
Noticia publicada en Libertad Digital el 4 de Diciembre de 2008:
El juzgado de lo Penal número 3 de Jaén ha condenado a una madre a 45 días de cárcel y le ha prohibido acercarse a su hijo de 10 años durante más de un año y medio, por haberle dado un bofetón y haberle agarrado del cuello en una discusión.
L D (EFE) La sentencia considera probado que la acusada M.A .A.M., estando en su casa de Pozo Alcón (Jaén), regañó a su hijo por no haber hecho los deberes, y que éste le tiró una zapatilla y se encerró en el cuarto de baño.
La acusada fue tras él y abrió la puerta venciendo su resistencia, lo que hizo que el niño cayera al suelo. En ese momento la madre le agarró por el cuello y le dio un tortazo.
Según la sentencia, está acreditado que la madre "cometió un acto de agresión contra su hijo al cogerle del cuello para levantarlo del suelo y darle un tortazo en la cabeza", y que "se cumplen todos los requisitos del tipo de maltrato, aun cuando hubiese sido la única agresión cometida", ya que la agresión hizo que el niño se golpeara la cabeza contra el lavabo y que le sangrara la nariz.
La magistrada reconoce en el auto que el niño tiene un carácter "difícil" y es "desobediente" en el colegio, y que ello era motivo de nerviosismo para la madre.
No obstante, para la magistrada, los "dos actos de agresión de cierta intensidad que produjeron lesiones" "no pueden considerarse comprendidos dentro de los conceptos de razonabilidad y moderación".
La acusada fue tras él y abrió la puerta venciendo su resistencia, lo que hizo que el niño cayera al suelo. En ese momento la madre le agarró por el cuello y le dio un tortazo.
Según la sentencia, está acreditado que la madre "cometió un acto de agresión contra su hijo al cogerle del cuello para levantarlo del suelo y darle un tortazo en la cabeza", y que "se cumplen todos los requisitos del tipo de maltrato, aun cuando hubiese sido la única agresión cometida", ya que la agresión hizo que el niño se golpeara la cabeza contra el lavabo y que le sangrara la nariz.
La magistrada reconoce en el auto que el niño tiene un carácter "difícil" y es "desobediente" en el colegio, y que ello era motivo de nerviosismo para la madre.
No obstante, para la magistrada, los "dos actos de agresión de cierta intensidad que produjeron lesiones" "no pueden considerarse comprendidos dentro de los conceptos de razonabilidad y moderación".
Esta familia está viviendo una verdadera tragedia. Comprobados los hechos, la juez aplica la ley en base a que existe el maltrato. Reconoce que el niño tiene un carácter difícil. Los familiares aseguran que este comportamiento de la madre es una excepción. Así que parece que estamos ante el típico caso del progenitor que, ante el reiterado mal comportamiento y rebeldía del menor, pierde la paciencia y le da un cachete. Lo que hemos comprobado que agrava la situación son las lesiones que, aunque fortuitas, son lo suficientemente llamativas para que los profesores del niño decidan denunciar a la madre por malos tratos, provocando la intervención de la justicia que, a mi parecer y a tenor de la sentencia, juzga el hecho puntual sin tener en cuenta realmente el ámbito familiar y el comportamiento general de la madre y el efecto contraprocudente de la actitud repetidamente rebelde del niño. Dicho juicio sobre este hecho puntual y su posterior aplicación de la ley con semejante y desproporcionada sentencia, a mi parecer, podrían tener un efecto demoledor sobre la personalidad y el desarrollo del niño, por no hablar del sufrimiento de su madre.
Desconozco si dicha sentencia se puede recurrir ante una instancia superior. Espero que sí sea posible, por el bienestar de la propia familia, de la madre y del niño. No voy a entrar aquí en consideraciones tales como cachetes sí o cachetes no. Lo que quiero exponer es que la decisión de la juez puede desembocar en que el serio problema del comportamiento de este menor se acreciente ahora, con mayor facilidad aún, hasta que llegue a convertirse en un caso más de actitud asocial contraria al principio de autoridad con el consiguiente resultado de agresividad hacia su entorno familiar y social. ¿Por qué creo que puede suceder? Porque el niño puede asociar el castigo impuesto a la madre como un modo de darle a él la razón. Y si él cree que eso es así, podría comenzar a desarrollar un sentimiento de impunidad y de ausencia de consecuencias ante sus acciones, que es exactamente lo que sienten cientos de miles de niños y adolescentes en nuestro país, si damos crédito a los resultados de los estudios de comportamiento infantil y juvenil de los últimos quince años, o si, más sencillo, charlamos con unos cuantos docentes y escuchamos sus experiencias diarias en los centros educativos.
Sobre el caso que nos ocupa, creo haber oído en algún programa de televisión que, si se ejecuta la sentencia, el niño podría ser asignado a un centro tutelado para garantizar que pase alejado de su madre el tiempo estipulado por la juez. En alguna ocasión he compartido en este blog mi experiencia con los centros tutelados que se encargan de muchachos conflictivos y las devastadoras consecuencias del efecto que suele surtir, en un adolescente o preadolescente, vivir en un ambiente en el que pronto aprenden, esta vez definitivamente, que pueden hacer lo que les venga en gana sin sufrir las consecuencias ni de su rebeldía, ni del daño que puedan causar a otras personas.
Espero y deseo que no suceda nada de lo que expongo; pero no es menos que lo que yo planteo aquí como posibilidad, se ha dado en muchas ocasiones. Y si la sentencia se ejecuta y nadie se ocupa de reprender al niño con eficacia, haciéndole ver bien claro que sus actos sí tienen consecuencias, se convertirá en uno de tantos jóvenes conflictivos, posible delincuente, toxicómano o maltratador.
Mi opinión personal es que, expresándolo coloquialmente, la juez se ha pasado. A mi juicio, y parafraseando las escrituras, ha preferido la letra de la ley antes que el espíritu de la ley. Y tengo mis dudas de que ella haya calculado que su decisión puede traer consecuencias, para la familia, más trágicas de lo que pueda parecer ante un simple análisis. Sobre todo, si el niño asimila que, con su mal comportamiento, ha vencido a su madre.