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Cuando en septiembre de 2009 iniciaba su andadura
EsRadio, éramos muchos radio oyentes los
que habíamos confiado nuestras expectativas de libertad de información en aquél
nuevo proyecto.
Unos meses antes había sucedido lo que muchos
habituales de los programas de Federico Jiménez Losantos, Luis Herrero y César
Vidal en COPE estábamos esperando. Demasiados años de críticas al Partido
Socialista y sus gobiernos, al Partido Popular de Rajoy, al rey Juan Carlos I
su corte de amigos empresarios poco recomendables. Demasiados años que acabaron
por provocar lo que ya se comentaba como inevitable un tiempo antes. Los tres
comunicadores de referencia de COPE salían de la cadena, dejando a la radio de
la conferencia episcopal en una posición muy delicada para iniciar la temporada
siguiente. La maniobra diseñada por los obispos y quienes les aconsejaban
funcionó, pero las consecuencias llegaron más allá de lo que habían calculado. Esperaban
que la oferta de continuidad a Losantos, en realidad una invitación a decir
“no”, surtiera efecto y el locutor de las mañanas decidiera marchar. Calculaban
como riesgo asumible que Luis Herrero, amigo del anterior desde los tiempos de
la verdadera Antena Tres Radio, decidiese precisamente por amistad abandonar también
COPE, porque su amistad podría ser más importante que su fidelidad a una radio
en la que se sentía verdaderamente cómodo, por afinidad laboral y religiosa,
como así sucedió.
Pero lo que no habían contemplado como posibilidad
real, también sucedió. César Vidal, hombre de consolidados principios, prefirió
la amistad hacia sus compañeros de tantos años antes permanecer en COPE. Todo
un ejemplo de integridad, que se pudo valorar en su justa medida cuando se
conoció que la oferta de los obispos a Vidal, tanto en tiempo de renovación
como en ganancias, excedía en mucho a la que le habían propuesto a Losantos.
Ése fue el riesgo no calculado de COPE. El agujero
de audiencia (muy numerosa y de mucha calidad) que Vidal iba a dejar en la
cadena al desaparecer su programa. Y es de justicia reconocer, desde el punto
de vista de quien esto escribe, que el programa de César Vidal era seguramente
el mejor que se podía escuchar no solo en COPE y en el resto de la
radiodifusión nacional.
Vidal, Losantos y Herrero. Inicios de EsRadio en septiembre de 2009 |
Pocos meses después EsRadio comenzó sus emisiones
con un cuadro de programas casi idéntico al que los tres comunicadores habían
mantenido en la radio de la conferencia episcopal. Jiménez Losantos se hacía
cargo de las mañanas, Luis Herrero de las tardes y César Vidal de la franja horaria
de la tarde-noche. Y hay que reconocer que el éxito fue inmediato. En la
primera semana de emisión los programas Es La Mañana de Federico y Es La Noche
de César eran los podcast más escuchados y descargados en ITunes y plataformas
similares; Y así siguieron durante mucho tiempo.
Lo que
ahora conocemos gracias al libro de Enrique de Diego
Parecía que el inicio de EsRadio no podía ser
mejor. Además, suponía un importante refuerzo para Libertad Digital. Pero La aventura
radiofónica estaba viciada desde un principio. Jiménez Losantos se llevó de
COPE unos cuantos colaboradores entre los que más de uno se distinguía por su
capacidad de adulación. Y ya se sabe que la lealtad y la integridad no son
virtudes muy comunes en personas de ese estilo. De modo que lo que en COPE eran
posibilidades muy limitadas de ascenso, en EsRadio se convertían en
oportunidades de oro para conseguir algún puesto privilegiado. Había dos
personajes concretos que, según no pocos empleados de Libertad Digital y
EsRadio, se empleaban con especial y diario ahínco en asediar a Jiménez
Losantos con sus halagos No parecía que tuvieran otro talento especial, si nos
atenemos a la desastrosa gestión que posteriormente llevaron a cabo cuando
Losantos les confió responsabilidades para las que ni de lejos estaban ni
preparados ni cualificados. De hecho, el proyecto LDTV acabó por naufragar, a
pesar de tener algunos contenidos verdaderamente buenos, como los programas
“Corría el año…” de César Vidal.
Los datos económicos de las sucesivas temporadas no
acompañaban al éxito de algunos programas, pero esos datos no estaban al
alcance de la audiencia. Y en 2013 la salida de César Vidal de EsRadio y
Libertad Digital pasa a ser un hecho, provocado a partes iguales por las
insidias de los aduladores de Federico Jiménez Losantos y la actitud de éste
hacia el propio Vidal, tratando de ocultarle una realidad económica de la
empresa que Vidal conoce y lleva un tiempo tratando de hacerse oír para tratar
de parar un desastre que todos prefieren ignorar.
Con la marcha de César Vidal, la empresa pierde al
comunicador que, sin lugar a dudas y pese a la opinión de los incondicionales
de FJL, mejor ha contribuido a hacer una radio (al menos en su franja horaria)
que además de información, ofrecía cultura. Porque, quien haya seguido durante
años la trayectoria de C. Vidal, tendrá que convenir conmigo que la
característica principal del comunicador y sus programas es hacer pedagogía. En
otras palabras, “desasnar” al oyente con
poca formación y completar la cultura del oyente culto.
Lo que sucedió a Vidal es los años de EsRadio y los
motivos de su marcha es una historia que estaba por contar. Apenas algunos
detalles habían trascendido, y no pocos de ellos fueron, en realidad,
interesadas intoxicaciones por parte de ciertos empleados de la empresa y de
algún otro medio que no le perdonaba al comunicador ni su éxito ni su
independencia, como fue el caso de El Confidencial, que titulaba uno de sus
comunicados como “César Vidal rompe con
Jiménez Losantos cansado de estar a su sombra”. Y aunque el artículo en sí es en general
correcto con los hechos, el titular no deja de ser una falsedad.
Cinco años después, ya en 2018, el propio
comunicador dio alguna razón en su programa “La Voz de César Vidal” sobre lo sucedido
en su última etapa en EsRadio. De hecho, en un editorial en el que no desvela
un solo nombre de los que intervinieron en aquél triste hecho, narra cómo en su
programa un economista comenzó a criticar a una entidad bancaria y casi
inmediatamente el presentador recibió un primer SMS ordenándole “matar” al
economista. Como el economista seguía vivo, es decir, seguía opinando e
informando sobre los desmanes de esa entidad bancaria, llegó un nuevo SMS
exigiendo el silencio del economista que no paraba de zurrar a esa entidad. En
ese momento, Vidal se dio cuenta de la triste realidad. EsRadio era menos libre
de lo que algunos aseguraban y su figura de las mañanas, un pretendido gurú de
un curioso liberalismo a la española, liberalismo católico-agnóstico-taurino,
era menos paladín de la libertad de lo que siempre había presumido ser.
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Es sobre este periodo de existencia de EsRadio y la
marcha de César Vidal que Enrique de Diego ha publicado el libro “La Gran Traición.Federico Jiménez Losantos apuñala a César Vidal”. Un arduo y
pormenorizado trabajo de investigación en el que el lector interesado en los
medios, el periodismo, y más concretamente en las luces y sombras del grupo
Libertad Digital / EsRadio encontrará un ameno relato en el que se desgrana lo
que seguramente puede calificarse como uno de los aspectos más oscuros de una
empresa en la que no pocos colaboradores de Vidal sufrieron la purga tras la
salida de éste, en el que la contabilidad ocasionaría pesadillas al economista
más inescrupuloso, y en el que la amistad y la lealtad recibieron como pago la
indiferencia, la traición, y la táctica soviética de borrar al personaje de la
historia de la empresa, como si jamás hubiera existido.
En “La Gran Traición…” conocemos de primera mano las
circunstancias, reveladoras y tristes, que desembocaron en un desenlace que
casi le cuesta la salud a C. Vidal, quien durante los años anteriores resultó
ser casi el único que verdaderamente creía en un proyecto de radio independiente
y liberal y se esforzó hasta más allá del deber para defender dicho proyecto.
“La Gran Traición…” desvela el egoísmo
rampante de unos y el estomagante endiosamiento de otros, como las pretensiones
delirantes de alguna comunicadora que, como si no tuviera otro tema vital sobre
el que hablar, dirigía un programa nocturno sobre sexo que, además y por
capricho del propio Losantos, tenía también unos minutos durante una de las
mañanas, posiblemente para que la audiencia, que en buena parte presumía de conservadora
y creyente, no olvidase que cada noche se radiaba un espacio digno más de
patrocinar clubs de carretera que de ofrecer una intención supuestamente
educativa.
De “La Gran Traición…” puede decirse que es un jarro de agua helada
para aquellos fanáticos de Libertad Digital/EsRadio que tienen a este grupo y a
sus principales figuras como paladines de la libertad, del liberalismo y de los
derechos individuales que otros sí defendemos sin pretender un solo
reconocimiento, que ponemos nuestros propios medios y que, en ocasiones, hemos
tenido que defender nuestras ideas ante un tribunal sin que nadie haga campaña
para apoyarnos. Pero si estos fanáticos de LD son capaces de atender a otro
tipo de opiniones, sin duda comenzarán a preguntarse qué ha sido de periodistas
y escritores de peso que formaron parte de esta empresa y que fueron
desapareciendo discretamente, o qué fue de aquellos otros proyectos que tiempo
después han desaparecido también “a la soviética”.
Sobre “La Gran Traición…” el propio César Vidal ha
dado certificado de validez al trabajo de Enrique de Diego escribiendo un
extenso artículo en su web (leer aquí) y al haber sido
entrevistado por de Diego y otros muchos medios a raíz de la publicación del
libro. Incluso se ha mostrado sorprendido por la cantidad de detalles que el
autor desvela sobre ciertas situaciones. Pero el respaldo de Vidal es solo una
parte del valor de este libro. También es indispensable comprender que los
hechos narrados no son opinión de Enrique de Diego. Son hechos corroborados por
las fuentes entrevistadas por el autor, seguramente muchas de ellas próximas en
algún momento a LD/EsRadio.
Enrique de Diego |
El final de esta historia es moralizante. Por un
lado, años después de todo lo relatado, César Vidal emite a diario desde Miami,
Florida, un exitoso programa que ofrece información verdaderamente
independiente (algo de lo que en España pueden presumir escasos medios, como
Rambla Libre de Enrique de Diego y pocos más) y colabora habitualmente en canales de TV y
radio de toda américa, teniendo el reconocimiento de un público entregado que
reconoce el mérito de sus publicaciones y programas.
Y por otro, la reciente publicación del libro “La Gran Traición.Federico Jiménez Losantos apuñala a César Vidal”, que ha sido un éxito inmediato de ventas en
Amazon y que viene a demostrar que elevar a los altares a ciertos personajes,
algo a lo que son muy dados muchos españoles que se convierten en adictos a un
partido político, a un medio de comunicación, o a un comunicador concreto,
suele tener un resultado invariable que se inicia con una devoción casi
religiosa, que continua con un sectarismo impermeable a la realidad y que suele
terminar con una decepción difícilmente reparable.
En definitiva, “La Gran Traición. Federico Jiménez Losantos apuñala a César Vidal” es
un relato ágil, verídico y que no deja indiferente a nadie. Un libro
absolutamente recomendable que nos ayuda a comprender no pocos detalles de un pasado
que hoy, transcurrido el tiempo suficiente y con la perspectiva de los años, tienen
explicación veraz. Aunque tal explicación no sea del agrado de ciertos
incondicionales.
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