En Europa somos
estupendos. El primer mundo. Occidente. Nos encanta mirarnos el ombligo.
Creemos que estamos por encima de los problemas que afectan a otros países. Y
somos tan complacientes con nuestra propia ceguera que no nos percatamos de
cómo hemos ido perdiendo terreno frente a lo que está minando nuestro modo de
vida y nuestros valores desde hace tanto tiempo.
La realidad es que en Europa
ya no tenemos las agallas necesarias para poner a los políticos y a sus amos en
el sitio que les corresponde. Nos importa un soberano pimiento que haya
movimientos casi perfectamente orquestados contra nosotros y nuestra cultura,
porque lo único que nos preocupa realmente es sobrevivir sin que nos causen
muchos problemas y nos dejen relativamente tranquilos mientras nos
empachamos de lo que realmente nos importa: fútbol, realities y cualquier otra
oferta de televisión basura.
Sin embargo, hay otros
países, algunos con recursos y niveles de vida mucho más modestos que los
nuestros, donde la gente se moviliza y protesta por lo que atenta directamente
contra sus familias. En Perú numerosas asociaciones de padres se organizan para
manifestarse en los colegios de sus hijos, exigiendo que las asignaturas
obligatorias de género impuestas por su gobierno a cambio de recibir ayuda económica del
FMI y del Banco Mundial, sean retiradas de los programas escolares. Los propios
padres presentan batalla frente a un poder inmensamente mayor que ellos.
En Hungría y Rusia, muy
altos porcentajes de su población y sus gobiernos, han declarado non grata la
ideología de género y no piensan ni debatir en sus respectivos parlamentos lo
que la cobarde Europa si está admitiendo de buen grado y sin apenas oposición;
que esa ideología de género pueda invadir planes de estudios desde la infancia,
espacios de televisión, partidos políticos e instituciones y organismos
estatales. Mientras la cobarde Europa asume estos atentados contra la libertad
como un nuevo modo de vida, en otros países, acechados también por esta
ideología del odio, el feminazismo y la depravación, hay medios de comunicación, modestos no
pocos de ellos, que se levantan ante el abuso que supone la aceptación de dichas ideologías por la totalidad de estamentos, poderes y medios afines al poder.
El siguiente vídeo es un
ejemplo impagable de lo que apenas podemos presenciar en España. Un comunicador
que no se arrodilla ante los perturbados razonamientos de una auténtica tarada
aleccionada desde los medios mayoritarios, que repiten sin variación consignas
que ni ellos mismos entienden ni desarrollan. En el vídeo, el comunicador deja
en ridículo una y otra vez a una oyente feminazi –corriente que va de la mano
con la ideología de género- que llama al programa de radio para tratar de
ridiculizar lo que él dice. Las palabras y las reacciones de Marla, la joven
feminazi, provocan carcajadas, ciertamente. Pero no perdamos de vista que, como
ella, hay millones y millones de aleccionados dirigidos por líderes sociales,
políticos y de opinión que han logrado alienar la capacidad de criterio de
quienes pertenecen a ciertos colectivos proclives al victimismo y a desorden de
personalidad. Tal es el campo de cultivo ideal de la ideología de género, el
feminazismo y otras tendencias aberrantes que parecen haber llegado para
quedarse.
0 comments:
Publicar un comentario
Cualquiera es libre de opinar aquí. Pero quien opine será responsable de sus palabras.