El presidente Donald P. Trump envió un aviso a
navegantes durante una conferencia el pasado 7 de abril, advirtiendo a la
Organización Mundial de la Salud sobre su más que mejorable gestión en la
información sobre el coronavirus ofrecida al resto de naciones. El 14 de abril,
el presidente decidió actuar e hizo efectiva la suspensión de los fondos
destinados a apoyar a la OMS por los mismos motivos anunciados días atrás.
Una de las concretas acusaciones de Trump y su
gabinete para haber tomado esta decisión ha sido precisamente el sesgo político
que últimamente ha contaminado las acciones de la OMS. Ha sido muy llamativo el
empeño, durante estos pasados tres meses, que la dirección de la OMS ha puesto
en tratar de encubrir y desviar las posibles responsabilidades de China en la
pandemia, en lugar de haber reconocido desde el principio de este asunto la
importancia de conocer el origen, y las circunstancias de ese origen, para
haber podido trabajar mejor en una estrategia global de contención de contagio
por todo el mundo. ¿Pero, cual es el peso real de China en esta organización
mundial?
Desde 2017, el actual presidente de la OMS es
Tedros Adhanom, el primer mandatario no relacionado con el mundo de la medicina
que preside este suborganismo dependiente de la nefasta y podrida ONU. Los antecedentes de Tedros Adhamon hacen absolutamente
increíble que este personaje haya llegado a semejante cargo internacional en
una organización humanitaria. En su pasado de los últimos años, las acusaciones
que penden sobre él y sobre las que apenas ha dado explicaciones son
gravísimas. Según sus acusadores, Adhanom colaboró con las corruptas
autoridades de Etiopía para trata de ocultar varías epidemias de cólera que se
saldaron con decenas de miles de infectados y fallecidos. Estos hechos y otras
curiosas coincidencias bien pudieron desembocar en el apoyo explícito que
Adhanom obtuvo en su candidatura para presidir la OMS. Una candidatura que fue
apoyada por la propia Etiopía, por Venezuela, por Cuba y por China. Después
fueron decisivos los votos de la Unión Africana, cuyos países miembros no se
destacan precisamente por el respeto a los derechos humanos ni brillan por su
ausencia de corrupción.
Desde entonces, la presidencia de Tedros
Adhanom se ha distinguido principalmente por su ineficacia, pero también por su
sesgo político escorado hacia su gran valedora, China. El impresentable
Adhanom, como si fuera una explícita declaración de intenciones, nombró
embajador de buena voluntad a un miserable como Robert Mugabe; el sanguinario
dictador de Zimbawe, responsable de torturas, asesinatos y guerras de limpieza
étnica en su país.
Así que, mientras Adhanom y la nefasta OMS
presidida por él, retrasaron inexplicablemente la declaración mundial de
pandemia, aunque ya hubiera miles de infectados por un tercio de los países del
mundo, censuraron a los portavoces de Taiwan; un país que decidió actuar pronto
por su cuenta, y en el que seguramente la incidencia de la pandemia ha sido
mucho menor porque las autoridades actuaron a tiempo y por no seguir las
indicaciones, o más bien los silencios interesados de la OMS. De hecho,
recientemente se ha publicado que las autoridades taiwanesas avisaron a la OMS en
diciembre de 2019 de los brotes de coronavirus en la ciudad china de Wuham, y Tedros
Adhanom ignoró los avisos, favoreciendo nuevamente a China y a su estrategia de
ocultación de información.
En España, donde la inmensa mayoría de los
ciudadanos se informa escasamente y cuando lo hace es por medio de las
televisiones, radios y prensa sumisos al poder, nada o casi nada se ha hablado
de lo que realmente es y hace la OMS, pero en otros países ya se ha comenzado a
prescindir hasta de los bancos de datos que esta tramposa organización ofrece y
se están consultando directamente al Centro Europeo para la Prevención y el
Control de Enfermedades, o el también prestigioso CDC norteamericano en cuanto
a estadísticas sobre la pandemia y la documentación clínica disponible.
Así las cosas, es más que comprensible que la
administración Trump haya decidido dejar de participar con 500 millones $ anuales
para la financiación de este suborganismo de la ONU. Tedros Adhanom ha
convertido lo poco decente que quedaba en la OMS en una agencia de propaganda
al servicio de China. Un enorme entramado funcionarial inoperante con un largo historial
de “mirar para otro lado” ante hambrunas, epidemias y matanzas sucedidas en
África y Asia, y que se ha demostrado prácticamente inútil ante el estallido de
la pandemia del Covid19. Otros muchos países harían bien en seguir el ejemplo
de la administración Trump.
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