Puede escuchar el texto al final del artículo
En un país como España, donde
la libertad siempre está en serio peligro desde hace muchísimo tiempo, el poder
puede ejercer censura y control sobre los medios de información de muy
distintas formas.
El Gobierno, las grandes
corporaciones que le sostienen, las empresas que intercambian favores con los
políticos, alguna institución religiosa… cualquier poder económico y social
tiene la capacidad de influir en un medio de comunicación que sea susceptible
de venderse, como son la práctica totalidad de los medios españoles.
La contratación de publicidad,
para amenazar posteriormente y en cualquier momento con anularla, la
recomendación de escribir convenientemente una serie de artículos a favor de
tal o cual empresa, sindicato o partido político, la presión ejercida para que
ciertas noticias no salgan a la luz por el impacto escandaloso que podrían
suponer en la opinión pública… son algunos de los modos más habituales que
todos estos poderes utilizan para dirigir o desactivar la opinión o información
de un periodista, de algún comentarista o la línea editorial completa de un
diario, una radio y de una televisión.
Hoy ha publicado El
Confidencial Digital una noticia que, hasta el momento de escribir estas
líneas, ha pasado desapercibida en todos los diarios digitales que he consultado.
Según este diario digital, el Instituto de la Mujer envió una carta de protesta
al diario económico Expansión por un curioso motivo. Que
entre las fotos de empresarios que ilustraban un artículo titulado “Inversores
y empresarios piden un acuerdo PSOE – PP” no aparecía una sola mujer.
Consultando el artículo en
cuestión (link)
cualquiera puede comprobar dos cosas. Una, que es rigurosamente cierto que en
dicho reportaje no aparece una sola foto de una mujer empresaria. Y dos, que en
el mismo artículo no aparece una sola referencia, frase, palabra, ni tan
siquiera sugerencia, que haga pensar que el lector está ante un escrito
machista. De hecho, y por muy estúpido que resulte tener que aclarar tal cosa,
resulta que los directivos de las organizaciones empresariales consultadas son
hombres… y por eso no aparecen fotos de mujeres.
Es muy revelador
que sea un organismo público, diseñado desde sus inicios, como tantos otros,
para ser otro chiringuito político de ideología y enchufismo, como es el
Instituto de la Mujer, el que se dedique a fiscalizar lo que se publica en la
prensa diaria y a reprochar cualquier información que no agrade al lobby
feminista de turno. Este “instituto” es directamente dependiente del Ministerio
de Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad. El nombre del ministerio
ya lo dice todo. Y el bagaje político de la actual ministra que anida en dicho
ministerio, la vice Presidente en funciones Carmen Calvo, no puede ser más
apropiado para ocupar una cartera ministerial con atribuciones puramente
ideológicas. Carmen Calvo siempre ha estado relacionada con el feminismo en los
cargos políticos y públicos que ha desempeñado a la sombra del socialismo. Fue ministra
del gobierno del inepto y malvado socialista Rodríguez Zapatero y consejera del
Gobierno socialista de Andalucía, una de las comunidades más corruptas de toda
Europa. Ambos desempeños lo fueron de infame recuerdo en sus respectivas
épocas.
Fuentes del diario
económico Expansión aseguran que no se contemplan planes para contestar a esta
queja públicamente, y que se pretende solucionarla “a nivel institucional”; lo
que denota una cierta cobardía de los directivos de Unidad Editorial por admitir
la existencia de un “problema” que no es tal, y que demuestra que un
departamento perteneciente a un ministerio absolutamente ideológico y, por
tanto, diseñado para imponer y coaccionar, en España tiene el suficiente poder
como para complicar la existencia de un medio de comunicación que, en el
artículo que nos ocupa, no ha incurrido en falta alguna por la que debiera
disculparse.
Que el Instituto de la Mujer
se comporte de un modo tan sectario no debería extrañar a nadie. Se trata de un
organismo oficial, que recibe dinero de los contribuyentes, pero que se dedica
exclusivamente a atender los intereses feministas de la agenda globalista
mediante el aleccionamiento más descarado, como se puede apreciar en su web
oficial en la que la simbología y los colores asumidos por el feminismo radical
aparecen con verdadera profusión. Y como cualquiera de esos chiringuitos
políticos armados de ideología y vacíos de verdadero contenido social, este
Instituto de la Mujer no resulta ser otra cosa que un entramado que los
contribuyentes nos vemos obligados a sostener con nuestro dinero y del que, a
la hora de demostrar su verdadera utilidad, no se tiene noticia de una sola queja
institucional en esas ocasiones en las que la figura de la mujer es atacada,
menospreciada y vejada por parte de políticos de izquierdas, como fue el caso
de un Pablo Iglesias deseando azotar a una presentadora de televisión hasta
hacerla sangrar, o el apoyo tácito, por omisión de crítica, que este organismo
socialista concede a algún alto cargo de su partido condenado en firme por
maltrato a su esposa.
Para cualquier persona con un
sentido profundamente arraigado de respeto a la libertad, el comportamiento de
instituciones públicas como el Instituto de la mujer, más que chocante, resulta
repulsivo. Porque repulsivo es que, amparándose en el poder público, un
estamento pagado con el dinero de todos los españoles se dedique a tratar de
controlar no solo las informaciones que puedan emitirse desde los medios
informativos del estado, sino también, como en esta ocasión, desde un medio
privado como es el diario Expansión, perteneciente al grupo Unidad Editorial.
Desgraciadamente, en España,
el poder político, por definición corrupto en todos los órdenes, tiene la
maldita costumbre de intervenir, siempre que le es posible, todos los aspectos
de la vida privada de los ciudadanos y de los derechos más elementales de las
empresas. Esto se ha dado habitualmente y más aún durante la última década y
media bajo los gobiernos socialistas de Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez y
también durante las legislaturas gobernadas por Mariano Rajoy. Y en los
momentos que vivimos, ante la posible formación de un gobierno de coalición
socialista, comunista e independentista, tal tendencia a la censura de la
información no se verá precisamente reducida. Al contrario. Por norma general,
cuanto más inestable es un gobierno, más intenso es su control de los medios y
de la información.
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