Desde el pasado 9 de agosto este
blog ha estado en vacaciones forzosas. Desde ese día, hasta hace escasos
minutos, no he podido entrar a la edición de ninguno de mis blogs de blogspot. Así
que lo primero que quiero hacer es pedir disculpas por no haber podido
contestar a los participantes del post anterior.
Creo que el mejor modo de hacerlo
es añadiendo mis respuestas en este post, agradeciendo de antemano el tiempo
que los participantes dedicaron a expresar sus puntos de vista durante aquél día
9 y posteriores.
Don Andrés: Desde mi punto de
vista moral, que es el que pretendo aplicar a mi modo de ver las cosas a
diario, existe una colisión tremenda entre el rechazo a la gran mayoría de las
prohibiciones y la certeza de que cualquier festividad o manifestación social
que pase por la tortura y muerte de un animal no expresa más que la necesidad
de dar rienda suelta al lado más oscuro del ser humano. Ante esta colisión,
¿qué debemos hacer? ¿Qué se espera de nosotros? Sinceramente, no creo que nadie
vaya a ser menos liberal de lo que es por tratar de impedir que se infrinja
tortura y muerte a un animal.
Si un hijo mío se divierte
atormentando a un pájaro, por poner un ejemplo, ¿debo amonestarle por
comportarse como un bárbaro, o respetar su libertad dejando que siga
martirizándolo?
José Enrique Carrero-Blanco
Martínez-Hombre: Está claro que la historia nos demuestra que el efecto rebote
de algunas prohibiciones acaba por crear consecuencias peores que aquellas que
los legisladores pretendían evitar. Veremos qué pasa en Cataluña cuando esta
prohibición entre en vigor.
Samueldl: Sobre la comparación
del uso del burka con el habito de las monjas solo tengo un par de cosas que
decir.
No veo comparable ambas cosas en
absoluto. No seré yo quien defienda, desde el punto de vista doctrinal, la
existencia de monjas, monjes u otras figuras religiosas que se recluyen del
mundo, pero creo reconocer, en el hábito de las monjas, un afán por seguir un
precepto religioso, por mucho que yo esté en desacuerdo con él, del que se
puede dejar de practicar cuando la monja lo desee. No sucede lo mismo con el
burka, por descontado. Todos conocemos las consecuencias que han tenido que pagar
muchas mujeres que se han negado a llevarlo.
No se me ocurriría equiparar en
derechos a animales y a personas. Las personas son la primicia de la creación
y, por tanto, les corresponden muchos más derechos, pero también obligaciones.
Los animales no tienen obligaciones, pues no poseen conocimiento suficiente
para aceptarlas, pero sí creo que deben tener el derecho a ser respetados en la
medida de lo posible, y dentro de esa medida debe contemplarse el no ser usados
como objeto de diversión y escarnio. De hecho, creo también que el ser humano
debería usar su superioridad moral y ética para evitar estos hechos
vergonzosos.
Como libertad total entiendo, por
ejemplo, la libertad de la que han dispuesto ciertos gobernantes para hacer y
deshacer a su antojo, una vez alcanzado el poder. Libertad que han aprovechado
en beneficio propio y en perjuicio de otros. Un ejemplo claro podría ser
Castro, cuando se convirtió prácticamente en dios y voluntad suprema de Cuba,
con las consecuencias que todos conocemos.
En cuanto a lo de llamarme
tramposo, reconozco que nunca me habían adjetivado de ese modo, con todas las
cosas que me han dicho en Internet. Supongo que siempre hay una primera vez
para todo. Un poco de ironía siempre va bien, creo.
Saludos a todos y muchas gracias
por los comentarios.
Si un hijo mío se divierte atormentando a un pájaro, por poner un ejemplo, ¿debo amonestarle por comportarse como un bárbaro, o respetar su libertad dejando que siga martirizándolo?
ResponderEliminarMike, con todos mis respetos, pero la comparación entre pajarito/toro niño/adulto, no es nada afortunada.
Reducir los toros a simplemente la tortura de un animal, es, con todos mis respetos, una forma obtusa de definir el toreo. Incluso para alguien que no le gusten, como a mi.
La cuestión es que tal vez tengas razón, pero en todo caso, esta no es más que tu opinión subjetiva, tan válida como otras personas que digan que para ellos los toros son algo más. Tanto derecho tienen unos a ver una cosa como otros otros. Que el poder político decante la fuerza coactiva del estado a favor de la subjetividad de una minoría para prohibir la de otra, es un abuso, se esté de acuerdo con el fondo de la medida o no.
Saludos
Buenas vengo a saludarte, ya que hacía tiempo que no lo hacía.
ResponderEliminarSalud
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ResponderEliminarMike, perdón por la que te he montado con los comentarios. No sé por qué tu página me ralentiza muchísimo la navegación y me da problemas al colgar los comentarios ordenadamente. ¡Con el tostón que te había escrito!
ResponderEliminarEn mi blog he colgado un post respecto al tema de la prohibición de los toros. Algo es algo...
Un saludo y sabes que estoy de acuerdo contigo al 90% :P
Hola, Lino.
ResponderEliminarPerdona que haya tardado tanto en contestarte, pero desde el mes de agosto estoy inmerso en unos cambios laborales que ocupan mucho de mi tiempo.
Siento que el ejemplo te parezca desafortunado y obtuso, pero te explicaré brevemente por qué me reafirmo en ello.
Para mí, simplificando mucho, la única diferencia que hay entre la “fiesta” de los toros y el maltrato a otro animal con intención de divertirse es que la primera la celebran unos tipos con trajes de luces, contando con la connivencia de un público entregado, mientras que lo segundo está mal visto porque es mal trato a un animal.
Te aseguro que, por mucho que lo haya intentado, no logro ver la tauromaquia como algo separado de su consecuencia final; es decir, la muerte innecesaria de un animal al que, previamente, se le han clavado unos arpones en su espalda y se le ha alanceado su columna vertebral desde un caballo (que hasta bien entrados los años 20 del pasado siglo solía acabar tirado también en la arena, con las tripas al aire, porque no le ponían ni una mala protección).
Te soy muy sincero cuando te digo que me asusta y preocupa muchísimo el hecho de que haya personas que reclamen su libertad para ejecutar semejantes actos de barbarie, escudándose en razones culturales y económicas. Y te soy muy sincero también cuando te digo que creo firmemente que mientras esto no se resuelva prescindiendo del prejuicio que constituye la excusa de la identidad cultural, poco se podrá hacer para parar de una vez otras barbaries tales como arrojar a una cabra desde un campanario, o matar un toro a lanzazos, como hacen hoy en Tordesillas.
Por eso me pregunto constantemente si hacer buen uso de la Libertad (con mayúscula) es permitir, o mirar para otro lado, cuando el ser humano pretende justificar sus actos de salvajismo preferidos con ese derecho a la libertad.
Saludos. Y reitero mis disculpas por tardar en contestar.
Mike, no te preocupes por el tema de la tardanza. Todos sabemos que Internet no es más que un aspecto importante pero al fin y al cabo secundario respecto a los múltiples problemas y quehaceres domésticos y personales.
ResponderEliminarSoy consciente de que en ocasiones necesito de muchas palabras para explicar cosas que otros lo hacen en con muchas menos, pero que le vamos a hacer.
Mike, tu opinión sobre los toros, tus gustos y lo que tu ves en ellos, no te lo quiero hacer cambiar bajo ningún concepto. Es lo que tu ves, y que yo comparto también casi al 100% como ha dicho el compañero.
Lo que ocurre es que, aunque yo no sea capaz de apreciar en la medida que otros lo hacen, lo que hace un torero frente a un animal que le multiplica por cinco o seis su peso, armado con dos astas mortales, aunque no le vea ese matiz que para algunos es especial, soy capaz de distinguirlo de otras actividades como tirar a una cabra de un campanario. Aunque no me gusten en absoluto los toros puedo distinguir que son dos cosa distintas, aunque las dos acaben en la muerte del animal, y no considero razonable que las personas nieguen esta diferencia. También observo que los espectadores en las corridas de toros, ovacionan unas cosas y otras no, y no tienen nada que ver con si el animal está sufriendo o no. El objetivo no es matar al animal de cualquier forma, sino de una «manera determinada».
Esa manera determinada que no vemos, que no somos capaces de apreciar, nadie es quien para privar a los que si pueden apreciarla prohibiéndoselo. Esto es lo que quiero decir. No veo que una minoría que no sea capaz de encontrar el sentido a los toros, se lo tenga que imponer a los que si la ven. Esta es la diferencia, que nadie obliga a nadie a que le gusten los toros, pero al revés, si.
Sobre si el animal sufre o no, tu mismo has dicho que hace tiempo no se ponían protecciones a los caballos. Esto quiere decir que los toros evolucionan. Pidamosles que sigan haciéndolo, y que nos muestren mejor eso que ellos ven, que aprecian y les gusta, y que no es el ver sufrir al animal, cosa que también ocurre en alguna medida, aunque sea esto lo que los aficionados a los toros ignoran.
Por otro lado, tengo clarísimo que el umbral de dolor de un Toro, es mucho mayor que el de un humano: lo que para nosotros significa una banderilla clavada en la espalda, no es lo mismo para un toro. El efecto estético me resulta igual de poco agradable, pero esto es otro tema que no tiene que ver con el sufrimiento del animal.
Y ya por último, precisamente una de las cosas para las que sirve la libertad, es para equivocarse.
Saludos