El
modelo Gump
por
Martín Cid
Como
hacían en tiempos de Shakespeare, voy a empezar como se debe: pido disculpas de
antemano por lo que se disponen a leer. Probablemente ustedes sean lectores inteligentes
y cultos y no merezcan ser incluidos en las filas de los que en breves momentos
vamos a describir. A usted, lector inteligente, le doy mi más sentido pésame.
Para
quien dude de la sabiduría de los antiguos, ya lo resumió Henrik Ibsen en una frase:
la mayoría de los hombres son idiotas y, por tanto, la posibilidad de que un
idiota llegue al poder es infinitamente mayor que la de que lo alcance un
hombre con verdadero talento.
Contiene
esta frase la quintaesencia del modelo Gump.
Ya
no tenemos más remedio que rendirnos.
¿No
saben qué es el modelo Gump? El modelo Gump.
¿Cuándo
comenzó el magnicidio? Lo desconozco y no puedo aventurarme a dar una fecha
exacta. El 6 de junio de 1944 comenzó el desembarco de Normandía, con lo que se
afianzó (dicen los más sabios del lugar) la supremacía moral norteamericana.
Digo moral con todo el sentido irónico que mereció y merece. A partir de
entonces, comenzaron una serie de hecatombes físicas y psíquicas que
desencadenaron en la actual aquiescencia para con el modelo “democrático”
actual que formó el ya por todos conocido “fenómeno Gump”. Hasta aquí, todo más
o menos bien y todo más o menos políticamente correcto.
Sí,
antes ya habíamos llegado a grandes cotas de libertad humana con el sufragio
universal y la Revolución Francesa y demás grandes manifestaciones del espíritu
humano. Todos estos acontecimientos son considerados por los más sabios
expertos como los antecedentes del modelo Gump.
Con
la victoria de los Aliados comenzó el aparato propagandístico a dar sus frutos.
Un hombre como McCarthy llegó a afirmar que el comunismo estaba creando niveles
de homosexualidad alarmantes en las tropas (es un ejemplo anticipado para que
vean hasta donde ha llegado el nivel de desarrollo dialéctico del modelo).
La
victoria americana no supuso sólo la afirmación militar de “espera a que se
cansen, que luego vendremos nosotros como salvadores”… ni la creación de un
“nuevo” (las comillas son por el “cachondeo”) sistema de “valores”, sino el
reconocimiento mundial de esos “valores” (por muy estúpidos que a veces hayan
sido éstos).
Mucho
tiene que ver este sistema moral con el “sueño” americano (cualquier tonto
puede llegar a Norteamérica sin talento ni dinero y hacerse un hombre de pro) y
muy explicado está en la película Forrest Gump (sin comentarios): héroes en una
historia efímera que apenas tiene un siglo de existencia.
Principios
y verdades del modelo Gump:
Con
el paso de los años el modelo Gump se ha extendido y ha dado lugar al cual
cáncer en las sociedades modernas: cualquier persona, por bajo que tenga el
cociente intelectual, puede llegar con esfuerzo a hacerse el amo del mundo.
Dícese: el modelo Gump niega cualquier trascendencia del factor talento o
inteligencia en la consecución de los fines.
Por
cierto, y lo digo desde ya: el modelo Gump se basa en la propaganda (lo dijo
Goebbels: la propaganda debe ser vulgar para así llegar a un mayor número de
personas). Un modelo propagandístico (también lo dijo el mismo nazi) se debe
basar en la verdad y no se debe mentir porque entonces el pueblo no se lo va a
creer.
Dícese:
el nivel de aquiescencia para con la realidad ha de ser directamente
proporcional con el nivel de estupidez. Conclusión: el modelo Gump no
funcionará a no ser que sea comprobable y se den al público ejemplos prácticos
de su buen funcionamiento. Ya he nombrado a McCarthy (el mismo de la “caza de
brujas”, otro modelo propagandístico a imitar: se interrogaba a los actores si
eran comunistas porque los actores de Hollywood tenían algo, credibilidad y publicidad
y público). Hay algún que otro ejemplo de gran triunfador con escaso cociente
intelectual que ha llegado, incluso, a Presidente de EE.UU.
El
modelo Gump tiene muy en cuenta el pasado y la consecuente ruptura con el mismo
de cara a su éxito. Si en el pasado el valor del hombre venía de una mezcla
entre valores morales y sociales, en el actual (basado en una falsa idea
igualitaria, no lo olvidemos) se prescindirá de los morales de cara a afirmar
el propio modelo, de tal manera que la valía personal de Forrest vendrá
determinada por el único factor del éxito social cosechado, y éste vendrá
únicamente determinado por el éxito económico.
Asimismo,
el modelo Gump afirma el nivel máximo de satisfacción del individuo Gump, ya
que cualquiera está capacitado para su práctica y a mayor número de
practicantes mayor será el nivel de satisfacción mutua.
El
modelo Gump debe ser constantemente alimentado desde los medios de
comunicación, no vaya a ser que nuestro Forrest se sienta solito y deje de
creer en el modelo. Esto se logra a partir de lo anteriormente expuesto:
tendremos individuos Gump en puestos de compromiso y públicos, de tal manera
que no sea necesario adoctrinarlo en el empobrecimiento lingüístico o
metafísico. Ellos mismos serán capaces de deleitarnos espontáneamente con
alguna reflexión propia de un primate.
El
modelo Gump debe sorprender constantemente: no importa cuán estúpido parezca el
comentario, no olvidemos nunca que más estúpido aún puede ser el receptor del
mensaje.
El
modelo Gump se basa en la eficacia de la doble negación de la cuádruple raíz
del principio de estupidez suficiente: siempre hay alguien más tonto con las
mismas oportunidades. El nivel de oportunidad de cualquier individuo viene
determinado directamente por su nivel de creencia en el modelo, por lo que
cualquier no-creyente será automáticamente excluido por los propios creyentes
(y practicantes). Dícese: cualquier persona que crea que por superar los
ochenta puntos de cociente intelectual pueda llegar a tener más posibilidades
que cualquier otro será “democráticamente” excluido del sistema de la mayoría.
Sin
embargo, algunos expertos (que entre todos afirman haber leído un número de
libros no menor a dos ni superior a cinco) han señalado que en este proceso de
involución, el futuro del hombre filosófico puede verse seriamente amenazado.
Famosos antropólogos han observado gestos primitivos en las nuevas generaciones
que refuerzan la idea de la vuelta al primate.
Los
defensores del modelo Gump han contestado con acierto a los antropólogos:
**Martín
Cid es autor de las novelas “Ariza”, “Un Siglo de Cenizas” y “Los 7 Pecados de
Eminescu” y del reciente ensayo “Propaganda, Mentiras y Montaje de Atracción”
(editorial akrón, 2010).
¿Puede tener esto algo que ver con el llamado "factor subnormal" detectado por algunos ensayistas en la cultura (o anti-cultura) pop?
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