Vigencia del VII Conde de Toreno, un liberal olvidado.
por Isabel del Río
Hace unas semanas estuve en la Real Academia de la Historia de Madrid
con motivo de la presentación de una edición actualizada, por parte de
editorial Akrón, del clásico manual “Historia del Levantamiento, Guerra y
Revolución de España” que el VII Conde de Toreno (1786-1843) escribiera en su
exilio de París durante los períodos más reaccionarios del reaccionario reinado
del peor rey que haya tenido el país: Fernando VII.
La reedición de Akrón, en cinco volúmenes, recoge los 24
libros sobre el conflicto hispano-francés que el citado conde, protagonista
indiscutible de los hechos que narra, describiera con pormenorización para
legar a las futuras generaciones un testimonio de primera mano de uno de los
episodios que más han marcado las raíces de la reciente historia española.
En el acto hablaron el director de la Academia, Gonzalo Anes
y Álvarez de Castrillón, el académico Luis Suárez Fernández y el editor de la
reedición, Juan Manuel Martínez Valdueza, además del XII Conde de Toreno,
descendiente de aquel caballero que negoció la ayuda inglesa a nuestro país
cuando las tropas napoleónicas lo invadieron, que participó activamente en las
Cortes de Cádiz apoyando propuestas del naciente liberalismo y que, años más
tarde, cuando constató el vacio de testimonios fundados sobre los conflictos
que él había vivido, comenzó a escribir su larga serie de libros.
Sin embargo, pese a las clarificadoras conferencias que los
eminentes historiadores citados impartieron sobre cómo el conde, entonces muy
joven, afrontó serios peligros para ayudar a España y afinó más tarde su lengua
y pluma con el mismo fin, lo que más me hizo pensar (y aún hoy, al escribir
estas líneas, continúa interrogándome) fue su biografía de hombre maduro.
A los 52 años, tras la muerte de Fernando VII, el VII Conde
de Toreno, José María Queipo de Llano y Ruíz de Sarabia, regresó de su exilio y
fue nombrado Ministro de Hacienda. La deuda externa española hacía (como suele
pasar cuando un país anda en venta) imposible la recuperación económica y la
independencia de la política interna, sometida a los intereses de nuestros
ajenos dueños. Fue él quien, con la misma habilidad que había demostrado en su
juventud para conseguir la ayuda inglesa contra la invasión napoleónica,
consiguió recomprarla en unas exitosas negociaciones con la familia Rothschild
y fue él, por tanto, el artífice olvidado de la recuperación financiera del
reinado de Isabel II y de que España entrara en una incipiente modernización
comercial, industrial y a la postre cultural.
Aquella tarde en la Real Academia de la Historia, concluí
que el VII Conde de Toreno es un personaje que hay que recuperar, no sólo con
un sentido patriótico ni de justicia histórica (aunque también) sino porque los
hechos que han sucedido durante el actual gobierno del Sr. Zapatero conducen a
un paralelismo que nos obliga a tomar ejemplos previos para madurar soluciones
nuevas.
¿Qué pasa con nuestra actual deuda externa? Esta es la
pregunta y su contestación aterra. No importa que sigamos hablando de si nos
gustan las corridas de toros, o de que los bares cierren a tal hora, o de quién
puede acudir en puestos de honor a las procesiones de Toledo, o de si los
fumadores tienen que comer ahora zanahorias… ¿Han vendido la deuda externa? ¿A
quiénes? ¿Qué harán nuestros nuevos dueños con ella? Podemos especular pero
siempre llegaremos a una conclusión triste porque las zanahorias que comamos a
partir de ahora no van a ser, desde luego, las nuestras. Discutir en estos
momentos banalidades no es más que despistar del problema central (por eso se
hace) y por eso nunca antes se había tenido a la sociedad mareada de este modo
con cambios de costumbres en las tradiciones sociales y personales que, como
incomodan, aunque no sean transcendentes, conllevan discusiones que evitan la pregunta
importante.
¿Tiene el gobierno del Sr. Zapatero a algún VII Conde de
Toreno? A mí me gustaría pensar que sí por la cuenta que nos tiene, pero tengo
muchas dudas de que quienes han creado
un problema que no existía, ni había razón para que existiese (aquí no ha
habido una invasión ni una guerra ni el país estaba en crisis antes de su
“glorioso” advenimiento), puedan arreglarlo.
Mientras tanto, sigamos discutiendo con una zanahoria
exótica en la mano (izquierda).
**Isabel del Río es profesora de Historia y autora de la
novela “Ariza” y del ensayo “Las Chicas del Óleo, pintoras y escultoras
anteriores a 1789” .
Dirige la revista cultural Yareah magazine.
La semana pasada se celebró el centenario del Psoe en el Congreso de los Diputados, pero no recordaron el centenario de la amenaza del atentado personal que hizo el zote de Pablo Iglesias en 1910. Os recomiendo que veáis los diarios de sesiones de esos hecho aquí:
ResponderEliminarPablo Iglesias Amenaza con el atentado personal a Maura en 1910