En las últimas semanas,
desde que Cayetana Álvarez de Toledo pretende ser uno de los personajes
estrella de la política “constitucionalista” en Cataluña, no he escuchado una
sola de sus intervenciones en radio que me haya parecido realmente brillante.
No pretendo que Álvarez sea comparable a Margaret Thatcher, porque personajes
así se dan muy pocos en cada siglo; pero si creo que para liderar la
recuperación del PP en Cataluña, que hoy día es más un salir de la tumba que un
recuperarse en la UVI, hace falta un político que abandone completamente la
corrección política y se exprese de tal modo que conecte con los votantes a
quienes pretende convencer.
Álvarez se pregunta en
una entrevista por qué vox no desaparece, puesto que el actual PP no es ya el
de Rajoy. Semejante argumento es para dejar anonadados a los muchos ex votantes
del PP que apoyarán a Vox en las urnas por muchos motivos muy evidentes.
Sin necesidad por mi
parte de defender a Vox, partido con el que he sido bastante crítico desde hace
años, sí que entiendo perfectamente que la formación que dirige Abascal
desaparece, como sugiere Álvarez, porque es la que ahora representa y defiende
mucho de lo que un PP más liberal de Aznar perdió al reconvertirse en el PP
antiliberal, anticonservador, y socialista que Rajoy moldeó a su antojo,
preparándolo para suceder a Zapatero cuando llegase el momento.
Veamos:
1.- Está por demostrarse
que el Partido Popular ya no es esa copia azul del rojo PSOE que Mariano Rajoy
se encargó de clonar desde el momento en que accedió a la presidencia del
partido. Analizando la cuestión con frialdad, aún no hay muchos indicios que
nos lleven a pensar que, efectivamente, el PP ha cambiado.
2.- Poco importa a los
votantes huidos del PP que Rajoy, Soraya, Montero y el resto de esa banda de
traidores indeseables ya no tengan poder en el partido. Es básicamente
irrelevante que ahora Casado y su grupo de niños bonitos “neopepistas” estén al
frente, si éstos no están dispuestos ni muestran la más mínima intención de
corregir el rumbo progre que Rajoy trazó para el partido, y que le ha supuesto
semejante sangría de votantes y afiliados en los últimos diez años.
3.- Importa todavía
menos que ahora se pretenda revestir al PP con el abandonado uniforme del
aznarismo, insistiendo en una mayor libertad económica que los actuales líderes
no estarán en posición de aplicar en caso de que consigan la presidencia del
Gobierno.
4.- Hay millones de ex
votantes del PP que no volverán a dar su confianza a un partido como éste, que
ha abrazado sin reservas las estrategias de ideología de género impulsadas por
el movimiento progre que obedece a Soros. Una ideología de género que se impone
en toda España gracias también al gobierno de Rajoy, y que, por poner un
ejemplo muy gráfico, es especialmente más
agresiva precisamente en la comunidad navarra, hasta no hace mucho una de los
principales canteras de altos cargos del PP relacionados con el Opus Dei y hoy
día laboratorio de experimentación de SCOLAE, agresivo e invasivo plan educador
e inductor de prácticas y tendencias sexuales para los niños en los centros de
educación primaria de la región.
5.- Hay millones de
votantes que no olvidan ni perdonan la actitud cobarde, y también interesada,
del Partido Popular de Rajoy al abandonar miserablemente a las víctimas del
terrorismo, dando así un apoyo tácito a las políticas proterroristas de los
gobiernos de Zapatero. Apoyo tácito que también supuso una purga de muchos de
los más válidos e influyentes personajes populares. Un lujo que Rajoy no podía
permitirse, como se vio años después.
6.- Hay millones de
votantes que no olvidan que el PP les expolió salvajemente por medio de la
Agencia Tributaria, pese a la promesa del infame Rajoy de bajar los impuestos
para reactivar la maltrecha economía heredada de Rodríguez Zapatero y su
gobierno socialista. Bien al contrario, durante el gobierno de este Partido
Popular los españoles han visto cómo Rajoy y sus secuaces adoptaban medidas
mucho más socialdemócratas que liberales, tales como un brutal incremento de
impuestos y una voracidad fiscal que deja en ridículo a la Hacienda Argentina,
y que solo han sido eficaces para que la mayoría de los españoles sean menos
libres aún que en la era Zapatero.
7.- Hay millones de
votantes que no olvidan que el PP de Rajoy, unas veces por inacción, otras
veces por acción escasa e ineficaz, ha sido uno de los principales
protagonistas del golpe de estado del independentismo en Cataluña. De hecho, y
durante muchos años, el hoy casi desaparecido PP catalán ha sido cómplice de
los socialistas en no proteger a los catalanes constitucionalistas frente a los
corruptos nacionalistas e independentistas. Incluso en otras autonomías han
sido los presidentes populares los que más han potenciado los nacionalismos
locales y la segregación de lo español.
En definitiva, los años
de traiciones del Partido Popular a sus votantes y militantes han hecho
desaparecer su confianza en un partido que, para acabar de relatar la escena,
se ha mostrado como el segundo gran partido político de la corrupción en España
(No olvidemos que, por mucho que la izquierda repita que el PP es el partido
más corrupto de España, la historia y los datos demuestran que el primer puesto
le corresponde al PSOE con todo mérito)
Es por todo esto que la
pregunta de la ingenua Álvarez de Toledo no pasa de ser un argumento mediocre
que la define como candidata. Porque Vox, al menos hasta ahora, y ya veremos
después de las elecciones, es el caladero del voto derechista traicionado por
unos líderes populares y un partido que no merece en absoluto la confianza de
los españoles. La banda de Rajoy habrá desaparecido de los puestos de
dirección, pero el fondo del partido ya no tiene nada de lo que fue y sí mucho
de progre.
Lo que el Partido
Popular parece no entender, ni Cayetana Álvarez de Toledo tampoco, es que en
estos tiempos la moderación en el discurso ya no sirve para combatir a la
dictadura de lo políticamente correcto y de la ideología de género. No parecen
entender que de la defensa de una economía más libre y de los derechos individuales
requiere presentar la batalla de las ideas con argumentos de peso y sin
complejos que ha pelearse a diario y no solo en campaña electoral. El PP, en
realidad, renunció a todo eso desde el congreso de Valencia en 2008. Y su
generación de recambio de líderes no parece tener ni la calidad, ni la energía
ni el deseo necesario para presentar tal batalla.
0 comments:
Publicar un comentario
Cualquiera es libre de opinar aquí. Pero quien opine será responsable de sus palabras.