por Martín Cid
Soy uno de esos españoles sin dinero ni beneficio, soy uno de esos
españoles que nunca ha entrado en una oficina del I.N.E.M. Sí, soy español y
universitario y sé leer y escribir (ojo, eso último creo hacerlo realmente
bien). Soy de esos tipos que no se molesta en apuntarse al paro y que no cuenta
para las estadísticas del Gobierno. Soy también de ésos cuyas opiniones no
figuran en ninguna estadística, de ésos que no tendrán jubilación ni han
cotizado a la Seguridad Social.
El próximo 29 de septiembre los sindicatos han convocado una Huelga General. ¿Se trata de
una manifestación (como ellos mismos proclaman) contra la Reforma Laboral y las
últimas gracias de un Gobierno gracioso? Si, como preveo, los motivos de la
huelga no son secundados a nivel social (piquetes aparte), la huelga no sólo
servirá al Gobierno para afianzarse en su esquizofrenia política, sino que
dejará un asunto mucho más funesto: la
sensación de incertidumbre del ciudadano que se siente y se sentirá abandonado
por parte del Gobierno, sindicatos y demás.
¡Bienvenidos al club, amigos míos! Ahora ya somos más del 20% los que
nos sentimos desamparados y absolutamente decepcionados con un sistema que no
produce más que una lucha mediática sin beneficio alguno para el ciudadano.,
que no sirve más que para el enriquecimiento de los que controlan la gran
fórmula del voto.
Mucho se habla de los que cada mes pasan a engrosar las listas del paro…
pero nada se dice de lo que nunca pasaremos a sus listas, a los que ya nada nos
importa porque tener fe en ellos se asemeja a esperar que un mono pueda
escribir Guerra y Paz.
Ánimo, sindicatos y partidos políticos, juntos estáis consiguiendo
precisamente lo que no proponéis: el silencio de la mayoría por el descrédito
de unos pocos, la sensación de un sistema corrupto desde la médula autonómica
hasta la estupidez política del Gobierno Central.
No, no soy el único que piensa que no hay quién arregle esto, ni soy el
único que teme la inminente revolución que no llegará precisamente de los
sindicatos, peones de un sistema creado para el beneficio de los que yacen en
la cúpula, con cazadora de pana o no, llámense sindicalistas u obreros. ¿Qué
importa? Vendidos por el vil metal, siempre gran culpable de la injusticia
humana, de la sangre derramada en otras guerras más crueles, igual de injustas.
Diría Braveheart que pueden quitarnos el trabajo, pero nunca podrán
quitarnos la dignidad… quizá tuviera razón o tal vez no… porque con trabajos
indignos nos laceran cada día, con absurdos mensajes que ya nadie cree, con
consignas estúpidas, pasadas de una moda ya de un siglo pretérito, ya de una
falsedad comprobada.
Ánimo, amigos míos y huelguistas, dad al Gobierno y a los sindicatos lo
que quieren: una falsa farsa que otra vez beneficiará a los mismos poderosos traidores
con la democracia, a los mismos indignos nombres que hoy fuerzan las portadas
de los diarios, que hoy hieden a podredumbre y miedo y asco.
**Martín Cid es autor de las novelas Ariza (ed. Alcalá, 2008), Un Siglo
de Cenizas (ed. Akrón, 2009), Los 7 Pecados de Eminescu (e-book) y del ensayo
Propaganda, Mentiras y Montaje de Atracción. Fundador de la revista Yareah
Madrid.
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