Hace décadas que llegué a la conclusión de que el arte es un reflejo mucho más fidedigno del alma de una cultura que las proclamas de los reyes. Reflexionaba esto mismo el sábado pasado mientras asistía a una representación de Luisa Fernanda. Considerada una de las mejores zarzuelas, también se ha repetido que es la única que tiene una conclusión equivocada.
Juzguen ustedes. Luisa Fernanda es una joven que vive en Madrid con su padre y que bebe los vientos por el oficial Javier Moreno. Antiguo mozo de caballerizas, ambicioso y ansioso de subir en la escala social, Moreno no duda en engañar a Luisa Fernanda con la duquesa Carolina. El disgusto sufrido por la joven lo aprovecha Vidal Hernando, un hacendado, para acercarse a Luisa Fernanda con la intención de convertirla en su esposa. Hombre hecho a sí mismo y que no pertenece a la nobleza ni aspira a alternar con ella, Hernando decide incluso apoyar la causa liberal simplemente porque Moreno es absolutista. Al estallar la revolución de 1868, Vidal puede matar a Moreno de un tiro, pero se limita a derribar su caballo.
Cuando Moreno cae en manos de los liberales –que quieren ejecutarlo–, Vidal se interpone y logra salvarle la vida por segunda vez en el mismo día. Pero entonces se produce un cambio dramático en la situación. Una carga de los húsares aplasta a los rebeldes y Javier pretende con saña que se ejecute a Vidal. Sólo el que uno de los revolucionarios insista en responsabilizarse de lo sucedido salva al hacendado. Moreno, resentido porque no ha logrado dar muerte a quien lo salvó dos veces, desprecia en público a Luisa Fernanda y se va con la duquesa. La joven se abraza entonces a Vidal y cae el telón. Seguramente, ahí debía haber terminado la zarzuela, pero continúa un acto más. Cuando está a punto de contraer matrimonio con Vidal, Javier aparece tras ser derrotado y dice a Luisa Fernanda que la ama, y se la lleva ante la mirada consternada de Hernando que no quiere interponerse en un amor.
No tengo duda alguna de que una parte notable de la sociedad española padece el complejo de Luisa Fernanda. Por pura sensatez, debería unir su vida a opciones de solvencia, nobleza, lealtad y bienestar. Sin embargo, prefiere a personajes que encarnan el resentimiento social, que carecen de dignidad, que se despepitan por coquetear con la jet set, que carecen de escrúpulos y que se vengan con saña de los que no los laminaron en su día como han tenido ocasión de ver, entre otros, Federico Trillo o José María Aznar.
De vez en cuando, los Javier Moreno son derrotados por sentido común, pero su carrera no termina. Tras los GAL, un 24% de paro, la aniquilación del sistema educativo y la ruina económica, regresaron con ZP más obtusos, chulos, incompetentes y resentidos que nunca, y la España que tiene complejo de Luisa Fernanda volvió a votarlos. Todo parece indicar que el 22 de mayo, el PSOE sufrirá un revolcón considerable. No me tranquiliza. Hay suficientes españoles con complejo de Luisa Fernanda como para votarlos de nuevo el próximo año. Y es que yo lo siento mucho, pero si tuviera que definir de manera adecuada a Luisa Fernanda, diría pura, lisa y llanamente que es «tonta del culo».
Yo también pienso, sin meterme en complejos varios, que algo muy serio, relacionado con el voto al PSOE, afecta a muchos españoles. Tal ven no diga que son tontos del culo, pero quizá afirme que hay mucho "tontolhigo".
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