Hacía muchos meses que no paseaba
por Miguel Servet. Concretamente, recorrí el tramo que va desde el cruce con
San José y Reina Fabiola hasta el final del propio Miguel Servet, terminando mi
paseo en la Plaza
de San Felipe.
Me sorprendí al ver cerradas varias
tiendas y bares que, medio año atrás, sobrevivían en medio de esta crisis que
arrasa España. En medio año, ha desaparecido muchos establecimientos, cuyos
locales no alquila nadie para un nuevo negocio.
Cuando llegué a mi destino
comenté con un cliente lo que había visto. Ambos convinimos en que la tónica
general de la ciudad es lo que yo acababa de comprobar en una sola de sus
avenidas. No solo en los barrios han desaparecido una gran cantidad de pequeñas
tiendas, cafeterías, oficinas y otros negocios. En el centro de Zaragoza
también se puede hacer un numeroso recuento de bajas. Incluso establecimientos
de toda la vida, con 30, 60 o más años de vida, han sufrido los embates de la
recesión y hasta en los casos de empresas familiares, los dueños se han jubilado
sin poder legar a sus herederos una empresa a pleno rendimiento. No hay más que
pasear por la parte antigua de la ciudad para sentir in situ algo parecido a un
silencioso duelo que transmiten los escaparates vacíos, con carteles en sus
cristales anunciando la venta o el alquiler de cada recinto.
Lo que acabo de relatar me
sucedió hace apenas un mes. Hoy, en el pueblo del extrarradio de la ciudad
donde vivo, de unos 3.000 habitantes, he visto de cerca otro efecto de la
crisis. Crisis, nunca me cansaré de repetirlo, que nunca llegaría a España, por
mucho que lo anunciasen los (según Zapatero y su secta) crispadores y enemigos
de la democracia.
A primera hora de la mañana entré
en una de las tiendas del pueblo. La planta calle está, casi exclusivamente,
dedicada a la alimentación. Crucé todo el local y baje las escaleras del
sótano, donde se ubica el área de ferretería, menaje de hogar y otros
complementos. Nada más llegar al fin de la escalera, uno s encuentra con el
mostrador, a mano derecha, y tres pasillo paralelos, justo enfrente, donde
están expuestos todos los artículos.
Desde mi posición, frente a mí,
observo que el pasillo izquierdo y el central se hallan cerrados, cada uno, por
una cadena que impide que los clientes puedan adentrarse por ellos. El derecho
está abierto. Paso al lado del mostrador, saludo a la dependienta y me dirijo
hacia el único pasillo abierto.
La dependienta me saluda. Apenas
me conoce de vista. Creo que la última vez que compré algo en esta tienda fue
en el pasado mes de octubre. Me pregunta qué es lo que deseo. Le digo que un
tubo de Loctite. Me acompaña por el pasillo, llegamos al stand de los
pegamentos y selladores, me muestra lo que hay; elijo lo que estaba buscando y
volvemos al mostrador.
Mientras pago el Loctite le
pregunto el porqué de las cadenas en los demás pasillos. Me quedo helado. Me
cuenta que la crisis se recrudeció el número de robos ha ido en aumento
exageradamente. Desaparecían bombillas, herramientas, útiles de cocina… Parece
que la situación se volvió tan complicada que los dueños del negocio tuvieron
que tomar esa medida. Que los clientes entren acompañados de la dependienta y
que esta los acompañes después hasta la caja registradora.
No añadiré más sobre el asunto,
ni escribiré una sola línea como conclusión de todo esto que, aseguraban, nunca iba a suceder. Que cada uno saque su propia conclusión.
Nota: Para los que, siendo de
Zaragoza o de fuera, conocieron El Tubo y sus bares. El Texas
ha caído. Clausurado. Descanse en paz. Ahora sí que podemos decir que El Tubo
es historia definitivamente.
La crisis,el paro,el bajo consumo etc conlleva al cierre de muchos pequeños comercios y a duras penas algunos comercios se manienen de estos pequeños comercios.
ResponderEliminarLa delincuencia está subiendo y más que tiene que subir, de seguir en esta forma tendremos que meternos a trabajar en algún cuerpo policial que es lo que ahora renta.
Yo he tenido dos negocios,el primero mi socio me engañaba en las ganancias en el segundo igual.
Hace un año casi pongo un negocio menos mal que no lo hice porque la cosa esta muy malita para empezar un negocio y más ahora.
Saludos cordiales.
Desgracidamente está muy claro. Demasiado claro.
ResponderEliminarLO peor de todo, junto al drama personal, familiar, nacional que subyuace, la profundsa mentira de que los gobiernos pueden "salvar" estas situaciones... con más intervencionismo, impuestos, etc.
Un abrazo.