Puede escuchar el texto al final del artículo
Decía Machado que en España,
de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa. Es una gran frase que resume
muy bien el secular estado intelectual no solo de España. Según mi experiencia,
también de buena parte de todas y cada una de las sociedades Hispanoamericanas.
Así las cosas, y si se tienen
los medios, no resulta complicado manipular y dirigir a naciones enteras en una
dirección u otra, dependiendo de los intereses que en cada momento convienen a
los manipuladores.
En América del Sur el
penúltimo escándalo es el complicado momento político que vive Bolivia. Un verdadero lío nacional que ha
desalojado de los titulares a la revolución que el movimiento globalista de
Soros y sus sicarios han organizado para lograr desestabilizar Chile y llevarlo
al redil de países deprimidos de la zona, en los que la agenda globalista campa
a sus anchas implementando sus políticas abortistas, de género y liberticidas.
El caso de Bolivia es un caso
de hartazgo. Pero para los izquierdistas del mundo es un golpe de estado. Y lo
más curioso es que ellos tienen razón en el término, pero no en el protagonista.
Porque es un golpe de estado que a Evo Morales le ha salido rematadamente mal.
En las últimas horas estuve
charlando con una de esas personas que califico como dignas de estudio para un
psiquiatra. Tal persona había llegado a la conclusión de que Evo Morales era
una especie de presidente mártir al que las oscuras fuerzas del imperio
capitalista habían logrado desalojar del sillón con el objetivo de implantar en
el país un gobierno fascista. Tal es la idea que se había formado en su cerebro
después de ver los informativos de La Sexta, según sus propias palabras. Y
cualquiera que peine canas, como es mi caso, recordará que ésa es la misma
excusa que una y otra vez esgrime la izquierda cuando uno de sus gobiernos
fracasa después de dominar un país durante años no para rescatarlo de una
crisis, sino para sumirlo en otra mayor aún. La experiencia me ha demostrado
una y otra vez que, a cierto tipo de gentes, es inútil ofrecerles alternativas
a la información que gustan recibir de sus medios favoritos. Intentarlo es
perder el tiempo. Sería más sencillo y llevaría menos tiempo matar a un
elefante a tomatazos.
Por unos escasos segundos he
estado tentado de explicar a este ignorante que fue el propio Evo Morales
quien, mediante métodos ciertamente oscuros, logró cambiar la constitución de
Bolivia para poder presentarse por tercera vez, puesto que ya había cumplido
con las dos legislaturas límite permitidas para un presidente en aquél país. Un
cambio constitucional que logró con no poca oposición del pueblo boliviano. Y explicarle
que después de gobernar una tercera legislatura, ha pretendido ganar a una
cuarta presidencia, y que el oportuno parón de horas en el recuento de los votos
para anunciar después que había ganado las elecciones ha sido la gota que ha
desbordado el vaso. Y explicarle que las fuerzas del orden bolivianas no han
estado dispuestas a acudir al llamado de Evo Morales para reprimir a la población que protestaba contra
el no disimulado fraude electoral. ¿Pero, para qué iba a perder mi tiempo en
explicarle todo eso? Él ya ha decidido que Evo es un mártir porque es de
izquierdas e indigenista y, por tanto, no puede ser malvado ni cometer errores.
Se dice que no hay peor ciego
que quien no quiere ver. Yo tengo mi propia versión del refrán. No hay peor
estúpido que quien no quiere informarse. Porque informarse suele tener como
consecuencia la decepción, y el estúpido no quiere saber nada de tales datos,
porque huye de la posibilidad de tener que reconocer que con tal o cual
gobernante se había equivocado al subirlo al altar para considerarlo un héroe
cuando la realidad de los hechos demuestra que no hay tal héroe, sino un
megalómano salva-patrias que se ha servido de toda una nación para satisfacer sus
ansias de poder y dominio.
La gran paradoja es que este
tipo de personajes hablan de libertades mientras levantan el puño en alto
simbolizando y defendiendo ideas totalitarias que nunca aportaron otra cosa que
no haya sido miseria, y en casos más extremos terror y muerte. Pero el común de
la gente solo se queda con el gesto del puño en alto, como antaño lo hicieron
con la boina negra tocada con una estrella roja. Es el común de la gente que
nunca atiende a los síntomas ni al fondo del mensaje, porque solo quiere
escuchar palabras y ver gestos que les parezcan revolucionarios y románticos.
Es el común de la gente que jamás se pregunta… ¿qué está pasando? ¿Por qué el
tipo que nos prometió revolución y reparto de la riqueza permanece en el poder
y nuestra situación sigue igual año tras año? ¿Por qué le creemos después de
tanto tiempo? Y cuando la situación en el país se hace insostenible y el
gobernante del puño en alto huye, dejando tras de sí la misma o mayor pobreza y
además el caos, o muere y deja un heredero que perpetúa la pobreza y el declive
social continuando la labor de su antecesor, el mismo común de la gente insiste
en no reconocer los síntomas mientras que el huido y el heredero buscan
invariablemente los apoyos de otros gobernantes que antes hicieron lo mismo que
ellos. Es decir, dejar a sus países en peor situación y con el futuro
hipotecado para varias generaciones.
Evo Morales ha huido de
Bolivia. Es el mismo Evo Morales que escribió unos años antes en las RRSS que
quien huye es culpable y que el inocente no huye. Y busca la mediación de
Rodríguez Zapatero, el inepto expresidente español que arruinó a su propia
nación y que después de ser desalojado de La Moncloa por el electorado español se
ha ofrecido como asesor a cualquier presidente hispanoamericano que tenga a
bien escuchar los consejos de un imbécil, que es como le definió acertadamente
el Secretario General de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro.
Si hay algo que ese común de
la gente debería tener muy claro es que un dirigente decente jamás reclamaría
el apoyo y la mediación de un indeseable como Rodríguez Zapatero. Ahora bien,
quizás lo que sucede es que a ese común de la gente lo único que le interesa es
justificar su preferencia por la ideología liberticida del puño en alto y la
boina negra con estrella roja, buscando el consabido enemigo exterior, que es
la mejor excusa para no reconocer que el líder izquierdista e indigenista, y
por tanto honrado, ha fallado, ha cometido los mismos errores que cometieron
aquellos a los que criticaba, y que después de tantos años la liberación
prometida no ha llegado porque, con toda seguridad, los embustes rara vez se
convierten en realidad.
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