Día tras día me convenzo de que España nunca será un país de primera división, porque no tiene capital humano ni político suficiente. Puede parecer éste un comentario antipatriota, pero no lo es. Es una simple constatación de la realidad, hecha por un ciudadano que se tiene por persona consecuente con su fe y sus propias ideas. En realidad, es el comentario de un patriota que, aunque de natural optimista, no encuentra apenas resquicios donde sujetar su desánimo respecto a España.
Tal convencimiento, en el que hay una buena parte de decepción y un resto de practicidad, se basa en el análisis del comportamiento social y político de nuestros ciudadanos.
No descubro nada cuando aseguro y defiendo que España tiene lo que se merece, y que lo merece por el modo de ser de los españoles. Sin ir más lejos, ayer, Mariano Rajoy y el Partido Popular en pleno, con la sola excepción de un voto de abstinencia, apoyaron sin reservas la iniciativa de Zapatero de participar en la guerra de Libia contra el dictador Gadafi.
Sin entrar ahora en consideraciones sobre la participación española en este conflicto, sí que me atrevo a decir que el papel de Rajoy ayer, como jefe del principal partido de la oposición, me pareció servil hacia el partido socialista y vergonzoso para cualquier español que se sienta o haya podido sentirse representado por el Partido Popular.
Mariano Rajoy debió haber mostrado ayer un cierto y decoroso nivel de dignidad política defendiendo la memoria de dirigentes, militantes y votantes de su partido, cuando estos fueron insultados y agredidos durante las manifestaciones y declaraciones socialistas por la participación de España en la guerra de Irak en 2003. Fue en aquel año, y posteriormente durante los aterradores sucesos de marzo de 2004, cuando se manifestó, sin ambages ni disimulos, la triste realidad política española que ha sido causa de muchos de nuestros problemas desde la transición: que la derecha no pasa de ser, con unas pocas y puntuales excepciones, una panda de acomplejados que quieren hacerse perdonar los errores cometidos por otros, y que la izquierda ha sabido sacar partido, incluso durante el franquismo, del victimismo y la clandestinidad para alzarse con esa superioridad moral de perdedores y perseguidos ante la que callan y otorgan la inmensa mayoría de sus adversarios en la derecha.
Con respecto a Libia, Zapatero no ha hecho ni más ni menos que lo que prometió que jamás haría. Meter a España en una guerra, y haciéndolo sin el permiso previo del parlamento. Por menos que esto, José María Aznar fue llamado asesino por miles de embrutecidos animados por el PSOE. Por menos que esto, la derecha española fue objeto de un odio alimentado por el partido socialista, medios de comunicación entregados a la causa de zapatero y personajes públicos de la calaña del clan Bardem y similares.
Ahora, muchos años después, los socialistas renuevan su tradición de hacer aquello que condenan en los demás, sin tener que sufrir la oposición de quienes se echaron a la calle en nombre de aquél pacifismo falso e interesado que se tradujo en tan buenos resultados electorales para ZP.
Aún estamos pagando las consecuencias de aquella cortedad de miras del electorado español, y seguiremos pagándolas por largos años. El desinterés, el miedo, el sectarismo político y la falta de criterio del español medio han traído como consecuencia los dos mandatos del presidente más inútil y destructivo de nuestra historia reciente. Pero no perdamos de vista el otro lado de esta realidad que más parece una interminable pesadilla: el jefe de la oposición que nos hemos dado no ofrece muchas garantías de que esto mejore tras las próximas elecciones generales. No con un supuesto futuro presidente como Rajoy, que no devuelve los golpes cuando tiene armas sobradas para hacerlo. No con un opositor que no muestra la más mínima intención de hacer pagar al partido socialista por las ignominias cometidas durante aquellos días de triste recuerdo. No con un presidente departido que no ha dudado en cortar la cabeza a las voces que han disentido desde la decencia y el recuerdo a las víctimas del terrorismo.
Rajoy, más Zapatero que nunca. Como conviene a la izquierda.
Totalmente de acuerdo en todo salvo una matización que considero fundamental:España NO participó en la guerra de Irak . Acudió una vez acabada y en este caso si fué en misión humanitaria.
ResponderEliminarAvizor, completamente de acuerso con el matiz. En realidad, no me explayé más sobre el particular precisamente porque ya lo sabemos todos. Incluso los que no quieren reconocerlo lo saben desde el principio.
ResponderEliminarSaludos.