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En diciembre de 2004, poco más
de medio año después de que Rodríguez Zapatero llegara a la presidencia del
Gobierno de España gracias a la masacre del 11-M, fue aprobada la aberrante Ley
de Violencia de Género con todos los votos unánimes en el Congreso de los
Diputados.
Franklin Delano Roosevelt dijo
en una ocasión:
“En política nada ocurre por casualidad; Cada vez que un acontecimiento
surge, se puede estar seguro de que fue previsto para llevarse a cabo de esa
manera”.
Y yo soy uno de los muchos que,
durante años, sigue defendiendo que lo sucedido desde aquellos terribles
atentados no obedece a la casualidad. Estoy absolutamente convencido de que la
llegada al poder de un inepto sin contenido alguno como Rodríguez Zapatero y la
siguiente, acelerada y forzada implantación de la agenda globalista en todas
sus variantes en España no obedeció ni obedece a una serie de hechos que han
ido surgiendo sobre la marcha de los acontecimientos.
Desde aquél aciago año 2004, el
número de organizaciones, fundaciones y demás chiringuitos construidos con la
supuesta finalidad de defender a las mujeres maltratadas han crecido
exponencialmente. En la primera mitad de este año 2019 se estima que entre
gobierno central y autonómicos, asciende a un total de 150
millones € la cantidad dedicada a subvencionar a las miles de
asociaciones, fundaciones y observatorios que el feminismo auspiciado por
políticos y advenedizos ha creado por toda España. Si nos atenemos solamente al
ejemplo de Andalucía, el derroche de dinero público resulta pavoroso. Tan solo
allí, el Instituto Andaluz de la Mujer manejó casi 43
millones € para repartir entre los diversos tinglados que el feminismo,
con la inestimable ayuda de los lobbies de la ideología de género, han ido
construyendo precisamente para recaudar todo lo que el poder político esté
dispuesto a entregarles. Y lo más sangrante de todo ello es que de casi 43 millones, solo 1.8
millones fueron destinados a ayudar a mujeres en situación de necesidad.
El resto, según la documentación que se ha publicado desde que el PSOE perdió
el gobierno andaluz, se ha dedicado a sueldos,
gastos corrientes y otros gastos varios. Cifras que, de nuevo,
demuestran que tras la gran propaganda de la defensa de la mujer lo que
subsiste es el interés económico y político. Si extrapolamos esta realidad
andaluza a la que se vive en toda España, veremos que este fraude económico,
ideológico y social aumenta exponencialmente.
Aún con toda la gravedad que
semejante despilfarro supone, no solo por este caudaloso derroche de dinero, sino
también por el enorme engaño y la vil manipulación que se hace de las tragedias
vividas por tantas mujeres para el provecho de unos pocos, seguramente lo más
sangrante y sórdido es la manipulación de la realidad respecto al número publicado
de agresiones y muertes, y la ocultación de la cantidad de otras víctimas, los hombres, a
quienes en esta nueva sociedad española iniciada por Zapatero y sus secuaces y
continuada por el traidor Rajoy y su banda de asaltadores de caminos, no se les adjudica otro papel que el de maltratadores y
homicidas.
Según datos de 2018 extraídos
del INE, organismo oficial que los ha publicado de modo que no resulten tan
accesibles como los que afectan a las mujeres, conocemos que en España la
manipulación mediática, auspiciada por el poder político rendido a la ideología
de género de la agenda globalista, oculta la siguiente y lastimosa realidad:
.- 81 víctimas de
asesinatos y homicidios cometidos por mujeres.
.- de las 81 víctimas, 52
fueron hombres, incluyendo a menores de edad.
Y otro dato que habla de lo
insidioso de la inconstitucional Ley de Violencia de Género, que niega la
igualdad de todos los españoles ante la ley para castigar más a los hombres que
a las mujeres si ambos comenten el mismo delito de agresión, aprobada en
votación unánime incluso por los diputados que en privado se mostraban en
desacuerdo con ella, es el que desvela desde que dicha ley entró en vigor,
hasta final de 2018, las autoridades a cargo de los registros oficiales
públicos y los medios de información afines y vendidos a la agenda globalista
solo muestran que 27 hijos menores de edad han sido
asesinados por sus padres, pero ocultan deliberadamente que 68 fueron asesinados por sus madres.
Para hacernos una idea más
precisa de la enorme manipulación que supone este gran circo de la Ley de
Violencia de Género y el agravio comparativo contra otras acuciantes
realidades, deberíamos saber, es decir, las autoridades deberían levantar el
secretismo sobre lo siguiente:
.- en 2018, 652 personas murieron en accidentes laborales, de
las que 602 eran hombres y 50 eran mujeres.
.- hubo una media de 10 suicidios diarios en España. El 75% fueron hombres, y se estima que más del 80% de ese 75%
de hombres que cometieron suicidio estaban inmersos en traumáticos procedimientos de divorcio con resultado de pérdida casi
total de bienes y de custodia de hijos.
.- en ese año fueron
asesinadas en España 661 personas, de las
que 406 eran hombres y 254, mujeres.
Con lo que queda bien patente
que hay una parte de la realidad, la que afecta a los hombres más que a las
mujeres, que es deliberadamente solapada desde el poder con la connivencia de
los medios de comunicación servidores de la agenda globalista, para potenciar
aún más el efecto propagandístico de la violencia ejercida contra las mujeres.
Pero, en cifras, podríamos
exponer otro agravio comparativo más de los muchos que existen. Por ejemplo; en
España, en 2018:
.- 110.287
personas fallecieron por cáncer – el dinero invertido a investigación contra el
cáncer fue 140 millones €.
.- 3.679
personas fallecieron por suicidio – el dinero invertido a la lucha y prevención
contra el suicidio fue de 0 €.
.- 81
Asesinatos y homicidios cometidos por mujeres, de los que 27 fueron mujeres y 52,
hombres – el dinero dedicado a la lucha contra la violencia de Género fue 220 millones €.
Que la Ley de Violencia de
Genero es un instrumento de agresión y segregación contra la figura masculina
no puede negarlo nadie ante la aplastante realidad de los datos oficiales,
aunque sean éstos datos ocultados deliberadamente por los estamentos públicos y
la práctica totalidad de los medios de comunicación.
Que el feminismo radical -acertadamente calificado como “feminazismo”-
impulsado en España con la llegada del nefasto Rodríguez Zapatero, quien
incluso se dedicó a nombrar ministras que en sus carreras laborales no habían
demostrado otra cosa que ser completas inútiles pero dedicadas sectarias del
socialismo, es un movimiento que no defiende tanto a las mujeres como se dedica
a atacar a diario a los hombres, y casi exclusivamente si son españoles y
blancos, es algo que no se le escapa a nadie, y menos habiendo reconocido
ciertas feministas que no les interesa criticar y atacar a maltratadores y
agresores que no sean españoles.
Que la Ley de Violencia de
Género es un ariete que el poder político regaló al feminazismo
para quebrantar la convivencia en la sociedad española, es un hecho innegable
que jamás podrá contradecir nadie que disponga de criterio propio y no
contaminado por ideologías y clientelismos, y que analice los hechos que a
diario suceden en España.
Y que dicha Ley de Violencia
de Género, impulsada desde la izquierda pero aceptada con verdadera sumisión
por la derecha, con la honrosa excepción del partido Vox, supone una burla al
Estado de Derecho y una afrenta a una Constitución española que todos los
partidos que votaron en su día esa aciaga Ley de Violencia de Género se
apresuran a homenajear, es un vergonzoso hecho que no se puede ocultar hoy ni
se podrá omitir completamente de la historia de una España demasiado
acostumbrada al clientelismo político, a la corrupción de los poderosos y a la
indiferencia de un pueblo falto de valor para enfrentarse en conjunto a la
podredumbre de un sistema social que condena al hombre por ser hombre, y que
victimiza y apoya a la mujer por ser mujer incluso desde el mismo momento en
que una denuncia por agresión es cursada, sin esperar a que al presunto agresor
se le tome declaración. Después, los estamentos oficiales relacionados con la
Justicia y las televisiones, radios y diarios pondrán todo cuidado en ocultar a
la ciudadanía el 99% de los casos de mujeres
condenadas por denuncias falsas.
Así es el sistema y así es
como se mantiene la gran farsa de la Ley de Violencia de Género: expoliando el dinero
de los contribuyentes y arruinando las vidas de no pocos inocentes, mientras se
negocia con la tragedia de las mujeres que sí han sido agredidas y asesinadas
por desalmados que no merecerían otra cosa que el mismo destino que han
provocado a sus víctimas. Y como está sucediendo con otras líneas de imposición
que la agenda globalista utiliza, ya hay quien plantea que el simple hecho de
negar la violencia de género, tal y como está legislada, pueda tipificarse como
delito de odio. Así lo propone Susana Gispert, fiscal valenciana; y no
tardaremos en presenciar cómo no pocos se sumarán, desde la misma judicatura,
los partidos políticos y ciertos medios de desinformación que solo pisan por
donde les ordena Soros. De modo que, a no tardar, es muy posible que tengamos
que soportar en España otra ley mordaza más.
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