Manuel Valls y Albert Rivera |
Desde hace tiempo, hablar de Ciudadanos y Cataluña
ya no significa necesariamente hablar de Inés Arrimadas, una de las estrellas
del partido y la que más se ha batido el cobre en el parlamento catalán contra
el independentismo racista y delincuente que ha impuesto una fractura social
que jamás se reparará. La agenda globalista necesitaba otro giro de tuerca,
esta vez en Cataluña, Y Ciudadanos tuvo
la “feliz idea”, posiblemente inducida desde fuera del partido, de fichar a
Manuel Valls como candidato a la alcaldía de Barcelona para las próximas
elecciones municipales de 2019. Pero, ¿quién es Manuel Valls?
Manuel Valls es un político que cumple a la
perfección los requisitos necesarios para presentarse como nuevo populista de
centro izquierda que pueda captar los votos centristas indecisos que no quieran
decantarse hacia un PSOE y un PP falsarios y corruptos, y que teman votar a Vox
por si es un partido de extrema derecha, tal y como están informando la
práctica totalidad de medios del sistema.
Para encarnar a este personaje, Valls trae a su
espalda suficientes méritos.
Hijo de padre español y madre suiza afincados en
Francia, nacido en Barcelona aunque toda su vida transcurre en el país vecino,
se afilia a los 17 años (1980) al Partido Socialista Francés y en el que escala
puestos durante la década de los 80s. A final de los 90 y principio de los 2000
fue cargo de confianza del Primer Ministro Lionel Jospin y posteriormente fue
diputado nacional por dos legislaturas en la misma década. Durante el conato de
escisión del socialismo francés tomó partido por Segolene Royal, buena amiga política
del nefasto Rodríguez Zapatero. Pocos años después fue nombrado Ministro del
Interior en el gobierno socialista del Presidente Holland, quien, en 2014, le
asciende a Primer Ministro.
A finales de 2016 Valls dimite del cargo para
presentarse a las primarias del partido con la pretensión de hacerlo
posteriormente a las elecciones generales
a la presidencia del país. Perdió las primarias y, además, se negó a dar
su apoyo al candidato ganador, y la alta autoridad de dichas primarias denunció
su “incumplimiento de la palabra dada” que violaba “gravemente el principio de
lealtad y espíritu de las primarias”. No fue la primera ocasión en la que Manuel
Valls se negaba a reconocer resultados internos en el partido socialista,
puesto que años antes tampoco quiso reconocer los resultados de otras primarias
en las que perdió su candidata favorita, Segolene Royal. En 2018 Valls se
despidió de la asamblea francesa pronunciando un discurso como diputado.
Con semejante historial, queda muy claro que Valls
es mucho más que un simple icono que poner en Barcelona tratando de atraer a
los votantes. Aún más que el PSOE, el Partido Socialista Francés está
completamente infiltrado de masones de grados altos dentro de la hermandad.
Manuel Valls es uno de ellos, reconocido por el mismo.
Proponer la construcción de una gran mezquita en el
centro de Barcelona no es una idea peregrina ni poco meditada, aunque pueda
parecerlo. Poco importa que en su pasado político, durante la primera mitad de
los 2000, quisiera acercar al partido socialista al liberalismo, definiéndose a
sí mismo como seguidor de Bill Clinton. Semejante empanada de ideas, que
recientemente ha tenido algún seguidor en España pretendiendo aunar liberalismo
con socialismo para acabar apoyando a partidos separatistas y antiliberales, no
acabó de cuajar en el PSF. Al fin y al cabo, tal partido es socialista. Y el
socialismo, o la socialdemocracia, solo entiende de libertades para sí mismos y
para colectivos minoritarios que puedan servir de cuñas para abrir brecha en
amplios sectores sociales.
Precisamente es esto mismo lo que está ensayando
ahora Manuel Valls. Con el apoyo de Ciudadanos, un partido pretendidamente
españolista frente al independentismo pero con un sustrato globalista que no se
diferencia en mucho del que subyace en el PSOE, el PP y Podemos, acaba de
presentar una “ocurrencia” sabiendo que, a priori obtendría un rechazo
generalizado. Pero no nos engañemos. Si Valls logra ser alcalde de Barcelona el
islamismo tendrá otra puerta abierta para aumentar su presencia una de las
ciudades más importantes de Europa. Esta hipótesis no es un disparate. Bien
pudiera suceder. No conviene olvidar que el economista de cabecera de
Ciudadanos, Luis Garicano, no ahorra alabanzas a uno de los principales
valedores ideológicos de la agenda globalista, la ideología de género y de no
pocas maniobras intervencionistas contra gobiernos soberanos: el indeseable
George Soros.
La excusa para la construcción de una mezquita en
el centro de la ciudad es un típico argumento progre, globalista y masón: “no
solo da una visión de respeto a la religión” y “ayuda a la convivencia”. Para
Valls, según el diario La Vanguardia, Tal iniciativa es “útil” y “positiva” “para construir un islam que sea
barcelonés”.
Sorprendentemente, los candidatos a la alcaldía por
el PP y el PSOE rechazan la propuesta de Valls. Sorprendentemente digo, dada la
pasividad y completa inacción que ambos partidos han mostrado durante muchos
años al avance del islam, cuando éste se ha servido de métodos criminales para
imponer su visión de sociedad ideal. Pero, en caso de que Valls fuera investido
alcalde ¿los candidatos hoy en contra seguirían reacios a apoyar tal idea? ¿O,
en aras de –por poner un ejemplo- asegurar la estabilidad municipal y la concordia
social, darían el visto bueno a la mezquita?
Soy un firme defensor de la libertad de culto para cualquier
individuo, así como de la independencia de un estado frente a cualquier
confesión religiosa. Pero en el caso del Islam, y con muy escasas excepciones,
donde éste acaba por implantarse las libertades terminan mermadas y la
independencia de los gobiernos desaparece. Además, creo que antes de abrir otra
puerta a una religión que en buena parte de los países que gobierna prohíbe la
libertad de culto, España tendría que afrontar de una vez el debate para lograr
una separación real y efectiva del Estado y la Iglesia Católica que no se da en
la realidad.
Valls es un caballo de Troya del globalismo, de la
masonería y de la ideología de género (valga la triple redundancia), Como lo es
su partido al completo. Como PSOE, PP y Podemos. Y si tengo claro que hay algo
que no necesita Barcelona hoy por hoy, es nada de todo eso.
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