Rafael del Barco Carreras
12-06-10. Una batallita a cuenta
de la problemática España-Euro. Corría 1961, tenía 21 años y tal como he
contado en otras ocasiones trabajaba en “cartera extranjera” del Banco
Comercial Transatlántico, Diagonal-Paseo de Gracia, banco alemán, y ahora
Deutsche Bank. 1.200 pesetas al mes y varias pagas extras al año, ¡una
miseria! Además había terminado los cursos del Instituto Bancario del
Consejo Superior Bancario, 4 años por las tardes y noches, rematados con una
tesis final sobre una importación de maquinaria pagada con un
crédito documentario con aval bancario, y financiada con una emisión de
obligaciones a largo plazo. Creo que saqué un notable. O sea, que en teoría y
salvando la informatización y globalización de los pasados 50 años, elucubro
sobre mi oficio:
Para que los cajeros sigan
soltando billetes aunque los alemanes y franceses cierren el grifo de los euros
porque mi País es un País gobernado por chorizos o irresponsables, o las
dos cosas a la vez, se podría emitir LA NUEVA PESETA. Podrían circular las dos
monedas, y aplicar los viejos mecanismos de aquellas pesetas convertibles de
cuando en 1959 se iniciara la apertura exterior del franquismo, la
mal llamada liberalización porque la autarquía continuaría en el desarrollismo
de los 60 financiado con el turismo. Sería retrotraerse al inicio de la bola de
nieve, billetes, deuda y divisas. Lo de gastar solo lo que se gana, o invertir
solo lo que se ahorra, es una idea retrógrada, absurda y merecedora de todos
los imaginables insultos del llamado progresismo. Lo de Keynes y el pozo sin
fondo, es lo que vale.
En mi fantasía ignoro que pactos
políticos y por tanto legales entre la Zona Euro y España permitirían la
creación e impresión de pesetas para cubrir la irrefrenable tendencia al
gasto y la inversión de nuestros políticos. También ignoro las cláusulas que
garantizarían la cobertura de la enorme deuda exterior, pero con la “nueva
peseta” se evitarían los ajustes inviables y de nulos o nefastos resultados. De
entrada subir de nuevo los sueldos públicos y pensiones, cumplir con la
inversión programada, los subsidios y subvenciones de todo genero, mantener las
teles o prensa pro Régimen, o en Barcelona, por ejemplo, transformar la
Diagonal, cubrir el Mundo de embajadas de Cataluña (donde enchufar a más
hermanos y amigos de políticos) o repartir créditos incobrables para paliar la
miseria ajena.
Pueden apostar que un euro
alcanzaría el precio de 1.000.000 pesetas (de las no convertibles) al poco de
permitir que la Fábrica de Moneda y Timbre funcionara a pleno placer de
Ayuntamientos, Comunidades Autónomas y Gobierno. En definitiva un gobierno sin
la potestad de emitir dinero y repartirlo con la generosidad española... no
tiene gracia, le falta la herramienta principal, la ilusión de todo
político.
Recuerdo el formulario rojo para
los simples comunicados estadísticos al Banco de España y los negros de
solicitud de divisas para pagar una importación no respaldada por pesetas
convertibles. Como anécdota añadiré que se subvencionaban las exportaciones con
un 8%. Subvención que condujo al escándalo Matesa, 10.000 millones de 1967 o
68. Además de muchas pequeñas matesas para cobrar las subvenciones, aumentó el
mercado de “licencias de importación” que enriqueció más si cabía a
funcionarios y políticos franquistas, los maestros de los actuales.
Recuerdo que el papelito “licencia de importación” de un Mercedes costaba no
menos de 1.000.000 de pesetas por los 70, vivo y ya muerto Franco, pagadas,
siempre en efectivo, en los propios pasillos del Ministerio de Comercio.
Merdedes de segunda mano por cambio de domicilio, el gran negocio de los
funcionarios o militares destinados en África o las Canarias. El
correspondiente actual de “recalificar” (también entonces, pero más moderado)
un terreno rústico y transformarlo en una sustenciosa hipoteca en las cajas o
caixas.
Lo de las dos monedas se me
ocurre porque con mi misérrima pensión pudiera pasar, similar al corralito
argentino, que metida mi tarjeta, ¡que ya no tengo!, se hubieran acabado los
euros. Saldrían pesetas y me iría al supermercado a comprar. ¡Tan tranquilo!, y
esperando que también al igual que en varios países no se acaben los
tomates, patatas o leche en los supermercados.
Con pesetas convertibles o no,
por si acaso que las impriman. Ver en imágenes de www.lagrancorrupcion.blogspot.com
las noticias que avalan este estrambótico consejo.
Perdone usted, pero 1200 pesetas al mes con varias pagas extras suponían al año 3000 dólares de los de a 60 ptas./dólar. Teniendo en cuenta que la renta per cápita no llegaba a 300, usted no cobraba ninguna miseria.
ResponderEliminarSería, más o menos, como cobrar hoy día 250000 dólares al año.
!Qué pobre era usted!
Esa "apertura de la autarquía", como usted la ha denominado, permitió el mayor crecimiento de la productividad del mundo junto con Japón, la única posibilidad de sueño industrial de España, y ya la quisiéramos hoy día, aunque nuestras ciudades no estuviesen llenos de 4X4, o los albañiles de 2007 no se fuesen de finde a Londres.
Un saludo, liberalísimo (caduquillo, ya).