Tres noticias recientes y bien
distintas entre sí, nos dan la pauta que explica hasta qué punto los dirigentes
españoles están incapacitados para gobernarnos
y nos llevan directamente al fondo de un abismo del que España tardará en salir
muchos años.
La última crisis de Melilla,
jamás reconocida como tal crisis por el gobierno socialista, ha puesto de
manifiesto, exactamente igual que las anteriores, que los melillenses, y por
extensión también los ceutíes, no pueden sentirse ni seguros ni respaldados ante
las agresiones y el expansionismo de Marruecos, país que refleja en su
comportamiento el despotismo de su rey, quien asegura que un viaje de Rajoy a
Melilla sería una provocación españolista, cuando él mismo ha fomenta las continuas
provocaciones tanto en las fronteras de Ceuta y Melilla como en el interior de
ambos territorios españoles. El pasotismo de los gobiernos españoles hacia
estas dos ciudades autónomas es ya una tradición, al igual que lo fue la
ausencia, por tres décadas, de la casa real española, que no movió un solo dedo
en molestarse por visitar ambos territorios españoles para no desairar a Hassan
II y a su hijo Mohamed VI. Muchos españoles de aquellas dos ciudades se sienten
solos y traicionados. Pero eso, en Moncloa, es pecata minuta. Al fin y al cabo
no hay tantos votantes socialistas allí como para mover un solo dedo por
defender la integridad territorial del estado y la seguridad de sus ciudadanos.
Una segunda noticia; más bien un síntoma
de que no decae el afán socialista por incrementar algunos impuestos y crear
otros nuevos, es que José Blanco, ministro de Fomento, está valorando cobrar
peaje en autovías y otras rutas que siempre fueron gratuitas en España. Blanco no
ha invertido un mínimo tiempo en calcular el desastre que puede suponer esta
nueva tasa para los transportistas autónomos, quienes trabajan con márgenes de
beneficios cada vez menores para poder competir con las grandes compañías. No
es ese el problema que le preocupa. Al fin y al cabo los autónomos, como
empresarios que son, no están bien vistos en el Partido Socialista ni en los
sindicatos, precisamente por ser eso, empresarios, aunque solo sea
nominalmente. Si José Blanco pretende provocar otra huelga general de
transportistas que colapse las comunicaciones por carretera y el suministro en
tiendas y mercados, ha encontrado el modo ideal de hacerlo.
Por otro lado, el ambiente
sindical anda revuelto. Mientras UGT se dedica a publicar vídeos
absurdos con los que pretenden alentar a la población a secundar la próxima
huelga general, y procura que la propia huelga no parezca demasiado contraria
al gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, la oposición, según se ha publicado
hoy, ha preguntado en el congreso, durante los últimos años, más de cien veces por
el número de liberados sindicales repartidos por España. El dato debe ser muy
importante. Quizás, como dirían en Estados Unidos, un asunto de seguridad
nacional. Se habla de una cifra aproximada de 300.000, que de ser cierta
tampoco debería extrañarnos, dados los métodos de clientelismo y voto cautivo
que el PSOE practica desde la transición. Jamás las interpelaciones de la
oposición a este respecto han sido contestadas por ministro alguno, ni por el
presidente.
En resumen. Que mientras la
imagen y prestigio internacionales de España siguen siendo la risa de nuestros
vecinos del sur y del monarca “hermano” del rey Juan Carlos I, dentro de nuestra casa, cada vez más parecida
a una mal avenida comunidad de vecinos, los privilegios sindicales son
defendidos a toda costa por el partido socialista y su sindicato siervo, UGT,
para mayor agravio de los millones de parados que han tenido que esperar años
para que las fuerzas sindicales “hagan algo” en defensa de los intereses de los
trabajadores. Y ese algo es un mayúsculo ridículo mediático y una convocatoria
de huelga contra la que ya se han manifestado un buen número de colectivos y
asociaciones. Para completar el triángulo, Fomento sondea a la opinión pública
con nuevos impuestos. Y mientras zapatero vuelve a fijar fecha para el inicio
de la recuperación económica y laboral – esta vez para final de 2010 – septiembre
llega a su mitad con miles de empresas que no volvieron a abrir sus puertas
tras el final de las vacaciones de verano.
Si alguien cree aún a gobernantes
y sindicatos, que se lo haga mirar por un especialista. O que vuelva por sí
mismo a la realidad; que le saldrá más barato.