicos, que
amenaza a su madre con golpearla o volverla a denunciar falsamente para que, de
una vez, la lleven a la cárcel.
La experiencia nos enseña que es
muy posible que este muchacho haya entrado en un túnel sin retorno. Buena parte
de los centros de internamiento para menores no son más que una extensión de la
pésima aplicación de las leyes sobre los delincuentes. Como ya conté en una
ocasión, y que sirva como un ejemplo de lo que quiero decir, conozco uno de
esos centros donde a un interno, retirado de la custodia de sus padres, a
petición de ellos mismos y con el apoyo de Fiscalía de Menores, se le sancionó
por haber escapado y no haber vuelto en una semana. El castigo consistió en
recoger las hojas secas del jardín durante media hora. Castigo que, por
supuesto, no cumplió porque media hora le parecía mucho tiempo de trabajo.
O mucho me equivoco esta vez, o
este muchacho de Jaén, que ya tiene los suficientes arrestos para amenazar a
sus propios padres, acabará como carne de presidio. Yo no digo que la culpable
de esto sea la juez que condeno a su madre por un bofetón. Pero sí afirmo que
ella contribuyó con su disparate a alimentar el ego de este adolescente, que
aprendió aquél día que sus actos vandálicos e insultos no le iban a traer
ninguna consecuencia, pero que su madre, por un simple tortazo, tiene las manos
atadas no solo para imponer la autoridad que le corresponde; también para
defenderse.
Creo que a todos, cuando eramos pequeños, nos dieron mas de un tortazo, pocas veces nos hicieron daño, y gracias a ello aprendimos muchas cosas, creo que esta sociedad está tan enferma que se permite que Asesinos anden por las calles, y no se permite que un padre enseñe a su hijo, dentro de unos margenes, obviamente, nadie justifica las palizas ni nada por el estilo.
ResponderEliminarSaludos...