Alguna vez ha llamado poderosamente mi atención cómo en los medios, prácticamente en todos, pero en unos más que otros, la construcción del nuevo lenguaje progre que trata de sustituir, con bastante éxito, al que hemos estado usando durante generaciones pasa en ocasiones por momentos epatantes, generalmente ofrecidos por esta nueva generación de políticos que nos venden a diario sus disparates liberticidas y antisociales.
Irene Montero, la lideresa de Podemos y compañera del macho alfa Pablo Iglesias, vuelve a darnos ejemplo: da un paso adelante para mostrarnos el camino y nos presenta el maravilloso mundo de fábula que nos espera si somos lo suficientemente inteligentes como para darle nuestros votos para que dirija nuestros destinos desde su lujoso y elitista hogar.
Su partido lleva un tiempo insistiendo en la conveniencia de que los adolescentes tengan derecho a voto a partir de dieciséis años. Y que a nadie se le ocurra ni por un momento pensar que esto es una artimaña para compensar la más que previsible pérdida de votos de Podemos en las próximas elecciones, captando el apoyo de una franja de edad a la que le importa mucho menos el programa de tal o cual partido político que ver a diario en televisión programas para tarados como Mujeres y Hombres y Viceversa. O sea, que a nadie se le ocurra. O sea.
El mensaje de Irene montero es claro y bien fundamentado: sería bueno que los adolescentes participasen en la vida política nacional sin estar mediatizados por sus padres u otros familiares, o sea, es como, o sea, o sea.
Y nos revela cual es el problema de fondo que imposibilita que los niños, las niñas, los adolescentes, o sea, es como. El problema es esta sociedad “adultocéntrica”, o sea, es como, es que si, en la que vivimos y que limita mogollón de cosas a los menores de edad.
El mensaje es verdaderamente estúpido en su forma, pero profundamente sectario en su fondo, porque Irene Montero incide disimuladamente en uno de los objetivos que su partido, siervo de la agenda globalista y esclavo sado-maso de George Soros: desvincular a niños y adolescentes de la influencia y opinión de su familia, proponiéndole una independencia de criterio que, con 16 años no existe, pero que Podemos puede hacer posible, o sea, con sus propuestas e iniciativas, es como.
Y mientras ella suelta su discursito imitando la forma y el tono que utiliza su Pablo, me pregunto si esta mujer cree realmente lo que dice o es consciente de que interpreta el papel de charlatana de feria tratando de colocarnos un producto muy barato, que no necesitamos en absoluto y que en realidad no sirve, o sea, es como, para nada.
Un minuto y treinta segundos impagables. O sea, impagables.
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