Quién hubiera podido decir, hace
tan solo un año, que la plana mayor del partido socialista apostaría
públicamente, aunque solo fuera por imagen, por la austeridad del gasto público
como una de las medidas necesarias para resolver la crisis económica.
Los tiempos actuales son muy
distintos de los que fueron pronosticados por Rodríguez Zapatero y su
incomparable elenco de ministros hace tan solo un par de años. Desde aquél
momento para la historia, en el que De la Vega aseguró, en mayo de 2009, que el
inicio de la recuperación económica arrancaría en el siguiente septiembre, impulsado
por los famosos brotes
verdes de Salgado, aderezo ad hoc para timar una vez más a los electores
que participarían en las europeas de aquél año, hasta el delirante discurso de Rodríguez
Zapatero ayer en Zaragoza, la carrera de despropósitos y mentiras del
Presidente del Gobierno ha sido un interminable escaparate de falsedades,
desaciertos y fracasos. Hoy por hoy, Zapatero debe ser el político español de
la era moderna con la hemeroteca más desastrosa, pero su mensaje en este pasado
meeting del PSOE no parece mostrar el más mínimo ápice de autocrítica.
Era obvio que esta demostración
socialista de amor y culto al líder no pasaría de ser eso mismo. Un acto de
reafirmación Zapaterista. Pepe Blanco y Marcelino Iglesias se encargaron bien
de ello y a nadie debe extrañar. Defienden sus sueldos y privilegios de políticos,
aunque en eso vaya incluida la aseveración de Blanco, asegurando que Zapatero
es el mejor socialista que ha conocido nunca.
Nada más se puede aprovechar de
este evento, si no es una profunda reflexión sobre el momento actual que vive
el conjunto de ciudadanos españoles, sin ser conscientes, quizás, de la
importancia del mismo. Como en los últimos años de la era del Felipe González,
el socialismo de Zapatero, traducido en hechos, es el resultado de la
imprevisión, la mentira sistemática y la crispación social calculada como arma
política.
La exaltación de Zapatero no deja
de ser un intento de aliviar la presión interna del partido socialista. Buen
número de medios de izquierda, desde los que podrían considerarse “moderados”,
hasta los más serviles al poder del PSOE, han terminado por reconocer que
muchos barones del partido desean que ZP no se presente a las elecciones y que,
todavía mejor, anuncie su renuncia a la candidatura cuanto antes, para que
ellos puedan presentarse con una creíble actitud de desapego al Presidente del
Gobierno y sus fracasos.
Las especulaciones sobre el
siguiente candidato a la presidencia del gobierno de España se multiplican,
aunque solo sea para tratar de distraer la atención ciudadana de los verdaderos
problemas que la ahogan a diario, como son el desempleo y la ruina económica.
Así, un sector socialista procura impulsar una supuesta candidatura de Pérez
Rubalcaba, que parece ser ahora el verdadero presidente del gobierno en la
sombra, tratando de salvar lo que no se haya quemado de la imagen de ZP, del
propio gobierno, y del partido. Un
Rubalcaba que aseguró en su momento que el caso Faisán no era más que otra
insidia de la derecha y que ve ahora como un juez se aviene a seguir adelante el
asunto, demostrado ya que el chivatazo a ETA existió realmente y a falta de
averiguar y probar desde qué alta instancia se cometió semejante traición a
favor de los asesinos.
La sombra de Rubalcaba es muy
extensa y oscurece demasiados hechos de la historia reciente de España. Los
GAL, el 13-M y el referido caso
Faisán son partes de la definición perfecta para un intrigante al que
algunos quieren ver en Moncloa. El resto de candidatos que perfilan otros
sectores del partido no son mucho mejores. Carme Chacón, ministra de defensa y
de cuota feminista, tiene descontentos a
la mayoría de los militares, que no comprenden cómo Zapatero pudo nombrar para
esta cartera a una nacionalista catalana con pasadas y abundantes
manifestaciones contra el “estado español”. Otros apuestan por Pepe Blanco como
sucesor. Un político del que bien se puede decir que ha servido fielmente a su
partido, habiendo sido responsable de organización e impulsor de muchas de las
campañas de acoso y derribo que el PSOE ha liderado contra la derecha en el
gobierno y, posteriormente, en la oposición. Ése ha sido todo su mérito para
haber sido nombrado ministro de Fomento. El resto de posibles candidatos, como
Jáuregui, no mueven todavía demasiadas adhesiones.
El partido socialista es muy
consciente del actual desgaste de su imagen. Pero también es muy consciente de
que dicha imagen no se ha deteriorado verdaderamente hasta que a una mayoría de
españoles no les ha dolido lo único que parece importarles: su economía. De
modo que, siendo conocedores de la insensibilidad social de esa parte del
electorado, seguramente tratarán de poner en marcha alguna estrategia de vuelco
electoral. Conociendo la trayectoria del partido, podemos esperar cualquier
cosa. Desde las sospechas
de Ekaizer hasta un giro eventual hacia el capitalismo del que siempre han
renegado, podemos esperar cualquier cosa. El tiempo lo dirá.
Aunque odien a RuGALcaba,el hombre que debiera estar en prisión, a ver quién es el guapo que se le opone: es el hombre que lo sabe todo de todos.
ResponderEliminarEs habitual en los gobiernos de izquierdas dejar a un paciente con gripe sin cuidados engañandole sobre su salud (lo ven más humano, más social)y solo intervenir cuando está medio muerto.
ResponderEliminarUn saludo.
- Aspirante, no imagino otra situación, en lo que se refiere a la elección de nuevo candidato, que no sea pasar por el visto bueno de Rubalcaba. No creo que haya nadie con agallas para oponerse a él. Ni las de cuota.
ResponderEliminar- Sefirot, las izquierdas suelen preferir su propia visión de "lo social" antes que enfrentarse a la realidad y admitir el fracaso de su ideología.
Saludos.